Tomás González Cobos, editor independiente

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Segunda parte de la serie “Pasiones fuera de la redacción”.

(Foto: Milagros Checarelli)

“No tenemos afán de malditos, pero sabemos que la industria es muy salvaje”

Tomás González Cobos es uno de los cincos socios de Acuarela Libros, una editorial pequeña parida y mantenida con amor y “mimo”, con el único afán de publicar libros de calidad impecable. Hace un par de años se asociaron con la editorial independiente Antonio Machado, logrando un acuerdo soñado por cualquier editorial pequeña: ellos se encargan de la parte creativa de la edición, mientras sus socios la financian y se ocupan de la distribución y el funcionamiento de los libros en el mercado. Tomás y sus socios tienen un trabajo alimenticio que les permite vivir para poder dedicar su tiempo libre a su pasión editorial. En su caso, es periodista económico: Acuarela es un amor financiado por su trabajo, que, entre otras cosas, le quita tiempo para estar con un amor mayor: su hija Alaska, de dos años.

¿Cómo nace Acuarela Libros?

En la primera mitad de los noventa, yo me movía en un ambiente universitario de anarquistas, comunistas, feministas… todos los istas del mundo, éramos un grupo de gente bastante politizado, y llegó un momento en que nos cansamos… por el rollo sexual [risas]. Había un colectivo que se llamaba Información en Libertad en periodismo, que estaban siempre de orgías, y nosotros… ¡joder, nos metemos en política y no mojamos un churro! [risas] Nos cansamos del rollo político, pero como estábamos en una dinámica de antifascismo, antirracismo, antimilitarismo, anti no sé qué, empezamos a sacar un fanzine que se llamaba Apuntes del subsuelo (como el libro de Dostoievski), que tuvo seis números. Ahí hubo un giro hacia nuevos horizontes: filosofía, literatura… Por entonces, yo me fui a Inglaterra, y mis socios en Apuntes…, junto a uno de los colaboradores de la revista que se llama Jesús Llorente –y que montó Acuarela Discos–, deciden montar la editorial. Al principio yo, como estaba en Londres, ayudaba con correcciones, con traducciones y demás. Parecía imposible montar una editorial, porque tú ves un libro y dices: ¿de dónde coño salen los libros, qué hay que hacer? Pero este tipo sabía que era posible, ¡si montó una discográfica que compite con los grandes tiburones de la industria, en una oficina con cuatro mesas y tres personas! Decidieron utilizar las oficinas como almacén para los libros, todo muy artesanal, y muy con el afán de perder pasta, porque eso ha sido un agujero de pasta siempre, nunca nos interesó el dinero.

Pero si venden, mejor, ¿no?

No tenemos afán de malditos, pero sabemos que la industria es muy salvaje. Nosotros tenemos un nicho muy pequeño. ¿Que la gente lea cosas que no sean Harry Potter o Paula de Isabel Allende? Sacarles de eso es muy complicado, y tampoco creemos que sea nuestra labor cambiar los hábitos de lectura de la gente. Si quisiéramos algún día que esto hiciera dinero, tendríamos que abandonar nuestros trabajos, y entraríamos en una incertidumbre que tampoco garantizaría nada. Entonces hemos encontrado la fórmula perfecta entre mantener cada uno sus actividades y dedicarnos a esto en nuestro tiempo libre. La mayor recompensa es cuando vemos un libro y lo tenemos entre las manos y vemos todos los errores que tiene [risas]. ¡Y vemos muchos más errores en otra gente que tiene equipos muy grandes y mucha pasta!

Es poco común un caso como el de Acuarela en el mundo editorial español…

Hay muy pocas editoriales a las que realmente les importe el libro. Son mercaderes que, igual que te venden naranjas, te venden libros. A nosotros nos da igual, porque no nos consideramos parte del mundillo editorial. Teníamos claro que queríamos hacer algo con mucho mimo, añadirle un prólogo interesante, una portada bonita, una contraportada interesante, cuidar todo el proceso de traducción, ilustraciones que se integren en el libro y no sean un mero adorno. Si algún día se saca un libro que vende un montón, pues bienvenido, pero por ahora no ha sido el caso. Ha habido algún libro, como es éste de Chesterton, La Taberna Errante, que lleva vendidos no sé si son 5.000 ejemplares desde que salió la primera tirada, y para nosotros eso es un montón.

¿Ese ha sido el mayor éxito?

Sí, y el segundo mayor éxito, es la autobiografía de John Lydon, alias Johnny Rotten, el cantante de los Sex Pistols. De la misma colección es Man in black, una autobiografía de Johny Cash, que con el libro sacamos un cómic de creación propia. Con éste inauguramos la colección RECorridos, que continuamos con Rotten, y en la que queremos utilizar textos del mundo de la música que tengan un interés social, político y cultural. Aunque nos gustan los Pistols, no nos gusta la idolatría. De hecho, John Lydon, si lees el libro, a todas luces es un payaso [risas]. Pero retrata una época socialmente muy interesante, que es la época punk de Inglaterra, en la que había unas inquietudes sociales, una gente que espontáneamente decide asumir la dirección que va a tomar su vida frente a todo lo que les viene establecido de la sociedad inglesa, tan estructurada, tan clasista. En el caso de Johnny Cash, es el medio oeste estadounidense, las clases bajas de Estados Unidos, la herencia de Las uvas de la ira, de Steinbeck y de la película de John Ford. La América profunda.

