Vida literaria

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Entre la redacción de su diario y los compromisos que asume, se va gestando la escritura de Salvador Elizondo durante 1972 y 1977.

Por un lado, el editorial semanal para Excélsior, el ensayo o la traducción para Plural –luego Vuelta–, los discursos para diversos homenajes y las presentaciones críticas para los catálogos de distintos artistas; por el otro, la apremiante necesidad de consignar en sus diarios todo lo que le acontece.

Por esas fechas, Elizondo se convierte en profesor regular de la Facultad de Filosofía y Letras, tiene dos programas semanales en Radio UNAM, imparte talleres semanales de escritura, dicta conferencias y es asesor del Centro Mexicano de Escritores.

Son días fructíferos y a la vez fatigosos. Con dificultad encuentra tiempo para escribir sus textos de “creación”, pero logra publicar durante este periodo algunos libros (Contextos, El grafógrafo) y una antología de poesía mexicana (Museo poético).

Para esta octava entrada hemos seleccionado algunas páginas de sus diarios que reflejan lo que era la vida de un escritor mexicano en los años setenta.

– Paulina Lavista

 

 

 

1972

Sábado 11 de marzo. Mañana temprano nos vamos a San Antonio a las conferencias. Ahora estoy terminando de hacer mis notas, pero seguramente me interrumpirán las visitas. […]

 

Domingo 12 de marzo. San Antonio. Ya estamos instalados aquí a la sombra de El Álamo. La ciudad no es muy bonita, aunque tiene un río que la cruza y a la orilla de ese río hay lugares muy bonitos. Hay muchísimos mexicanos, más del 60% de la población. Fueron unas personas muy amables a recibirnos al aeropuerto. Ya lo de mis conferencias no me preocupa tanto. Por la mañana fuimos a caminar un poco. Luego a un pequeño restaurante alemán donde comimos una excelente Ochsenschwanzsuppe. Luego fuimos de compras a un drug-store y nos gastamos 14 dólares en aspirinas. Vimos también un desfile de escuelas de niños católicos con motivo del día de San Patricio. Fue bastante divertido. Mañana iremos de compras y a comer con John Sanders y su mujer que nos invitan a vivir con ellos estos días en San Marcos, una ciudad cercana donde está Southwest Texas University. El hotel es demasiado caro y creo que podríamos economizar un poco –de hecho, 20 dólares o más diarios si nos fuéramos con ellos.

 

Viernes 31 III 72. Viernes Santo. Último día de marzo. Estuvimos echando cohetes chinos. Adjunto la etiqueta. Me los trajo Paulina de Hawai, también dos paquetes de Camels, unas muñecas para mis hijas y unos sacapuntas en forma de sombrero tejano y unos puros. Gracias, amor mío. También otros misteriosos juguetes japoneses para mis hijas. Ahora un artículo sobre la pedagogía. Adelanto bastante en mi artículo. Está bastante bueno. Fue un Viernes Santo imperceptible.

En fin, llegamos al 4º mes del año, casi sin darnos cuenta. Una tercera parte del año ya se fue. No consigo fijar la atención en nada. Quisiera fijarla este año como la fijé en Valéry el año pasado, pero las cosas de la vida privada lo impiden. Distraen, nos impiden fijarnos. Sin embargo, sentimos la necesidad de ser distraídos. Año bisiesto. Por un momento pensé que estábamos en 1971. A qué se deberán esos lapsus.

 

[Miércoles 26 de abril de 1972]. Celebro, por fin, haber conocido a Siqueiros. Es un personaje pintoresco y un pintor que ha producido algunas obras grandiosas y muchas grandotas. Ya está grande. Habla como los viejos, siempre del pasado. Los viejos son los que ya han agotado su futuro. El futuro real disminuye inexorablemente minuto a minuto (correr un eslabón cada minuto). Estuve a punto de decir que Juárez era un ser lamentable en la medida en que carecía de la virtud más alta que hubiera podido o debido tener: la clemencia. La grandeza de Juárez es la del rechazo de la más alta posibilidad de ejercicio moral que le es dada al hombre: la de perdonar, la de no castigar, la de olvidar y seguir. Con la muerte de sus enemigos, una muerte que él podría haber evitado, su memoria se envilece, porque la vida vale más que el derecho ajeno y porque toda ley –si en ella se escuda su rigor– que obliga a matar hombres debe ser desobedecida hasta la muerte, pues, por encima de todo derecho, lo primero que hay que respetar es la vida, aun la de los perros o la de las hormigas. La vida de un criminal vale tanto como la de un santo en la medida, solamente, en que ambas son vidas humanas y no hay todavía manera de saber si la vida es un don o un castigo. De la resolución de esa disyuntiva dependería toda la concepción del mundo como cosa que puede ser conocida pero que para ello exige el propio sacrificio de la vida. En los dos libros que componen toda la obra de Juan Rulfo no se menciona una sola vez la palabra México.

