El nuevo rumbo de los extraterrestres

Reseña de Paul y Attack the Block, dos cintas que le inyectan vitalidad al gastado cine de extraterrestres.
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El cine de alienígenas es tan viejo como el cine mismo: sin ir más lejos, ¿qué es Le Voyage dans la Lune, de Méliès, sino una historia de humanos llegando a la luna y luchando contra extraterrestres? Varias veces y de las más diversas formas el cine se ha ocupado del tema, hasta hoy, aunque no con la enardecida fiebre de finales de los setenta y los ochenta, donde de manos de Spielberg nacieron E.T., Close Encounters of the Third Kind o *batteries not included. Apenas este año se han estrenado tres filmes que miran el arquetipo desde distintas ópticas – curiosamente complementarias: Super 8, recién reseñada aquí, Paul, de Greg Mottola – el mismo director encargado de Superbad y Adventureland – y Attack the Block, el debut de Joe Cornish. Las últimas dos, especialmente Attack the Block, son las más interesantes.

Paul revisa el argumento, ya visto en innumerables ocasiones, del alienígena amigable. Simon Pegg y Nick Frost (quien repite en un pequeño papel en Attack the Block) son dos nerds británicos que cumplen su sueño de visitar la Comic Con gringa – y de paso toda la zona de Nuevo Mexico mundialmente conocida por sus encuentros alien- pero en el camino conocen a un extraterrestre en huída – la voz es de Seth Rogen -, traban amistad con él y terminan cooperando para que vuelva a su planeta. Pocas cosas hay en Paul que den pie a la sorpresa: el argumento es casi de manual, justo como en Super 8, pero en esta ocasión el buen resultado es trabajo de dos guionistas que saben qué terreno están pisando: los mismos Simon Pegg y Nick Frost, que ya se habían encargado del guión de Shaun of the Dead y Hot Fuzz, dirigidas por Edgar Wright, el mismo de la destacable Scott Pilgrim vs the World. El tema del cine construido a partir del homenaje no es nuevo para Pegg y Frost, y aunque Paul es una cinta ligera, con pocas pretensiones más allá de la comedia y el gag paródico, todo su desarrollo es más que solvente: chistes multirreferenciales (Agent Mulder was my idea!, dice el extraterrestre en algún momento del filme), actuaciones solventes, un final conmovedor. La cinta no se introduce en cuestiones argumentales complejas de las cuales no sabrá salir bien librada, como hacen otros filmes con ínfulas de grandeza o pretensiones épicas (p. ej.: Super 8, The Fourth Kind, premisas interesantes extraviadas en desarrollos torpes), y al final, consigue su objetivo cabalmente: ser un destacable divertimento que lo mismo recupera la nostalgia por E.T. que los chistes sobre los nerds aficionados al cómic, un buen apunte humorístico sobre el alien que quiere regresar a casa. Paul, no obstante, es bastante humano: se parece más a nosotros que a E.T.: habla como un humano, come lo que un humano, nos hace reír como un humano nos podría hacer reír.

Attack the Block es otra cosa. La tercera cinta relevante de aliens del año – estoy dando por sentado que nadie le da esa categoría aBattle: Los Angeles o Transformers 3, ya que hablaban por aquí del cinema del caos– es un firme cóctel donde caben en un solo vaso The Wire (con todo y su visión sociológica, su análisis del conflicto racial, su realismo social) y una invasión extraterrestre. Intensamente urbana, toma parte en una cuadra británico, al sur de Londres. Los protagonistas, como en Super 8, son una pandilla de chicos que se ven en la necesidad de enfrentar por sus propios medios el ataque de unos alienígenas violentísimos. Hay varias cualidades en Attack the Block que la separan del resto del cine de aliens reciente, principalmente, el hecho de volver a una de las premisas básicas del género: lo que importa no son los extraterrestres en sí (o el monstruo, o el misterio, premisa aplicada a otros géneros similares, como el horror) sino las consecuencias que su llegada genera en las relaciones entre los protagonistas. Aquí, no obstante, se da el siguiente paso en el género – y es por eso que creo que Attack the Block es tan importante -: los chicos de la pandilla protagonista no son perfectos niños anglosajones de cabello castaño y sonrisa perfecta, sino un conjunto multirracial que se ve unido por la defensa común del sitio en el que viven, con el que mantienen una intensa relación vital. Los niños de Attack the Block son unos que viven plenamente en el siglo XXI: se mandan mensajes de texto a través del celular, viven en las calles gran parte del tiempo, entienden el proceder la policía y las leyes en el lugar donde viven (y se insertan, involuntariamente quizá, en esa larga tradición británica literaria de niños en las calles: los Irregulares de Sherlock Holmes, Oliver Twist). El estereotipo impuesto por The Goonies o E.T. bien podría terminar aquí, con los protagonistas asaltando a una chica en la escena inicial, muriendo sanguinariamente en varios momentos del filme o profiriendo maldiciones en perfecto acento cockney. Algunas de estas características renovadoras del género se habían dejado sentir ya en Sector 9, aquella cinta de extraterrestres sudafricanos que funcionaba como perfecta paráfrasis del Apartheid, pero con Attack the Block estamos un poco ante la cinta de aliens que seguramente le hubiera gustado dirigir a Spike Lee: cine crudo, sincero, capaz de hacernos sentir como reales las interacciones entre gangsters, policías, niños delincuentes y aliens.  

Lo interesante será ver qué camino escoge el cine para el desarrollo del alien en los próximos años.

 

 

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Luis Reséndiz (Coatzacoalcos, 1988) es crítico de cine y ensayista.


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