Reaparición de Arreola

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Juan José Arreola, Prosa dispersa, presentación, selección y notas de Orso Arreola, Lecturas Mexicanas, Conaculta, México, 2002.


Juan José Arreola, Arreola en voz alta, compilación y presentación de Efrén Rodríguez, Sello Bermejo, Conaculta, México, 2002.


Juan José Arreola, Breviario alfabético, selección y prólogo de Javier García Galiano, Conaculta-Joaquín Mortiz, México, 2002.


Claudia Gómez Haro, Arreola y su mundo, Alfaguara-Conaculta, México, 2002.


Una de las novedades en la última Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en diciembre pasado, fueron siete libros en torno a Juan José Arreola. Hacía tiempo que no había noticias suyas, salvo su larga enfermedad final, que lo tuvo postrado durante tres años hasta su muerte, el 3 de diciembre de 2001. Al cumplirse un año de su desaparición, reaparece con estos libros su prestigio y la afición que muchos tenemos por sus obras.
     Tres de esos siete libros son viejos conocidos que ya han sido comentados:Y ahora, la mujer… y La palabra educación, reunidos en un volumen (Diana-Conaculta, 2002); Inventario (Diana-Conaculta, 2002); y una hermosa reedición de un cuento olvidado, Gunther Stapenhorst —que Arreola no incluyó en su Confabulario total, y que publicó originalmente en la colección Lunes, 28, 1946—, presentación de José Emilio Pacheco y entrevistas de Antonio Alatorre y Eduardo Lizalde (Editorial Aldus, México, 2002). Me refiero, pues, a los cuatro restantes.

Prosa dispersa
La colección de Prosa dispersa que hizo Arreola es muy oportuna. Aquí aparece el cuento olvidado “Gunther Stapenhorst” acerca de las imaginaciones de un arquitecto alemán en los años hitlerianos, pero predominan los estudios críticos sobre temas literarios, cinematográficos, teatrales y artísticos. Es interesante conocer los primeros escritos de Arreola sobre obras de Usigli y de Revueltas y los que dedicó a las actuaciones de la compañía teatral de Louis Jouvet en Guadalajara. Pero lo más notable de este libro son los estudios de Juan José Arreola acerca de Montaigne y de Agustín Lara. El prólogo a los Ensayos escogidos de Montaigne, escrito en 1959 —que va al frente del tomo correspondiente de la colección “Nuestros clásicos” de la UNAM—, es un espléndido ensayo de madurez. Escrito a los 41 años, y por una rara vez lejos de la improvisación, está dedicado principalmente a la vida de Montaigne, con bien documentada información.
     Las otras páginas memorables son las de “Lara imaginario”, de 1980, escritas para un excelente libro sobre el compositor, coordinado por Eugenio Méndez Docurro (Agustín. Reencuentro con lo sentimental, Editor Domés, México, 1980). Es un estudio espontáneo, simplemente acumulativo y movido siempre por el entusiasmo, pero que entiende admirablemente su tema, lo comprende y lo venera: “El mérito de Agustín Lara —escribe— es único entre nosotros. Porque alternó sabiamente los refinamientos del espíritu con las más elementales chabacanadas.” Uno de los aciertos del estudio de Arreola es descubrir, en el aluvión de canciones de Lara, sus auténticos logros poéticos. Por ejemplo:

Cisne que Dios pintó en cristal,
     dame el marfil de tu perfil ritual,
     beso de luz, rubor nupcial,
     nítido albor, pálida flor del mal.