 

Lunes 2 de octubre. Una forma de escritura. Describo lo que está pasando. Paulina me está fotografiando en este preciso momento. Es la fotografía para mi libro El grafógrafo y he dejado un espacio para poner una copia de una fotografía que representa exactamente el momento en que Paulina me está tomando la foto. Ahora afoca. Ensaya diferentes emplazamientos. […]

 

Sábado 21 [de octubre]. Paulina mejorada. Ayer me hablaron del PRI para pedirme que hiciera una crónica del congreso del partido. Me aburren esas cosas. No lo voy a hacer. Odio la política. No la entiendo, ni me importa. Por la noche fui a la cena que le daba Raúl Ortiz a Rosario Castellanos. Estaban los de siempre. Me contó Rosario que en la embajada el teletipo no tiene “ñ” y que todos los despachos dicen ano de Juárez al calce.

Hablé con Octavio. Estaba muy nervioso e irritable porque le pregunté qué opinaba acerca de eso que me habían ofrecido del PRI. El lunes comienza el paro en la Universidad y hay agitación en muchos lugares del país. Dicen que posiblemente caiga Pablo González Casanova. Hoy en la noche voy a cenar a casa de Ulalume (que esta mañana me dijo que Paz tenía delirio de persecución) y van a estar allí gentes de opinión. Esperaré a leer los periódicos mañana para hacer mi full appraisal of the situation.

Después de la cena en casa de Ulalume. Villoro coincide en que la situación es crítica, especialmente en la Universidad. No puede en lo personal aspirar a la rectoría porque es español, pero sería de los que apoyaran a Víctor, seguramente.

 

Domingo 22 de octubre. Un artículo de Cosío Villegas, como “reportero de Excelsior”, ridiculizando la Asamblea del PRI. Muy chistoso. Aparte de eso, nada. Muchos desplegados con manifiestos. El problema estudiantil se agrava todos los días. Paulina no está bien todavía y mañana tiene que hacerse una dolorosa radiografía.

Así es la vida. No siempre perfecta.

 

Martes 19 de diciembre de 1972. Hoy cumplo 40 años. Muchos me han felicitado. Esta tarde hay un cocktail en mi casa. Va a ser una cosa monstruosa. A ver qué pasa. Pondré aquí las fotos.

 

Miércoles 20 de diciembre 1972. Anoche fue la fiesta. Tengo que hacer una crónica detallada, pero no tengo tiempo ahora. Hoy a comprar los regalos con mis hijas. Luego leemos en el balcón el poema de Borges cuando sale “la luna celestial de cada día” –un momento de emoción total.

 

1973

[Domingo14 de enero de 1973]. Me paso la tarde acomodando mis cosas y haciendo trabajos manuales. Corto las patas de una mesa para que me acomode mejor para escribir a máquina. Comienzo una cosa de prosa para dársela a Alba Rojo para una revista de Guadalajara pero luego desisto. Mañana comenzaré a corregir metódicamente el original de mi libro de artículos del Excelsior, a ver si se lo puedo llevar a María del Carmen Millán esta misma semana.

El martes empiezan mis clases en la Universidad otra vez.

Estoy estrenando un cojín que me hizo Paulina para esta silla. Toda la tarde ha estado cosiendo. Ahora me va a hacer un camisón de manta. Una manta muy suave. Cada vez estoy peor del oído. Del lado izquierdo ya oigo muy poco. Tengo muchas ganas de estrenar mi camisón.

 

Domingo 21 de enero. Hoy en la mañana fui a llevar mi artículo. Esta vez se llama “La decadencia del amor en Occidente”. Lo voy a incluir en mi libro. Todo el día he estado trabajando en él. Ya casi lo tengo armado, pero de ninguna manera hubiera podido llevárselo a María del Carmen mañana. Dedicaré la semana que entra a terminar el original y mejor se lo llevo hacia el próximo fin de semana para que quede lo mejor posible. […]

Ya decidí el título de mi libro. Son las 10:30 p.m.: CONTEXTOS –estoy muy contento de la trouvaille. La semana que entra comienza a funcionar todo normalmente en la Universidad. Lo que quiere decir que mi situación económica se normaliza. Con eso puedo afianzar, además, mi programa de radio y hacerle publicidad a mi libro. Están tocando el concierto de Spohr.