Háblame un poco de vuestra relación con la editorial Antonio Machado

Nosotros, que no necesitamos el estímulo del dinero para seguir con la editorial viva, tampoco necesitamos perder una pasta gansa todos los meses. Llegó un momento en el que había un agujero ahí que estaba haciendo que las ganas de seguir se erosionaran. Cada libro nos costaba unos tres mil euros. Entre tres o cuatro -ahora somos cinco-, cuando no tienes las finanzas muy allá, es muy complicado. A lo mejor quedaban 2.000 euros de remanente de un libro anterior, y con eso más una pequeña aportación, al final sacábamos, antes del acuerdo con Machado, un libro al año. ¡Y el acuerdo nos está permitiendo llegar a un récord histórico de nueve libros al año! Por la experiencia que estamos teniendo creemos que es mejor bajar y concentrarse en mejorar la calidad de los libros, y sacar unos seis libros al año.

¿Por qué se centran más que nada en traducciones?

Recibimos cientos de manuscritos por semana, pero no tenemos la capacidad de hacer conocer a un autor que no tenga un público o un potencial ya visible. Eso requeriría trabajo a tiempo completo. Creo que toda persona lleva dentro un escritor, un ilustrador, o un traductor, por la cantidad de ofertas que recibimos para trabajar con nosotros. Pero hay textos y textos [risas]. Gente que presenta tesis para la revolución y el establecimiento de un nuevo sistema utópico creando nuevas religiones… [risas] Yo reconozco que ya no los leo. Me encantaría responderle a todo el mundo diciendo que lo sentimos mucho, pero no tenemos el tiempo para hacerlo.

Con tiradas tan pequeñas y tantas restricciones económicas, no habrán pensado en distribuir en Latinoamérica… ¿O si?

Machado nos permite una red de distribución muy fuerte, propia o con socios, no sólo en España sino también en Latinoamérica. Sobre todo los mercados que interesan siempre son México y Argentina, por cantidad de población y hábitos de lectura. Siempre nos ha interesado el mercado latinoamericano porque creemos que allí hay muchos lectores potenciales a los que les puede interesar tanto nuestra tendencia de ensayo como los libros de música o poesía.

¿Reciben algún tipo de ayuda pública?

O nosotros somos unos ignorantes o no existen. Nunca ha llegado a nuestro conocimiento por parte del Estado español. Sí hay ayudas de organismos extranjeros a la publicación de textos en español del país que sea, pero es todo tan burocrático, y tan complicado, y tan asqueroso, y sobre todo tarda tanto tiempo, que necesitas una persona que esté dedicada a eso, y en nuestro caso no hay ni el tiempo ni el deseo de entrar en una maraña burocrática. Lo hemos intentado alguna vez y de verdad que es kafkiano. Es muy complicado.

Háblame de tu forma de vida como periodista económico y tu relación con esto que haces por pasión.

Es muy problemática [risas]. Entre el trabajo que me da dinero y la paternidad resulta complicado dedicarle horas. A mí me gusta mucho la editorial, pero hay veces que me encantaría estar dando un paseo en el parque y tengo que estar corrigiendo la última traducción de un libro que hemos hecho. No quiero abandonar mi trabajo, porque estoy a gusto y es lo que me permite financiar mi vida. Me da miedo el precipicio que sería vivir de la edición de libros, igual es mezclar cosas que a mí no me gusta que estén mezcladas: por una parte, ganarme el pan; por otra, la pasión por los libros. Si pagar la hipoteca y la educación de mi hija en el futuro depende de editar libros, quizás eso cambiaría mi forma de editar libros.

¿Crees que de alguna manera esto que haces es una especie de redención?

¿Como si hubiera vendido mi alma al diablo? Sí. Yo vengo de un mundo en cual el mundo financiero es despreciado. A muchos de mis amigos les puede parecer que la editorial me redime de haber vendido mi alma al diablo capitalista. Yo no creo que sea tan blanco ni tan negro: no creo que en mi trabajo me haya vendido ni que aquí esté haciendo una labor humanitaria o por el bien de la sociedad. Pero sí me redime en el sentido de que, en la agencia, trabajo para una empresa y unos intereses ajenos que, a cambio, me dan un dinero (aunque a mí me guste el trabajo en sí), mientras que en la editorial los intereses son míos. En mi trabajo de 9 a 5 produzco cosas que no consumiría, mientras que en la editorial produzco cosas que no sólo consumiría sino que amo. Lo que más me causa esa sensación de redención es trabajar por tu pasión sin necesidad de cobrar a fin de mes, sólo con el objetivo de tener tu libro en las manos, y que mucha gente lo pueda leer y compartir. Mi trabajo de todos los días me da momentos de orgullo, pero son distintos. No lo quieres como a un hijo, mientras que un libro, cuando has trabajado durante meses en la traducción, en la edición, en elegir las ilustraciones, lo quieres…

– Feliciano Tisera

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Periodista todoterreno, ha escrito de política, economía, deportes y más. Además de Letras Libres, publicó en Clarín, ABC, 20 Minutos, y Reuters, entre otros.


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