Paz y Fuentes: cartas tlatelolcas (“el sector intelectual”)

En la correspondencia entre Paz y Fuentes, algunas opiniones sobre los intelectuales y el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz
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Continúo con la correspondencia entre Octavio Paz y Carlos Fuentes, ahora con algunas opiniones que intercambian sobre los intelectuales que se alinean con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz (GDO) o que se prestan como utilería de la “unidad nacional”. [Entre corchetes completo nombres, traduzco o agrego datos; lo demás se copia textualmente.]

Más allá de la decepción o de la antipatía, la vehemencia de nuestros escritores contra los alineados responde al hostigamiento que desata GDO desde la matanza de Tlatelolco y hasta el final de su mandato en 1970.

En Pittsburgh, donde está enseñando, Paz se pregunta si hay condiciones para su regreso a México y Fuentes no sabe qué aconsejarle. El 3 de agosto de 1969, le describe las amenazas continuas contra él y su familia; la forma en que la policía secreta “le ronda las casas” a Fernando Benítez y a Rosario Castellanos; los telefonemas de media noche que aterran a las amigas; las falsas noticias sobre arrestos que se envían a los periódicos; las agresiones constantes de los editorialistas a sueldo o por convicción.

Se entiende que, en esa atmósfera de intimidación, el miedo o la ira se descarguen en la correspondencia y que arremetan contra los serviciales del tiranuelo. En la misma carta de agosto de 1969 escribe Fuentes:

el abismo entre escritores independientes y oficiales es inmenso y, por lo menos en la literatura, el mito de la “unidad nacional” no existe. El gobierno no tiene verdaderas armas: imagínate a Silvio Zavala “Premio nacional de letras” !!!!!! 

(algo particularmente incómodo pues, como embajador en Francia en 1968, cuando Paz llega ahí procedente de Nueva Delhi, Zavala consulta con el gobierno de GDO pedirle al de Francia que detenga a Paz y se le expulse.)

A partir de Tlatelolco, Paz y Fuentes van levantando en sus cartas un censo de esos intelectuales “independientes” y “oficiales”. Entre los primeros registran a Fernando Benítez, Arnaldo Orfila, Gabriel Zaid, Vicente Rojo, Luis Buñuel, José Emilio Pacheco, Juan García Ponce, Luis Villoro, Daniel Cosío Villegas, Ramón Xirau, Carlos Monsiváis, José Revueltas, José Luis Cuevas, Jesús Silva-Herzog, Ricardo Guerra, Gastón García Cantú, Víctor Flores Olea, Julio Scherer, Manuel Becerra Acosta. Sobre los otros suelen explayar su desprecio

 

[Fuentes: 10 de junio de 1969] Te enviaré, apenas lo utilice para un artículo que pienso hacer, el ignoble discurso de Martín Luis Guzmán en la comida de la libertad de prensa. Este pobre enano momificado le agradece al presidente la libertad de prensa y luego se congratula de que la prensa mexicana sepa utilizar con semejante patriotismo esa libertad, sin caer en las trampas montadas por la subversión montada desde el exterior y en las que cayeron tantos intelectuales o que se dicen tales. Un monumento de oprobio. Los dioses se vengan. Después de que GDO se quedó tuerto, Novo ha caído con un infarto. Éste, en unas declaraciones, dijo que el mejor prosista de México era Arreola y que el Premio Nobel lo merecía… Torres Bodet. All the happy families!  [¡Todas las familias felices!]

 

[Fuentes: 3 de agosto de 1969] Se promueven y se publican ascos como El móndrigo, un folleto obra de la cucaracha llamada [Emilio] Uranga (que dedica sus domingos en la prensa a injuriarnos en tándem), fabricación supuestamente escrita por un estudiante que murió en Tlatelolco y cuyo único propósito es injuriar a Villloro, a Ricardo Guerra, a Xirau, etc.; el Tlatelolco de [Roberto] Blanco Moheno, que es la catedral de la iniquidad y el cretinismo, etc. Todo esto no tiene mas que un nombre: fascismo. Yo me siento habitante de la Italia de Mussolini o de la Alemania de Hitler (primeras épocas). Las cosas se pondrán peor; no dudo que dentro de poco empiece el ataque contra las editoriales: contra los “gachupines” Mortiz y [Vicente] Rojo, contra el “che” [Arnaldo] Orfila.  […] Los dos cortesanos máximos: [Salvador] Novo y [Martín Luis] Guzmán…

 

[Paz: 5 de enero de 1970] ¿Viste la carta de Jaime Sabines a Madame [María Esther Zuno de] Echeverría? Siempre pensé que el expresionismo, además de ser un error estético (es la estética del “efecto” y la explotación de lo “terrible”) era una falta ética –y el caso de Sabines me confirma en mi creencia.