 

Martes 30 [enero]. Hoy en la tarde hubo un temblor de tierra. Paulina perdió demasiado tiempo para salvar al perro. Se jugó la vida. Yo salí muy cobardemente. Da igual.

 

Sábado 10 [febrero]. Al fin tengo un pequeño rato libre para escribir aquí todo lo que he hecho estos últimos días desde el miércoles. El caso es que el jueves fue un día muy importante para mí porque fue como el espaldarazo de Octavio Paz. Fue la mesa redonda sobre el surrealismo, en el Museo de Arte Moderno, donde hay una exposición con obras del museo de A. M. de Nueva York. Fue una apoteosis de Octavio. Tamayo no es simpático y además no sabe ni hablar ni pensar. Es un gran artista. Lo creo sinceramente. Paz habló del surrealismo y yo del significado del surrealismo. Dije que el surrealismo había suprimido la diferencia entre significado y significante y que ese era el significado del surrealismo. El único que percibió la paradoja fue Ramón Xirau. […] Al día siguiente el Presidente cometió una paradoja surrealista tal vez como consecuencia de lo que había salido en la prensa; fue a ver, después de una ceremonia militar en el Castillo [de Chapultepec], la exposición de los surrealistas en el museo. Después de la mesa redonda fuimos a cenar con los Xirau y Paz. Octavio me repitió los elogios de mi libro que le había hecho a Montes de Oca. Que mi libro era el mejor del año. Lo que no sé es de qué año. Da igual. Ayer pasé todo el día trabajando […]

 

Viernes 27 de abril. Se van los criados que habíamos tomado. Son buenas personas pero es imposible trabajar en su presencia. Tenemos que vivir más humildemente si queremos ser artistas. Tristeza cuando se van los criados. Siempre, desde que era niño. ¿A dónde irán? Con sus cajas de cartón, con sus pequeñas posesiones miserables; a seguir bregando, a tratar de sobrevivir por etapas lentísimas contra la avalancha de las necesidades de la vida. Ahora lo importante es trabajar. No pensar en las cosas tristes. […]

 

Domingo 13 de mayo. El periódico trae la noticia de que el viernes pasado murió Jesús Guerrero Galván, mi maestro. La última vez que lo vi fue el día de la boda de Mariano, que fui a verlo con María. En la nota de Excelsior dice que yo poseo mucho material biográfico que no se ha difundido por deseo expreso de Guerrero. Quién sabe quién creó ese infundio.

Lo siento mucho. Fue una persona con quien conviví durante tres años. No me enseñó gran cosa, aparte de a pintar exactamente como él lo hacía, pero sí me infundió un sentimiento de lo que las mejores características de la pintura son. Fue un pintor de auras, de la luz, de cosas difíciles de pintar. Fue en cierto modo el pintor no de una realidad sino de un estado de ánimo mexicano. En esa medida fue un expresionista. Fue también un gran técnico y un pintor simbolista, en el sentido literario y estricto de este término.

 

[3 de junio de 73]. Este es el décimo cuaderno de diarios desde que conocí a Paulina. Cuando lo llene serán 3000 páginas de cosas que he hecho o pensado. Me parece fantástico haber realizado esa cantidad de escritura acerca de mi vida y de las cosas que hago todos los días. Cuántas cosas banales habrá entre todas ellas que al cabo de los años tendrán una importancia capital. Todas las cosas de la vida tienen una importancia fluctuante.

 

6 XII 73. Hoy apenas puedo escribir en mi cuaderno al final de la jornada. Por la mañana fui a dar mi última clase y les regalé libros a mis alumnas –Ladera Este y Renga. Luego fui a grabar mis programas con el disco de Borges. Luego estábamos invitados a una comida con Borges, pero estaba yo muy cansado y mejor no fui. Por la tarde vino Lucinda, siempre plenamente deseable, a consultar cómo llenar la solicitud de la Guggenheim. Mañana hay una comida con Borges en el restaurante de Salvador Novo. Por la noche es la entrega del premio. Me habla Miguel Capistrán para decirme que de la Secretaría de Gobernación quieren imponer a Montes de Oca para que participe en el programa de televisión de Borges en el que no estamos más que Arreola, yo y un venezolano que no conozco. (Miguel está furioso porque el haber traído a Borges a México es el más grande coup de su carrera y ahora se lo echa abajo Marco Antonio.)

 

 

Domingo 9 XII 73. Ayer fue la grabación del programa de TV con Borges. Fue una experiencia muy interesante para mí porque fue la primera vez que hablé con Borges –en términos estrictamente profesionales.

