De día y de noche: el mundo dividido.

Entrevista con Alejandro Molina, director de De día y de noche, cinta mexicana de ciencia ficción.
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En vísperas del estreno de su primera película, Alejandro Molina habla del proceso que lo llevó a imaginar un futuro en el que la sobrepoblación ha llegado a tal grado que es necesario que un gobierno global de tintes totalitarios divida a la mundo en dos turnos (diurno y nocturno). Mientras tanto, un hombre y una mujer que viven en turnos distintos se unen a partir de la pérdida de una hija. De día y de noche (México, 2010) propone una visión quizá pesimista de un futuro que esconde una salida, el regreso a una ética olvidada por las fuerzas que han llevado a ese mundo catastrófico a una frialdad deshumanizada. Fundador de la escuela y productora de cine Arte 7, Molina da cuenta del trabajo que hubo detrás de cámaras, de la creación estética de un mundo paralelo y de su relación con el equipo de trabajo. 

 

¿De dónde viene la idea para hacer De día y de noche?

Primero fue la anécdota: el mundo divido en dos, unos que viven de día y otros de noche. Hace algunos años el gobierno del Distrito Federal propuso que los camiones de carga solo circularan de noche, y ahí fue cuando me imaginé lo que pasaría si el mundo se dividiera en dos turnos. También pensé en los empleos en los que hay varios turnos, en la necesidad de consumo de la población y el control económico de los países.

 

Hay una idea muy clara en la película: la familia en extinción.

Uno de los temas de la película es la familia y la carencia de los seres humanos, y la comunicación. Cuando escribí el guión estaba esperando a Miranda, mi primera hija. Fue como una idea de psicoanálisis para darle una bienvenida, por un lado, y por otro ver cómo funcionaba un padre ante un ser desconocido como al principio resultan ser los hijos. La ciencia-ficción es una excusa para hablar de problemas actuales. 

 

¿Cómo fue la colaboración con Roberto Garza, el co-guionista y productor?

Yo tenía un guión viejo que necesitaba que alguien lo reforzara filosóficamente. Nos pusimos a trabajar en conjunto, revisamos algunas secuencias primero, trabajamos la historia y sobre todo el tono de la película. La idea original y el primer tratamiento son míos, y él escribió solo el tercer tratamiento. Después nos juntamos para escribir el tratamiento final. A Roberto además lo conozco hace mucho. Fundamos Arte 7, en donde producimos Los ladrones viejos, Ópera, Espérame en otro mundo, Los niños de Morelia y ahora De día y de noche. Siempre hemos trabajado bien juntos, ahí está lo primordial. Nos entendemos y conocemos las ideas del uno y del otro, entonces la colaboración fue fácil.

 

¿Cómo llegaste a esa estética tan particular que tiene la película?

Fue un proceso intuitivo que desarrollé junto con Edgar Orlaineta, el diseñador de producción, y Diego Graf, el director de arte. Planteamos un estado casi militarizado y una atmósfera fría. Con Germán Lammers, el fotógrafo, decidimos filmar con filtros de colores verdes, ocres y sepias. Filmamos la parte de la ciudad en planos cortos para sentir la asfixia de la cúpula —el órgano que regula a la población en la película— y la vida interior de los personajes. En la parte final hicimos lo contrario, planos y secuencias largas. Como es mi primera película quise pasar por un proceso casi académico. El estilo es clásico en parte porque me enfoqué en el trabajo con los actores, además de que el guión tiene una fuerte carga narrativa durante la primera parte. El argumento se desarrolla poco a poco, entonces decidí no tener una cámara más libre —ya fuera en mano o con steadicam— porque la trama tiene partes complicadas y no quería ponerle obstáculos al público. También por eso usé planos abiertos, campo contra campo o planos secuencia lentos en los que la situación queda bien clara.

 

¿Cuál fue el reto de trabajar con Gala Montes de Oca? (Tenía ocho años de edad cuando se filmó la película.)

Fue complicado explicarle la situación en la que se encuentra la vida en la película y el mundo interno de su personaje. Trabajé mucho sobre todo en sus miradas, en su fisonomía y en la forma de caminar. Hay escenas en las que logré que tuviera la mirada perdida. Gran parte de sus escenas son con Manuel Balbi, que le ayudó también a entenderse y a trabajar juntos, creando esta idea de vida.

 

¿Cuál ha sido el paso de De día y de noche en festivales?

Empezó en el Festival de Morelia, luego estuvo en Pusan, Korea, el festival más grande de oriente. Se exhibió también en Santa Bárbara, Dallas, en el Raindance de Manchester, y acaba de presentarse en Sci-Fi-London, una muestra de películas de ciencia-ficción. También estuvo en Edimburgo, que me han dicho es el festival más viejo del continente.

 

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(ciudad de México, 1979) Escritor y cineasta


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