Además de estos ensayos mayores, Arreola tiene en esta Prosa dispersa otras páginas interesantes. Destaco “Perspectiva de Zapotlán”, que es de 1945; “Imagen de Pablo con palabras de Neruda”, de 1967; “Ezra Pound”, de 1982, y “El paraíso perdido de las golosinas”, de 1993. Y para futuras ediciones, señalo a Orso Arreola las siguientes omisiones: “Un texto inédito”, Espejo, cuarto trimestre, 1968. Lo recogió Felipe Garrido en Juan José Arreola, Narrativa completa (Alfaguara, 1997) (Divertido y atroz relato de un incidente erótico-cinematográfico de una filmación de Jodorowski.)
     “Prólogo”, “El patio por la mañana” y “Epistolario” (cuatro cartas a Alfredo Velasco, 1943-1953), en Alfredo Velasco Cisneros, Hojas de letras y poesía, Sistema de Educación Media Superior de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 1999. (Es el amigo de juventud de Juan José Arreola.) “Discurso de recepción” por Juan José Arreola, Premio Juan Rulfo 1992 y “Breve antología” de Juan José Arreola, en Premio Juan Rulfo, una década, Selección y prólogo de Juan Gustavo Cobo Borda, Universidad de Guadalajara-Fondo de Cultura Económica, México, 2003, pp. 89-96. (Improvisación poco feliz de Juan José Arreola.)México: ¿quieres tomarte una foto conmigo?, Procuraduría Federal del Consumidor y Editorial Gustavo Casasola, México, 1956. Reproducido en La Gaceta del FCE, México, 376, abril de 2002, pp.

10-14 (Variaciones sobre el tío José María y el fotógrafo Casasola.) Arreola publicó en 1964-1967 doce números de una hermosa revista llamada Mester, dedicada a publicar obras de los miembros de su taller literario. Era natural que hubiera una presentación y algún comentario a los textos publicados. No existe ni una sola línea suya.
      
     Arreola en voz alta
     El compilador de este volumen, Efrén Rodríguez, discípulo de Arreola, forma parte de la reciente promoción colimense que en su universidad hace buenos trabajos de investigación literaria y lexicográfica. La edición de esta colección ofrece 29 entrevistas y es una buena muestra de la calidad de sus trabajos. Como Borges, Arreola tiene una gran propensión a la locuacidad. Cuando es interrogado sobre temas concretos, aspectos de su obra o cuestiones precisas, es conciso y brillante, como en sus respuestas al excelente interrogatorio inicial de Emmanuel Carballo sobre su obra; o en la conversación con varios amigos en torno a Juan Rulfo y que recogió Vicente Leñero; o en el repaso de aspectos de su vida que presenta Germaine Gómez Haro; o en la preciosa conversación con Antonio Alatorre. Hay cuatro o cinco entrevistas sobre ajedrez, pasión de Arreola, y dos sobre Juan José editor y tallerista con informaciones interesantes. La entrevista con Cristina Pacheco es notable por sus preguntas inteligentes, así como la de Marco Antonio Campos sobre lecturas, influencias y empresas literarias. Y la entrevista final, con Carballo, es muy curiosa porque éste se empeña en que Juan José le confiese cuál fue su primera experiencia erótica, y lo va cercando hasta que obtiene la triste confesión. La segunda aparición de Víctor Manuel Pazarín no es entrevista sino un simple comentario.
     Breviario alfabético
     Todos los siete nuevos libros en torno a Juan José Arreola son oportunos e interesantes, pero éste, además, es encantador. Es como lo mejor de Arreola ordenado alfabéticamente y, en cierta manera, otro Arreola. No es el de los textos concentrados de sus cuentos y aforismos, sino el del escritor llano y amable que se ocupa de todo lo divino y lo humano. Arreola era un depósito de saberes poco comunes, que aquí aparecen como breves monografías o ensayos, sobre ajedrez, el amor, el asco, los avestruces, Borges, la cárcel, el cine, los grandes actores del pasado, Claudel, las computadoras, Cosío Villegas, las cueraceras, los cuervos, la cultura, Eva Curie, la digestión, la historia del cuento de Tito sobre el dinosaurio, Dios, la educación, los incendios, las enciclopedias, la encuadernación, el ensayo, el escritor, el esquite, la fornicación, el poeta Venancio Fortunato, Carlos Fuentes, la hiena, Victor Hugo, el humorismo, la Iglesia Católica, la imprenta y los grandes creadores de tipos, los instrumentos de escritura, Louis Jouvet, el juego, Kafka, Kant, Agustín Lara, la lectura, la literatura, López Velarde, la mariposa, Mejía Sánchez, la menosorquia, Montaigne, Gerhard Muench, la mujer, la música, los nombres, Álvaro Obregón, el pan, los papeles para imprimir, Papini, París, pastorelas (informativa), Pellicer, percal, piñata, Plastisex, Los Presentes, prostitución, Proust, relojes, Alfonso Reyes, rinoceronte, Rivas Sáinz, ropas, Rousset Banda, Rulfo, solapas, toros, Teatro de Media Noche, telas (gran repertorio), temblor, tenis de mesa o ping-pong, tepache, toro de once, universidad, Usigli, Vasconcelos, víboras, vientos, vinos (brillante), Fernando Wagner y Zapotlán.
     Veamos ahora algunas de sus definiciones o entradas: “Matrimonio. El matrimonio es un molino prehistórico en que las dos piedras se muelen a sí mismas.” “Gabriela Mistral. Desde niño conocí la obra de Gabriela Mistral que, desde luego, no es muy relevante. A cambio de ello fue, como mujer y maestra, excepcional.” “Mujer. El cuerpo de la mujer es el que mejor entiende el espíritu del hombre.” “Niña. Desde un principio me di cuenta de que las niñas eran más bonitas que nosotros […] Pero la vista de aquellas criaturas extrañas […] que no traían pantaloncitos sino falditas y el pelo largo […] allí, allí fue donde yo percibí la belleza.” “Fornicación. ¿De veras eso es fornicar? Yo creí que era algo así como quién sabe. Eso que usted dice quisiera hacerlo todos los días, pero nomás lo hago una vez a la semana, cuando mucho. Ya ve usted, la ignorancia.” “Prostitución. Cada vez que se muere una mujer de la vida alegre, sucede algo muy bonito y muy triste. Una o dos de sus compañeras, o la dueña de la casa en que pecaba, salen a pedir el vestido de una muchacha honrada para enterrarla con ropa limpia.” “Marcel Proust. La tía Léonie, Lupe mi prima y yo hemos demostrado a lo largo de nuestra vida que se puede vivir sin comer…” “Alfonso Reyes. Conservo un telegrama que me envió don Alfonso cuando apareció la edición conjunta de Confabulario y Varia invención, en el que me escribió el mayor elogio que me han hecho como escritor: ‘No me canso de mirarme en su espejo.'” “Juan Rulfo.

