Ilustración: Fabricio Vanden Broeck.

Breve manual de zoología política: Ratón del Verde Gabán

Para construir este bestiario escogimos a los diez políticos más representativos de nuestro atribulado país. Uno de ellos es un monstruo de dos cabezas, ambas corruptas. De tierra, agua y aire, los animales imaginarios aquí descritos han conquistado con méritos sobrados su derecho a figurar en esta taxonomía del despropósito y la zafiedad. Invitamos a nuestros lectores a ponerles nombre y apellido.
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Ratón del Verde Gabán

Roedor desobediente cuestionado en casi todos sus ámbitos, potestades, atribuciones y antojos. De dudosa serenidad y sobriedad, dícese que es mamífero diminuto que encuentra solaz en hornos y calderas (de allí su nombre científico) y reconocible por la recurrente propensión a camuflarse con el verde gabán, de tallas holgadas, mangas largas y gorra también verde-olivo encalada hasta las cejas. Tales persianas, ambas arqueadas: infunden incertidumbre; una sola –arqueada al tiempo en que la cara se pone seria, llega a transmitir enojo– y ambas, más la sombra de unos párpados que podrían parecer aún más trasnochados, ocultan notablemente el uso de gafas aparentemente invisibles de incierta dioptría.

El Ratón de Verde Gabán, irracionalmente tildado de espurio fuera del laboratorio, se ha distinguido por el énfasis con el que se expresa en ciertas posturas erguido, elevados los cuartos traseros con escalones, bancos o huacales que favorecen la ilusión óptica de estatura impostada. Acostumbra la mirada fija en lontananza, el apenas audible ronroneo de las letras completas de todos los himnos militares y dicen sus estudiosos más entregados que evita la contemplación de las nubes y cualesquier insecto volador, ave rapaz o nube con alas que cruzara los cielos. Mejor conocido como el ratón que invirtió los colores de la banda que a veces le cruza el pecho (quizá para romper con el maleficio tradicional de otros muchos Ratones Verdes y consagrarse como el Roedor de Franja Roja), se sabe de su mareada propensión a la repetición constante de estadísticas, números siempre favorables y al anonimato funcional con el que parece reconocer-desconocer sin cuenta mil víctimas de la nefanda coreografía, corredero social y pudridero de toda hampa, desatado en gran medida por el uso y potencia que confiere su gabán verde-olivo de talla demasiado agrandada.

De sonrisa fácil y con dominio de guiños convincentes de entendimiento ajeno, el diminuto roedor del gabán verde-olivo sabe disimular hondos dolores y mayores corajes; se adapta a camuflajes temporales de diferentes regiones, climas y colores; parece no intimidarse con animales de otros idiomas o latitudes, aunque su presencia efímera y limitado tamaño subrayan la fugacidad de sus excursiones allende el nido.

Al parecer habituado al pantano de sangre que rodea su comarca, madriguera, jacal, paisaje y querencia, el Ratón del Verde Gabán reconoce en sus bigotes gran parte de la responsabilidad hemática en la pigmentación de su hábitat y, aunque una inmensa mayoría juzga sus correrías y rasguños como inofensivos, hay zootecnistas anónimos que pronostican que no se extinguirá sin heredar una debacle de naipes, caída de números, refriega de onómatosticos o gran flatulencia. ~

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(ciudad de México, 1962) es historiador y escritor.


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