John Waters, artista

La primera exposición del cineasta John Waters está llena de escarnio y, más que ironía, aplica la lógica a su tema favorito: el mal gusto. 
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(Beverly Hills John © John Waters. Cortesía del artista y Sprüth Magers. Fotografía © Stephen White)

"Si la celebridad es la única obscenidad que queda en el mundo del arte, ¿dónde encajo yo?" se pregunta John Waters en su primera exhibición individual en Londres, en la galería alemana Sprüth Magers. Imposible catalogar su obra como one liner art, es decir, el arte como chiste irónico que se mofa pasajeramente del snobismo arbitrario que parece caracterizar al actual mundo del arte contemporáneo. Si bien la exhibición está llena de escarnio, John Waters está lejos de la ironía y más cercano a la lógica aplicada a su tema favorito, el mal gusto. 

En sus propias palabras, Waters "quiere ser despreciado", al igual que Divine, la inolvidable travesti semi calva que en Pink Flamingos defiende a pulso su título como 'La persona más asquerosa en el planeta". Pero los tiempos han cambiado desde que Divine se comió aquel excremento de perro en la gran pantalla para el asombro –y reconocimiento– de todos quienes han visto y verán la sin duda asquerosa escena. Defender el puesto hoy demanda del artista un fino humor negro aplicado tanto a iconos literarios como a ídolos pop norteamericanos sin dejar de paso las alusiones a su sexualidad y a la comunidad gay.

Beverly Hills John (2012), pieza que le da nombre a la muestra, es una suerte de autorretrato intervenido por cirujanos plásticos. El contorno de la cara afilado, las arrugas desaparecidas, las cejas en gesto permanente de sorpresa y los ojos rasgados de tanto jaloneo de piel. La misma expresión de cada vez más mujeres y hombres que encuentran confort en la homogeneidad de sus rostros artificialmente rejuvenecidos. ¿Qué podría seguir cuando el extremo deviene normalidad? Que estos mismos procedimientos se apliquen a los canes de sus dueños intervenidos, se contesta Waters. En Reconstructed Lassie (2012) el border collie favorito de Norteamérica recibe los mismos estiramientos de, por un lado Waters, y por el otro un Justin Bieber del futuro igualmente intervenido.

De una sala contigua escapan las voces de niños que, modestamente caracterizados como los personajes de la película más infame de Waters, realizan una lectura grabada en video al guión editado de Pink Flamingos. Luchando por mantenerse serios, no pueden evitar intercambiar risitas cuando llegan a la escena en que Divine recibe un regalo de cumpleaños muy especial –"Oh, a turd!!"–. Contrario a la intención del artista –que la secuela infantil sea aun más perversa que el original–, Kiddie Flamingos subraya en cambio la enorme distancia entre lo que incluso en papel fue escandaloso en 1972 y lo que hoy resulta, sobre todo, bastante tierno.

El John Waters artista es más afilado, aunque nunca menos divertido, que el cineasta. En la serie Library Science presenta las portadas de novelas de bolsillo junto a sus sátiras eróticas. Así, la novela infantil de Ian Flemming Chitty Chitty Bang Bang se convierte en Clitty Clitty Bang Bang en la pluma de un tal Dion Dermot; My Fair Lady es My Foul Lady, Valley of the Dolls es Valley of the Dogs y mi favorita, la ya de por si sugerente Some Like It Hot se convierte en Some Like it Hard. Las portadas originales que Waters ha seleccionado corresponden a relatos de hombres blancos heterosexuales; sus espejos son en su mayoría homoeróticos y multirraciales. Con este ejercicio de contraposición Waters hace manifiesto el paralelismo existente entre los relatos hegemónicos y sus contrapartes por default contraculturales. El artista se lo explicó al reportero del Guardian en términos más simples: "Creo que nunca eres un clásico en literatura hasta que te hayan hecho una parodia porno".  

Más adelante, presenciamos el descenso de los Kennedy del último vuelo a Dallas que tomarían juntos antes que el presidente muriera asesinado horas más tarde. En Grim Reaper (2014) la sonriente pareja baja las escaleras del Air Force One seguida por la parca, la nívea e inexpresiva muerte con su larga guadaña tal como la conocimos en el Séptimo Sello de Bergman. En esta pieza, tal vez la única en la muestra que realmente podría herir sensibilidades, Waters no utiliza la ficción como base para articular sus cómicas críticas a la normalidad norteamericana; al usar en cambio a un mito nacional e introducir en él un guiño de ficción, el artista señala no solo lo obvio –la presencia de la muerte en aquel trágico día– sino al estatus que el mito (i.e., "el primer presidente de la cultura pop") ocupa en el imaginario del país, más cercano al encabezado de un tabloide que a cualquier legado político.

En montajes fotográficos e instalaciones John Waters repasa los objetos de sus obsesiones y actualiza sus afectos. De entre todos, los únicos que se mantienen intactos son por Mike Kelley, artista desaparecido cuya obra Waters coleccionó ampliamente y a quien le dedica un altar cuyo pequeño tamaño es inversamente proporcional a su carácter kitsch en R.I.P. Mike Kelley (2014); por Jean Genet, su héroe de infancia para el que recupera simbólicamente su lápida robada en Stolen Jean Genet (2014); y por Federico Fellini, director al que homenajea en la pieza Fellini's 8 1/2 (2014), una enorme regla de madera de casi tres metros de largo pero que, según la escala dispuesta por el italiano, no mide más que  "8 1/2 ".

La pregunta inicial de Waters queda pues, si bien no respondida, sí suficientemente explorada a lo largo de una muestra en la que la celebridad se percibe no como una pérdida de control sobre la imagen propia, ni como la tortuosa entrada de un sujeto creativo a la homogeneizante línea de ensamblaje del 'star system' ya no del cine, sino del arte contemporáneo. Para Waters la celebridad es una construcción consciente que surge de la negociación de sus posiciones en la industria del entretenimiento; El cineasta, el coleccionista, el fanático, el comentador y el artista como sátiro se entregan cada uno al juego de la celebridad, exponiendo lo público y lo privado y disfrutando, sobre todo, la naturaleza salvaje, gratuita y absurda de la notoriedad contemporánea. 

 

Beverly Hills John se presenta en la galería Sprüth Magers de Londres del 30 de junio al 15 de agosto del 2015.

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