Más que realista, Rulfo es un escritor fantástico, un artista iluminado y ciego. Es decir, ha dado los más grandes palos de ciego en nuestra literatura actual.” “Antonio Vivaldi. El inolvidable cura rojo, que era rojo por el color de su pelo y rojo por su sangren encendida que lo llevó a apasionarse por tantas mujeres, con el fin de tenerlas juntas fundó una orquesta femenina, una preciosa orquesta en Venecia de puras muchachas, violistas y violinistas.”

Arreola y su mundo
El Breviario alfabético y Arreola y su mundo son los dos mejores libros de estas novedades. Éste, editado por Claudia Gómez Haro, tiene, además, el interés de recoger las conversaciones de Arreola, en varios casos exclusivas de estas páginas. Su historia es la siguiente. En septiembre de 1990 la empresa Cablevisión invitó a Juan José Arreola a realizar un programa cuyo tema sería “Arreola y su mundo”. Aceptó pero pidió tener como interlocutora a Claudia Gómez Haro, su discípula en un taller literario. El resultado fueron 119 programas de una hora. No había, pues, un texto escrito sino improvisaciones filmadas en una cinta, que inicialmente había que transcribir, lo que realizó Socorro Hinojosa, de más de 200 horas de grabación.

Muchas veces —cuenta Claudia Gómez Haro— me dediqué a ver y volver a ver cada uno de los programas para hacer después un minucioso trabajo de edición, que mantuviera no sólo la riqueza y la precisión del lenguaje de Arreola, sino también el tono y la forma de charla de aquellas entrevistas […] De la transcripción y la edición pasé a la recreación […] a la ambientación de ese universo infinito e íntimo compuesto de momentos, pausas, reflexiones, desbordamientos, lecturas, pasiones […] que es el mundo de Arreola […] Volver escrita la palabra hablada ha sido una nueva sorpresa para mí.

