Thelma & Louise.

Thelma & Louise: Una película feminista en Hollywood

Este año se cumplen 25 del estreno de Thelma & Louise, un éxito pop que es, además, una película de culto para el feminismo.
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Conozcan a Thelma y Louise

Este año se cumplen 25 del estreno de Thelma & Louise, un éxito pop (recaudó 45.3 millones de dólares en las taquillas estadounidenses) que es, además, una película de culto para el feminismo. Primero, porque fue escrita por una mujer y porque se ganó el Óscar por mejor guion original en 1992. Debe considerarse que, entre 1940 y 1991, solo cuatro mujeres se habían llevado este premio, y que lo hicieron en compañía de sus esposos o de otros hombres.[1] En cambio, con Thelma & Louise, Khouri fue la primera mujer en ganar por sí misma este reconocimiento. En segundo lugar, la película sigue siendo recordada porque fue estelarizada por dos actrices –Geena Davis y Susan Sarandon– en papeles que con demasiada frecuencia son interpretados por hombres. En este sentido, el reconocido crítico de cine Roger Ebert escribió que Thelma & Louise presentaba “al fin, la versión femenina de los géneros que definieron a la década de los 60: las películas de carretera(road movies), las de compañerismo (buddy pictures) y las de renegados (outlaws against society)”.

Pero la película también se ganó el aplauso de las feministas por la manera en que representó la violencia de género. Y es que en Thelma & Louise la violación no es un hecho extraordinario, perpetrado por un hombre enfermo que no reconoce las reglas básicas del respeto y la convivencia. Por el contrario, Harlan Pucket (Timothy Carhart) es un hombre atractivo, caballeroso y normal, que le paga los tragos a Thelma, la saca a bailar, la invita a tomar aire fresco al estacionamiento del bar y finalmente la viola. La escena es crucial porque decide alejarse del prototipo del violador (el extraño que se esconde en la oscuridad de los callejones) para abordar el tema de la violación que ocurre en las citas, un crimen que es mucho más frecuente.[2]

No conforme con ello, Thelma & Louise entiende a la violación como una manifestación más de la violencia contra las mujeres. Darryl, el marido agresivo y controlador de Thelma, muestra la cara de la violencia intrafamiliar. Por su parte, los trabajos que Thelma y Louise desempeñan (mesera y ama de casa) hacen patente la disparidad económica y laboral entre hombres y mujeres. Mientras tanto, el acoso sexual queda representado en el camionero que, en tres ocasiones distintas, le dedica su repertorio más obsceno de gestos, señas y palabras a las protagonistas. Y, finalmente, la película da cuenta de la revictimización judicial y policiaca cuando, tras haber asesinado a Harlan Pucket, Louise se niega a pedir ayuda a las autoridades porque “cerca de cien personas te vieron bailar con él”, le dice a Thelma, “nadie creerá que te violaron”. Así, la violencia sexual de género no aparece como excepción, sino como un problema recurrente que tiene sus causas en lo jurídico, lo político y lo social.

Por si fuera poco, Thelma & Louise no ofrece un final feliz (como lo hace su antecesora, The Accused, 1988). Acorraladas por una docena de patrullas, un helicóptero y el FBI, las protagonistas deciden “no darse por vencidas” y “seguir adelante”, es decir, conducir su icónico Ford Thunderbird modelo 66 al precipicio del Gran Cañón. Un par de finales más eran posibles. Entregarse a la policía –lo que habría resultado contraproducente porque, de acuerdo con Thelma, “nadie les habría creído”– o llegar a México –y bien sabemos que el acoso y el abuso sexual no se habrían detenido al cruzar la frontera. Sobre el suicido de Thelma y Louise –que desconcertó a buena parte de la audiencia–, Callie Khouri comentó: “Fue un final simbólico. Hicimos todo lo posible para que los espectadores no vieran sus muertes, para que se quedaran con otra imagen: Thelma y Louise volaron fuera de este mundo porque nuestra sociedad todavía no es lo suficientemente grande como para apoyar a las mujeres que se han liberado de todas sus cadenas”.

 

¿Un final feliz?

En su discurso de aceptación, con estatuilla en mano, Callie Khouri declaró: “para todos los que querían ver un final feliz para Thelma & Louise, para mí, este es”, haciendo alusión al Óscar que había ganado. En su momento, Geena Davis también pensó que esta sería la película que cambiaría a Hollywood.

Desde 1993 hasta hoy, solo tres mujeres más se han llevado el galardón por mejor guion original (Jane Champion, Sofia Coppola y Diablo Cody) y, de acuerdo con Martha Lauze, directora ejecutiva del Centro de Estudios de la Mujer en la Televisión y el Cine, de las 700 películas más rentables del 2014, 13% estuvieron a cargo de directoras, 27% en manos de productoras, en solo 18% de ellas participaron editoras y 13% fueron escritas por mujeres guionistas.      

Pero no bastan las cifras. En los últimos años, varias actrices –entre las que se cuentan Patricia Arquette y Gwyneth Paltrow– han hecho énfasis en la disparidad salarial: sus contrapartes ganan mucho más que ellas por el mismo trabajo. A la vez, se han publicado los testimonios del acoso sexual que padecen las mujeres que trabajan en esta industria. Si a esto le sumamos que las mujeres siguen siendo responsables del cuidado de los niños y de los quehaceres domésticos, las estadísticas quedan explicadas y dejan de ser “asombrosas para el siglo XXI”, como le parece a muchos. Si las mujeres en Hollywood son excepcionales es porque para conservar su trabajo deben sobrellevar el acoso sexual, conformarse con una menor paga, resignarse ante la falta de ascensos y buenos proyectos y negociar su punto de vista con quienes suelen tomar las decisiones finales (y que, en su mayoría, son hombres) –lo que sucede en otras profesiones y oficios. 

Peor aún, varios críticos y entrevistadores ignoraron que Thelma & Louise se trata de violencia de género. En The Late Night Show, David Letterman comentó que la película se trataba “de dos mujeres que son mejores amigas… bueno”, vaciló, “de dos mujeres que se vuelven mejores amigas” (a lo que Susan Sarandon respondió: “sí, me imagino que podrías decir eso, desde un punto de vista bastante superficial”). Y en repetidas ocasiones se dijo que Thelma & Louise promovía la tan temida “venganza de las mujeres”. Cabe mencionar que estas interpretaciones simplonas y sensacionalistas contribuyeron a oscurecer el tema de fondo de la película: la violencia contra las mujeres.

Por todas estas razones, Thelma & Louise no fue un parteaguas. El T-bird 66 está sepultado en el fondo del Gran Cañón. Cada aniversario, un puñado de feministas la reproduce como una película de culto, como la excepción que confirma la regla, y no como el inicio de una nueva época. Si de todo esto se debe sacar una moraleja, propongo esta: no es suficiente la mancuerna entre el pop y el feminismo –a la que ahora estamos acostumbrados con Beyoncé, Emma Watson y hasta Yuya. Al final del día, hay que cambiar a las instituciones.



[1]Las ganadoras fueron: Muriel Box, en compañía de su marido, Sidney Box (1946); Sonya Levien, junto a William Ludwig (1955); Nancy Dowd, con Robert C. Jones y Waldo Salt (1978) y Pamela Wallace junto a Earl Wallace y William Kely (1985).

[2]Las cifras son similares para México. De acuerdo con Sonia Frías, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UAM, el agresor es una persona desconocida para la víctima en tan solo 23% de las violaciones. 

 

 

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(Ciudad de México, 1986) estudió la licenciatura en ciencia política en el ITAM. Es editora.


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