El misterioso éxito de Snapchat

A pesar de ser una aplicación difícil de usar, Snapchat goza de una audiencia y un crecimiento envidiables. ¿A qué se debe su éxito?
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Snapchat empezó como una aplicación que permitía compartir fotos y videos que desaparecían tras ser vistos por el destinatario. A cinco años de su lanzamiento se ha convertido en una plataforma de comunicación compleja, con capacidad para que sus usuarios hablen por teléfono, envíen mensajes, creen historias que vivan 24 horas y accedan a una sección especial llamada Discovery, donde encontrarán canales de distintos medios como CNN, ESPN, y Vice, que curan contenidos especiales para la red.

Después de instalar Snapchat me tomó poco tiempo decidir que tratar de comprenderla a fondo entraría a una larga lista de fenómenos en los que prefiero no invertir más de mi tiempo (en la lista incluyo al Bitcoin y las reglas del cricket.) Hice un “focus group” y le pedí a mis amigos (todos mayores de treinta), que instalaran la aplicación. Quizás compartirían mi frustración. Los que la bajaron se dieron por vencidos tras un par de días de uso.

Sin embargo, pese a su aparente complejidad para los treintañeros (y cuarentones y cincuentones), a principios del 2016 se publicó la noticia de que Snapchat reportaba un total de 8 billones de vistas de video al día, mismo número que Facebook, la red social más grande del mundo. Lo más interesante es que Snapchat tiene apenas 100 millones de usuarios a nivel mundial mientras que Facebook tiene 1.5 mil millones de usuarios. Sin embargo, Snapchat es la gran herramienta de comunicación para los millennials. Y esa exclusividad vale oro.

Su crecimiento es exponencial, además de que cuenta con una audiencia compuesta en casi un 50% por jóvenes entre 18 y 24 años, envidia de las demás redes que dividen sus audiencias de manera bastante equitativa entre los grupos demográficos.

Vale la pena ver a Snapchat como un fenómeno que puede iniciar otra etapa en el mundo de las redes sociales. Aunque los menores a 18 años siguen viendo Facebook y Twitter como instrumentos valiosos, están acostumbrados a vivir con ellos desde pequeños, y quizás los perciben como medios tradicionales de comunicación.

En el futuro, las nuevas generaciones probablemente buscarán plataformas que sean crípticas para generaciones mayores. En otras palabras, en las que no esté su abuelita comentando en cada una de sus fotos (“cada día más chulo, Luisito”). También le darán más valor a la autenticidad, llevando a los usuarios a compartir momentos cada vez más personales de su vida diaria, sin necesidad de seudónimos o cuentas falsas. Snapchat cumple con esas dos características, una red difícil de operar, donde la autenticidad del usuario es un valor esencial. Es difícil que un brand manager lleve la cuenta personal de un individuo: la manera en la que los usuarios se están comunicando en esta plataforma hace muy difícil que alguien comparta una serie de fotos, videos o mensajes sin mostrar su cara, voz, a diferencia de las redes tradicionales en las que, entre cuentas populares, se ha vuelto una practica común delegar el manejo de redes. Esa característica de Snapchat crea un sentimiento de intimidad con los usuarios.

Las redes sociales “tradicionales” no se irán a ningún lado, pero para los más jóvenes bien podrían llegar a ser tan anticuadas como el fax.

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Vive en Nueva York, donde trabaja para una agencia de medios especializada en videojuegos. Escribió El Libro Chilango (Planeta, 2013).


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