 

[Fuentes: 13 de marzo 1970] Nuestro amigo JLM [José Luis Martínez] reunió a los “intelectuales” (los buenos) a desayunar con LEA [Luis Echeverría Álvarez]. Coordinador del petit déjeneur: José Iturriaga. Bufones oficiales: [Juan José] Arreola y [Arturo] Arnáiz y Freg, disputándose la palabra para decir gracejadas obsequiosas. Poeta oficial: Novo, que compuso una “bamba” en la que maitines rima con Martínez. Gorostiza en silla de ruedas. Flancos: Torres Bodet y Martín Luis Guzmán. Espectadores silenciosos: [Juan] Rulfo, [Jaime] García Terrés, [Rufino] Tamayo… Excluidos: los íntimos de José Luis: [José] Alvarado, [Abel] Quezada, [Manuel] González Durán. El tlatoani define quiénes pueden participar en los ritos y mirarle la cara…

 

[Fuentes: 28 de marzo de 1970] Puedes juzgar la trascendencia de Posdata [el libro que Paz publicó en 1970] por el ataque que te hizo [Alfonso] Martínez Domínguez al recibir la protesta de los not-so-strayed sheep [el rebaño no tan descarriado] de la nueva legislatura (una ávida, gris y monótona grey de líderes corruptos, millonarios, generales selectos, locutores de televisión, Martín Luis Guzmán y Enrique González Pedrero –sector intelectual) […] [Emmanuel] Carballo y Alfonso Martínez Domínguez usan las mismas armas para atacarte: el fetichismo sagrado disfrazado de positivismo pragmático […] [Salvador] Novo es la Madame Pompadour de la literatura mexicana –una Pompadour cada día más parecida a La Celestina.

 

[Fuentes: 10 de abril de 1970] Preparamos varios artículos sobre Posdata para el sumplemento de Siempre!, a fin de poner en su lugar a los críticos deshonestos (llamarlos “críticos” es inexacto, lo sé) o iniciar la discusión de tus tesis al nivel que exigen. Escribiremos Monsiváis, Benítez, Villoro, yo y uno o dos más. No hay demasiada gente. La inteligencia independiente la representan un puñado de nombres. La mayoría sigue prefiriendo sus chambas y su miedo. [José] Iturriaga compara a Díaz Ordaz con Juárez. [Enrique] González Pedrero es senador, etc. No queda más remedio que pararse cada vez que sea necesario, hablar, demostrarles que no tenemos miedo y que sucumbiremos haciendo uso de la palabra.

 

[Paz: Cambridge, Inglaterra, 19 de noviembre de 1970] No pido renunciar a la crítica de México pero, precisamente en nombre de la crítica, debemos enfrentarnos a los nuevos “ninguneadores”. No me refiero únicamente a los viejos chochos y cínicos, Martín Luis Guzmán y Novo, ni a los payasos como Arreola; pienso en los pícaros como Carballo que unen la mala fe a la tontería. Monsiváis [que está en Londres] me ha hablado de ese prólogo a la antología de cuentos publicada por Alianza Editorial en el que niega a toda la literatura mexicana. Esta negación es parte de otra, sospechosa y significativamente presente: la de la revolución mexicana. Hace unos días me dijo Monsiváis: “Hay que creer en la literatura mexicana”. Sí, hay que creer en Sor Juana y en Rulfo, en Reyes y en Villaurrutia, en López Velarde y en Fuentes –hay que creer en ellos con la misma pasión con que argentinos y cubanos, peruanos y chilenos, creen en los suyos. Con la misma pasión y con mayor lucidez.

 

[Fuentes: 8 de diciembre de 1970] La decadencia de la vida literaria en México es aterrante: los “pundits” [opinionantes profesionales] son dos bandoleros de la pluma como Carballo y [Luis Guillermo] Piazza; uno, alentado por el gobierno; el otro, por la embajada norteamericana…

 

(Continuará con los años de 1970 a 1977…)

(Y con la carta de Sabines a la señora Zuno…)

 

 

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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