Las preguntas de Michael Haneke

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The White Ribbon (2009) es la última cinta de Michael Haneke, uno de los grandes íconos del cine europeo contemporáneo. Nació en Munich en 1942 -la etapa más álgida de la guerra- y poco después se mudó a Austria en compañía de su madre. Estudió filosofía, psicología y dramaturgia después de saberse negado para la actuación y la música, pasiones frustradas que más tarde utilizaría como herramientas de trabajo. Al salir de la academia fue crítico de cine, director de teatro y editor para la televisión alemana. En 1974 dirigió su primera película televisiva, y no fue sino hasta 1989, a los 47 años de edad, que realizó su primera obra cinematográfica, la austriaca The Seventh Continent, a la que siguieron Benny’s Video (1992) y 71 Fragments of a Chronology of Chance (1994): su llamada Glaciation Trilogy.

Code Unknown: Incomplete Tales of Several Journeys (2000), su primera película francesa, da comienzo a su presencia victoriosa en el Festival de Cannes con el Premio del Jurado Ecuménico. The Piano Teacher (2001) se lleva tres preseas: Mejor Actor, Mejor Actriz y el Gran Premio del Jurado; por Hidden (2005) le dan el Premio al Mejor Director además del FIPRESCI y, de nuevo, el Ecuménico; y The White Ribbon obtiene el FIPRESCI una vez más y, finalmente, el máximo galardón al que aspira el cine de autor: la Palma de Oro.

Tanto su biografía como su filmografía más significativa son elementos que moldean la cinta que para muchos es su obra maestra; una película de un hombre que no entretiene ni cae en lugares comunes por el simple hecho de filmar, sino que se da a la tarea de analizar a la sociedad y subrayar los atroces defectos que la conducen hacia un desfiladero existencial. La descomposición del tejido social es el monstruo contra el que lucha en varios frentes, con distintos métodos narrativos y estructuras diferentes en cada obra.

The White Ribbon retrata una aldea alemana en 1913 y 1914, justo antes de que dé comienzo la primera gran guerra del siglo XX. Misteriosos actos de violencia desatan la trama: el doctor del pueblo tiene un grave accidente que con toda seguridad fue premeditado, pero no hay un sólo sospechoso; la esposa de un granjero muere a causa de las condiciones paupérrimas del granero en el que trabaja, propiedad del barón, una suerte de señor feudal de la zona; las cosechas de éste son destruidas por el hijo de la granjera muerta, y ese mismo día el hijo del barón es torturado, pero sobrevive; poco más tarde, el hijo de la asistente personal del médico, quien padece retraso mental, es también golpeado. La responsabilidad de estos hechos se mantiene como una incógnita.

Si hubiera una constante en la filmografía de Haneke sería la rotunda negación a ofrecer explicaciones. “Quien ofrece respuestas claras a problemáticas complejas miente”, ha declarado el cineasta. De ahí su postura tan crítica ante el cine comercial que expone soluciones cómodas de engañosa simplicidad que funcionan sólo como entretenimiento y válvula de escape. “Es imposible presentar conclusiones reales en noventa minutos”. Las puertas quedan abiertas en aras de la reflexión de un público que funge como interlocutor activo: sus cintas no terminan en la pantalla sino que continúan en la mente del espectador.

Tanto la crítica especializada como el autor están de acuerdo en que una de las posibles lecturas de The White Ribbon es la búsqueda de las raíces que engendraron el fascismo alemán. Aplacados a base de violencia física y psicológica a la vez que sospechosos de ser responsables de los delitos irresolubles, los niños y jóvenes retratados forman parte de la generación que más tarde se uniría a las filas del nazismo. La gente humillada por la sociedad, reprimida y subyugada es presa fácil para cualquier forma de doctrina, sea fascista, religiosa o política. En este caso, el autoritarismo germánico-protestante es la ideología bajo la que toda una generación fue criada. El valor social que se le adjudica a seguir las reglas y acatar las normas impuestas desde la cúpula es imperante.

Con una sublime estética en blanco y negro y un rigor cinematográfico sin paralelo, The White Ribbon es una obra maestra anclada en una estética clásica que nos remite a una era previa a la televisión. Es también un intento por retratar el estado de ánimo de esa parte de Europa que en el siglo pasado sufrió (y causó) los estragos de la guerra. Como lo dicta la formación de su autor, es una película repleta de filosofía, psicología y drama, planteada para reinventarse con cada revisión.

Dentro de la deslumbrante filmografía de una impecable solidez intelectual, esta última pieza que explora el pasado para evitar su repetición es una cinta imprescindible no sólo para la cultura europea sino para el mundo entero. Hay mucho que aprender de la cosmovisión de este sincero pensador cinematográfico.

-Juan Patricio Riveroll

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(ciudad de México, 1979) Escritor y cineasta


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