Un maestro de la ironía

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Pocas veces en la ya larga historia de la relación entre periodismo y literatura encontramos un periodo de esplendor comparable a la Alemania de la República de Weimar (1918-1933). El feuilleton o suplemento literario de diarios como el Frankfurter Zeitung —en cuyas páginas colaboraron escritores como Joseph Roth— alcanzó en estos años turbulentos una rara perfección estilística.
     Entre las firmas más asiduas del feuilleton de Weimar destaca la de Kurt Tucholsky, escritor, poeta, y periodista, del que hace unos meses ha aparecido una selección de artículos y poemas, en edición de la que fuera su esposa y es hoy la administradora de su legado, Mary Gerold-Tucholsky. Según señala el crítico Marcel Reich-Ranicki (véanse los dos ensayos sobre Tucholsky incluidos en Siete precursores, Galaxia Gutenberg, 2003), la prensa habría representado para Tucholsky, además de un medio de vida bastante lucrativo, la salida natural para su grafomanía crónica, ejercitada en una ingente cantidad de textos periodísticos, libros de poesía, numerosas letras para canciones de cabaret, novelas, y una casi inabarcable correspondencia. Sin embargo, en relación con una obra tan amplia y, sobre todo, con la admiración y respeto que despierta Kurt Tucholsky en su país de origen, la nómina de traducciones españolas disponibles resulta sorprendentemente escasa. Además de Entre el ayer y el mañana, traducido también al catalán, en las librerías españolas sólo es posible encontrar las dos novelas cortas Rheinsberg (El Aleph, 1989) y El palacio de Gripsholm (Trotta, 1994).
     Ante semejante panorama no cabe sino celebrar la aparición de este volumen, que incluye artículos y poemas originalmente publicados en diversos diarios y revistas entre 1913 y 1932, sólo tres años antes del suicido de Tucholsky en Hindäs (Suecia). Según se explica en el texto (no incorporado a la traducción española) que sirve de pórtico a la edición alemana de 1963, la selección de Mary Gerold-Tucholsky “reúne las piezas más bellas y brillantes” de dos recopilaciones publicadas por la misma editorial (Rowohlt), a las que se ha añadido el dato del año de composición para “orientar al lector sobre la atmósfera contemporánea”. Nada se dice de la estructura del libro, dividido en nueve secciones que parecen obedecer a cierta afinidad temática, aunque hayan sido bautizadas con títulos tan caprichosos como “Aquí un agua; allá otra; y nosotros siempre en medio”. Todos los tonos y temas característicos de Tucholsky están bien representados en esta antología: su defensa a ultranza del pacifismo, sus ataques al patriotismo, su mirada irónica al mundo de la política y, en general, a los ideales de progresismo encarnados en una socialdemocracia corrupta, su espíritu atormentado, propenso a la melancolía y a la depresión, su suave humorismo. Al lado de ejercicios de ironía como “¿De dónde vienen los agujeros del queso?” (1928) o “Consejos a un mal orador” (1930), encontramos alegatos pacifistas-sentimentales como “Niños alemanes en París” (1925); o crudos y contundentes como “Les abattoirs” (1925), una descripción pormenorizada de la actividad de los mataderos parisinos que acaba con una abrupta referencia a los caídos en la Gran Guerra; o textos de un delicado surrealismo como “Después” (1925-1928), el más largo de los incluidos; o ejemplos de crónica costumbrista como “¡Un momento, por favor!” (1927), sobre la obsesión de los berlineses por el teléfono, o críticas hilarantes a la sinrazón médica como “El enfermo Zeisig” (1930). Con estas piezas es posible recomponer la imagen de un escritor que se debate entre sus convicciones humanistas, raíz de su pacifismo, y su no menos arraigado escepticismo; que reflexiona sobre las dificultades que plantea “el oficio de ser alemán”, a la vez que combate el nacionalismo; y al que, en definitiva, las dudas y contradicciones convierten en un personaje próximo. A esta impresión de proximidad contribuye también un estilo ligero, aparentemente fácil, que la traducción de Jordi Jané ha sabido conservar. Algunas notas a pie de página proporcionan la información necesaria para identificar acontecimientos y personajes contemporáneos. Sin embargo, no se fíen de la tabla de contenidos: todas las páginas están equivocadas. ~

— Marta García Quiñones

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