Los 119 programas con 200 horas de grabación se convierten en veinticinco textos bien escogidos y elaborados. En principio debe reconocerse que las intervenciones de la interlocutora son la discreción misma, pues nunca quiere competir con el maestro. Y luego afirma que el trabajo de confirmar las citas literarias de Juan José fue difícil y largo, y está bien realizado en lo general. Arreola presumía de conocer de memoria la obra de López Velalrde pero a veces su recuerdo fallaba y la inventaba. En la página 225 de este libro hay dos pasajes enturbiados. El primero tiene estos tres versos: “Ya que tu voz como un tenue vapor me baña / y mis ojos, tributos a la eterna guadaña / voz al mirar de frente al ataúd.” Estos versos del poema “Te honro en el espanto”, dicen así: “Ya que tu voz, como un muelle vapor me baña / Y mis ojos, tributos a la eterna guadaña / Por ti osan mirar de frente el ataúd.” (Subrayo los pasajes trastocados.) Cuando visitamos a Juan José enfermo, yo no conseguí que me dijera ni una palabra, pero un amigo me contó que le había recordado un soneto de Lope o de Pellicer, y que Juan José le cambió algunas palabras, pero sin romper la medida de los versos. ¿Por eso dijo tenue en lugar de muelle?
     El otro pasaje enturbiado está en la misma página 225 y es un batidillo. Anuncia: “Recuerdo unos versos que dicen”: y luego aparece, como prosa, lo siguiente:

Estos restos de artesonado y hoy mis copiosas lágrimas derramé, enlutada que un día de entusiasmo soñé condecorar, prendiendo en la alborada de las nupcias en el trono unas fecundas ramas de azahar, dime, ¿es verdad que ha muerto mi quimera y el idólatra de la palidez no volverá a extasiarse ante el milagro de la diáfana rosa?

La primera frase, “Estos restos de artesonado”, no merece ser de López Velarde, quien nunca, que yo recuerde, escribió artesonado. Y el resto es una variación de un pasaje del poema “El adiós”, que dice así:

Enlutada que un día de entusiasmo
     soñé condecorar
     prendiendo, en la alborada de las
      nupcias,
     en el gro nobiliario de tu pecho
     una fecunda rama de azahar.
     Dime: ¿es verdad que ha muerto
      mi quimera,
     y el idólatra de tu palidez,
     no volverá a soñar con el milagro
     de la diáfana rosa de tu tez?

Pero estos tropiezos son excepcionales y se habrían resuelto con una nota explicativa. Todas las demás y muy abundantes citas están bien, y el libro enriquece la bibliografía de Juan José Arreola. Por otra parte Arreola y su mundo me recuerda el último libro de Borges.

Se trata de las seis conferencias que pronunciara en inglés en la Universidad de Harvard, en el curso 1967-1968, como unas de las famosas Charles Eliot Norton Lectures. Nada se ha dicho respecto al olvido en que se tenían estos preciosos textos, que sólo se publicaron en 2000, treinta y tantos años más tarde y catorce después de la muerte de Borges. La edición de Harvard se llama This Craft of Verse y la traducción española, por Justo Navarro, Arte poética. Esta última lleva un prólogo lamentable de Pere Gimferrer, y ambas fueron editadas, con notas y epílogo notabilísimos, por Colin-Andrei Mihailescu. Así las califico porque aclarar las fuentes de las millares de referencias de Borges, de poetas antiguos y modernos, y a menudo escasamente conocidos, es tarea ardua. Pues bien: los de Arreola fueron programas televisivos y las de Borges conferencias, ambos de una hora. Borges sólo tenía su memoria admirable para guardar tantos versos y citas; y Arreola pudo llevar libros para leer, y, en el caso de López Velarde, sólo su memoria. En la segunda conferencia sobre “La metáfora”, Borges dijo: “Creo que en algún sitio Homero habla del ‘sueño de hierro de la muerte'”. Y el editor Mihailescu, con extrema cortesía, explica:

46-17. No existe referencia a “sueños de hierro” en las noventa y una voces que aparece ‘sueño’ entre las concordancias de Homero. Borges quizá piense en la Eneida de Virgilio, en la traducción de John Dryden: “Dire dreams to thee, and iron sleep be bears” (libro v, verso 1095.) “An iron sleep his stupid eyes oppress’d (libro xii, verso 467).

