Hombre lobo de cartón

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Hollywood siempre está buscando un monstruo que renovar. Desde Freddy Kruger hasta los vampiros, los estudios norteamericanos llevan años dedicándose a transformar las viejas –y no tan viejas- figuras del terror en dinero en taquilla. Tras el éxito arrollador de la serie Twilight, Universal espera que los hombres lobo sean los nuevos vampiros. The Wolfman, remake de la clásica cinta de Lon Chaney Jr., es el vehículo con el que este estudio pretende reintroducir al licántropo dentro del vocabulario del terror moderno. Desgraciadamente, la cinta no logra representar la transformación del género. Es –eso sí- dos horas de entretenimiento frívolo y fugaz.

Benicio del Toro interpreta a Lawrence Talbot, un actor norteamericano que regresa a su pueblo natal en Inglaterra para investigar los pormenores de la desaparición de su hermano. Y lo que encuentra es, como bien indica el título de la cinta, un hombre lobo. Desde ese punto de partida, la narrativa sigue las pautas anticipadas. The Wolfman es, supuestamente, un proyecto personal para Del Toro. En numerosas ocasiones, el actor ha declarado ser un fanático de las viejas cintas de terror. Desgraciadamente, Del Toro parece pensar que su presencia en la pantalla es suficiente. Su interpretación peca de acartonada, la cámara rara vez registra un gesto en su rostro. Resulta irónico que interprete a un actor en la cinta: Lawrence Talbot parece no moverse en la primera mitad de The Wolfman. Es una lástima. Benicio del Toro es uno de los mejores actores de Hollywood. Aquí parece ser él el extraviado, sin noción alguna de cómo interpretar a este personaje.

Lo anterior queda de manifiesto gracias a un espléndido reparto que constantemente opaca a Del Toro. Anthony Hopkins interpreta al padre de Talbot con su usual derroche de locura apenas contenida, y Emily Blunt, en el papel de la prometida del hermano extraviado, vuelve a sorprender con una buena actuación en un rol menor. Mientras tanto, Hugo Weaving interpreta a un detective de Scotland Yard con gran aplomo y abundante vello facial.

El director Joe Johnston (Honey, I shrunk the kids, Jurassic Park III) es el tipo de veterano de cintas de alto presupuesto que The Wolfman requería. Hábil creando tensión, Johnston gusta de jugar con el espectador, y no escatima en el uso de recursos fáciles para lograrlo: efectos de sonido que atentan contra el tímpano de la audiencia, instantes de terror en los que uno cree que los personajes se toparán con el hombre lobo y que culminan con el ladrido de un perro, el ominoso sonido del viento aullando en las cuatro esquinas de Inglaterra.

Andrew Kevin Walker y David Self escribieron el guión, basándose –por supuesto- en el original de Curt Siodmak para la película de Lon Chaney Jr.. Ambos guionistas se hubieran beneficiado de un poco de edición: los primeros veinte minutos delinean el pasado del protagónico en exceso, empantanando la narrativa e impidiéndole avanzar. Sin embargo, cuando Talbot se transforma, la acción –que claramente es lo que más le interesa a Johnston- es vertiginosa y bien armada. Los problemas vuelven a asomarse cuando Del Toro se libera del maquillaje del legendario Rick Baker. Más que un personaje tridimensional, Talbot es un vehículo para el licántropo, una excusa para tener a una bestia rumiando y destrozando todo lo que está a su paso. Y si algo pueden enseñarnos las grandes cintas en las que el protagonista tiene dos personalidades –desde Spider Man hasta The Dark Knight– es que de nada sirve maravillarnos con las piruetas del alter ego fantástico si no nos importa el que es de carne y hueso.

-Ryan Haydon

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