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Alan Pauls

La mitad fantasma

Barcelona, Literatura Random House, 2021, 320 pp.

“Una causa sin efectos” (pero también sin utilidad y sin propósito) lleva a Savoy a concertar citas para visitar apartamentos y viviendas que no tiene planes de ocupar y, después, a comprar productos de segunda mano que no necesita a través de una plataforma de comercio electrónico; qué persigue mientras se somete a la presentación medianamente entusiasta de “baratijas, muebles vetustos, cuartos con olor a humedad, pasillos sembrados de ropa sucia, juguetes y accesorios para mascotas, dependencias de servicio acondicionadas como talleres de bricolage o dormitorios de emergencia para matrimonios en crisis” es algo que ni él mismo consigue comprender del todo aunque, por supuesto, no deja de pensar en ello: Savoy es uno más de esos personajes “lúcidos e inútiles” que pueblan la obra de Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) cuya inteligencia y exhaustividad constituyen un cierto tipo de invalidez. Pero su irrupción en las vidas de otras personas, el breve, siempre insuficiente atisbo de una existencia posible aunque indeseable, que obtiene en sus incursiones en el mercado inmobiliario y su transformación posterior en “esta vulgaridad, un comprador. (Pasarían sobre su cadáver antes de oírle decir usuario)” no carece de efectos, en realidad; el mercado, que “infunde la ilusión de que no hay cosas no interesantes” y promueve “la fe en la posibilidad de una satisfacción universal, la idea de que hay alguien para todo, de que hasta el bien o el servicio más extravagante, inclasificable y fútil, tiene en Alguna Parte su usuario predestinado, su destinatario, su alma gemela, que lo desea y espera y hará todo lo que esté a su alcance por encontrarse con él”, se revela, por una vez, susceptible de cumplir su promesa, aunque sea brevemente: desde el momento en que Savoy conoce por casualidad a Carla, una joven home-sitter, se suceden las sesiones de sexo online, la natación, la infatuación, la sospecha, el desplazamiento, el destino, la comedia en última instancia dramática que se desarrolla en cada oportunidad en que nuestra avidez parece haber dado por fin con algo que la sacia.

La obra de Alan Pauls era un secreto a voces antes de que la concesión del Premio Herralde en 2003 la desterrase del ámbito clandestino y, al mismo tiempo, inusualmente extenso que su autor ocupó en la literatura argentina durante las décadas de 1980 y 1990; escritor, profesor universitario, periodista, guionista, responsable de ensayos fundamentales sobre Manuel Puig y Jorge Luis Borges, actor ocasional, integrante del influyente Grupo Shangai, editor de la revista Babel, autor de las novelas El pudor del pornógrafo (1984), El coloquio (1990) y Wasabi (1994), Pauls disfrutaba de una ubicuidad obtenida sin concesiones y de una popularidad opaca, que no soltaba su secreto, cuando El pasado obtuvo el Premio Herralde. Pero sus mejores libros estaban por venir. La mitad fantasma, su nueva novela, es la primera tras el final de la trilogía de las “historias” (Historia del llanto, Historia del pelo e Historia del dinero: 2007, 2010 y 2013 respectivamente) y parece volver sobre los temas de Wasabi y de El pasado, pero lo hace con una excepcional, extraordinaria aproximación a prácticas y tecnologías que no existían por entonces, a todo ese territorio solo formalmente denominado “virtual” en el que el acceso al mercado nos convierte en mercancías preocupadas por la construcción de una reputación, la acumulación de valoraciones positivas, la perpetua disponibilidad, la optimización de nuestros aparatos y del fingimiento de presencia que creamos en ellos. Un territorio en el que el dinero es virtual y fluctúa aparentemente desmigajado del castigo bíblico del trabajo; en el que el nomadismo digital de personas como Carla convierte las distancias del mundo físico en ficción; en el que los miembros erectos o relativamente erectos o no erectos en absoluto que Savoy contempla en Chatroulette reemplazan “merodeos y miedos, la telaraña sutil del reparo, las histerias de la seducción y el regateo” que otorgaban realidad y sentido a la experiencia. “De hecho”, se dice Savoy cuando descubre en una tienda online de productos de segunda mano un hámster embalsamado, que se apresura a comprar, lo llamativo es “que la plataforma incluyera cosas que alguna vez habían estado vivas”.

Qué es la “mitad fantasma” si no una vida “virtual” sin espesor simbólico, que parece situarse junto a la vida “real” mejorándola pero más bien constituye su negación; naturalmente esa “mitad fantasma” es la persona amada también, el “alma gemela” que el mercado ha dispuesto para Savoy aunque solo por accidente, una Carla con la que Savoy pasa cinco semanas en Buenos Aires pero muchas más semanas, después, “en” o “a través de” Skype. La nueva novela de Pauls incluye algunas de las ideas más potentes que puedan leerse en este momento acerca de la experiencia amorosa, la naturaleza del reparto de comida a domicilio, la escenificación de nuestros intercambios en línea (en una “feria de la identidad, página planetaria de avisos clasificados, casting non stop, rueda de reconocimiento global…”), el tipo de intercambios económicos que se producen en los márgenes como la compraventa de productos usados, a menudo simplemente descartes, la “premisa conceptual” del filtro captcha (“según la cual reproducir tal cual una secuencia de letras y números o enumerar sin errores las casillas donde aparecían un avión o un perro eran sinónimo de condición humana, algo que Savoy, para quien no había nada más humano […] que el error, consideraba una mezcla imperdonable de ignorancia, injusticia y crueldad”) y la ficción de nuevas vidas móviles y cosmopolitas en las que no hay lugar para el arraigo, las fronteras nacionales y el dinero, en la que el amor produce zozobra porque se han alterado “dos condiciones básicas del contrato amoroso, copresencia y reciprocidad”.

Pero los rasgos más salientes de La mitad fantasma son una ironía solo en apariencia displicente y la enorme sensualidad de sus descripciones: muy pocas veces pueden leerse narraciones tan exhaustivas sobre la experiencia de ir a nadar a una piscina o pileta pública y de pasar por un túnel de lavado de coches, de contemplar la muerte de un teléfono que se queda sin batería, visitar un apartamento en alquiler o estar “en modo invisible” en cualquier aplicación de mensajería. Savoy se ahoga en un presente acerca del que podría parecer que ya no hay nada más que decir tras la lectura de La mitad fantasma. Pero lo mismo parecía tras la lectura de El pasado, y todo lo que siguió después (incluyendo esta nueva novela) puso de manifiesto lo contrario, que Pauls solo estaba comenzando, y que el viaje al que iba a invitar a su lector a partir de 2003 sería uno de los más fascinantes que haya en la literatura en nuestra lengua. ~

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Patricio Pron (Rosario, 1975) es escritor. En 2019 publicó 'Mañana tendremos otros nombres', que ha obtenido el Premio Alfaguara.


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