¿Y si Borges pudo equivocarse en una alusión, por qué Arreola no puede enredar sus recuerdos de nuestro poeta? Y una nota cortés del editor lo arreglaría todo. De las veinticinco charlas que forman Arreola y su mundo, destaco en primer lugar las que tienen por tema a Rubén Darío, a Marcel Proust y a Remedios Varo. Las citas de Darío son encantadoras y los largos pasajes de la “Epístola a la señora de Leopoldo Lugones” —título que Juan José Arreola no menciona— son deliciosos. La de Proust es un repaso biográfico que muestra una comprensión profunda de este autor y de su mundo. Dice Arreola: “La gran obra de Proust no está hecha de cosas ni de sucedidos —aunque los hay— sino que plasma la autobiografía de las emociones, en realidad es la autobiografía de una conciencia y de una sensualidad.” Y el breve texto sobre Remedios Varo es precioso. Cuenta Arreola las maravillas que Remedios hacía con huesos de pollo y subraya con acierto el medievalismo de la pintora, su gusto por el maderamen en las techumbres, los armarios, los clavijeros, los percheros, las armaduras y las espadas. Y concluye: “Remedios apuesta perfectamente su capacidad creadora, imaginaria y fantasiosa hasta el extremo mundo de los sueños y esto es lo que más asombra y maravilla.” Después de estos textos arreoleanos preferidos, señalo también los dedicados a Baudelaire y a Borges —grandes pasiones de Juan José; a “Los rostros de Cristo”, a “Mi historia deportiva”, a la Enciclopedia y al vino, “la invención de la alegría”, a los oficios que practicó y que ama, y a Pablo Neruda, un “ser acuático lleno de humedad”.
     Es, pues, este libro un panorama amplio, y bien escogido de las grandes pasiones de Juan José Arreola. Quienes lo vieron y escucharon en la televisión, recordarán al maestro y quienes ahora lo descubrimos disfrutamos su ingenio persuasivo y cordial.

Y algunas sugerencias
A los volúmenes Prosa dispersa, Arreola en voz alta y Arreola y su mundo les hace falta un índice de nombres. Breviario alfabético es ya un índice y no requiere otro. De estos libros sólo está muy bien ilustrado Arreola y su mundo. De todas maneras, una iconografía de Juan José Arreola es indispensable porque existen espléndidas fotos de él. Además de sus programas de Televisa, Juan José hizo varias series de programas radiofónicos como los de Tere Vale, programas que se conservan y es deseable que se publiquen, bien editados. Y hace falta también una colección antológica de los estudios que se le han dedicado: recuerdo, en principio, los de Carballo, Alatorre, Ojeda, Yurkievich, Garrido, Castañón, Pacheco, José Agustín, Lizalde, Poot Herrera y un viejo amigo de Juanito Arreola, que esto escribe. Recordar que Óscar Mota tiene un estudio minucioso de Juan José Arreola editor. Y cuando se emprendan las Obras completas sugiero no olvidar los versos que escribió, sus piezas de teatro y sus traducciones. Además de las que recogió Joaquín Díez-Canedo en uno de los tomitos rojos que hizo, Saúl Yurkievich descubrió unas versiones arreolinas de “El grupo de los apóstoles. Aproximaciones”, de Paul Claudel, que se publicaron en 1970 en una edición privada llamada El Greco. Las incluyó al fin de su antología Obras de Juan José Arreola, del FCE, 1995. Las hagiografías no suelen hacer mucho caso de los apóstoles y estos textos magistrales llenan ese hueco. –

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