En público y de la televisión, como dicen. Es la primera vez que veo a un escritor absoluto. Debería anotar todos los detalles. Hubo muchos incidentes y la cosa terminó mal, pero creo que Borges pudo darse cuenta de que estaba hablando con escritores. Concibo a veces proyectos formidables. Un poema sin sujeto. Eso sería una tentación borgiana.

Un ciego imaginó a la mujer más bella, otro a la más sensual. Borges, la más interesante, a pesar de que no le interesan las mujeres, y también es ciego.

 

1974

Domingo 13 de enero de 1974. La pelea de box de ayer fue toda una experiencia. Me parece un drama más emocionante que los toros. Creo que me convertiré en un habitué de la Arena Coliseo. Al entrar lo cachean a uno los gendarmes y hay un estruendo sibilante ininterrumpido. Un mundo muy viril. El box es un arte regido por las leyes del antagonismo como la guerra, el teatro, la vida, la pintura, etc., sobre la que impera también, por encima del deseo de aniquilamiento del contrincante, que es su primera determinación; está claramente presidida por una especie, imprecisa pero evidente, de caballerosidad entre los enemigos.

 

 

Miércoles 27 de marzo. Mañana nos vamos [a Nueva York]. Todo está listo. A ver qué tal se pone la cosa.

 

[1º IV 74]. Apenas hoy puedo comenzar a escribir mis impresiones de viaje pues hemos estado muy atareados. Anotaré mis ideas sin ningún orden. Trataré de empezar por nuestra estancia en Windsor, que no fue muy interesante. Llegamos a Canadá de Detroit, del que no vimos nada más que la silueta a lo lejos, del otro lado del río. A mí me hubiera gustado visitar esa ciudad porque en todas partes hubiera adivinado algún indicio acerca de la juventud de mi padre que allí se inició en la vida. Había caído una helada terrible cuando llegamos y además perdimos las maletas que llegaron tres horas después, las cuales tuvimos que pasar en el aeropuerto solos. Todo eso con el desarreglo entérico que los viajes producen. Ese malestar perduró a lo largo de todo el coloquio. He perdido totalmente el apetito y eso me resta fuerzas, aunque trato de comer lo más que puedo. La cosa no tuvo el menor interés. La presencia de los “profesores de literatura” impidió que los “narradores” se lucieran. El elenco, hay que decirlo, no era fabuloso, pero los profesores tampoco eran ninguna maravilla. Todos de segunda. Hacían “comunicaciones” sobre Vallejo y esas cosas. “La concepción del mundo de Vallejo a través de uno de sus poemas” y cosas por el estilo. Me siento muy ajeno a todo eso que se llama la literatura de Latinoamérica, etc. Todos hablan mal de Carlos Fuentes, y a Paz no se le mencionó una sola vez. Tampoco a Lezama Lima. Hubo un coloquio de peruanos. Muy anecdótico, pero no más. El nuestro fue a la hora de la siesta y por lo tanto aburridísimo. A propuesta mía, se discutió esencialmente el problema de la lectura. Digo a propuesta mía porque yo había dicho la noche anterior en una manifestación extempore que cuando yo escribía jamás pensaba en el lector. Hubo algunas manifestaciones a favor y otras en contra. No se llegó a ninguna conclusión, naturalmente. Pasamos tres días –dos y medio– encerrados en la casa de conferencias en Windsor y finalmente, después de asistir a una cena que nos dio Durand a los participantes, pudimos tomar el avión a Nueva York, a donde llegamos ayer por la tarde. Ahora estoy escribiendo en nuestra habitación del Chelsea. He vuelto a este hotel después de nueve años. Aquí pasé muy malos ratos. Aquí me volví loco. Ahora estoy en Nueva York otra vez después de tanto tiempo. Cuántas cosas han cambiado. Podría decir que soy otro totalmente diferente del que era entonces. En este hotel escribí “La historia según Pao Cheng”. Todavía está en el mismo aparador la máquina de escribir en chino que estaba entonces, aunque han desaparecido algunos lugares característicos de aquella época aquí: la librería de viejo de la esquina, la tabaquería de enfrente, el Peeping Tom’s, el Cavanaugh, donde mataron a Stanford White, en fin… Todavía está el restaurante automático de la esquina, la tienda de artículos de pesca, la lavandería. Mr. Bard es todavía el gerente del hotel y el negro de ojos verdes sigue siendo bellboy. El Quijote está incólume y quiero que Paulina me tome una foto frente al Bartenders’ College que estaba a la vuelta. Anoche fuimos a pie desde aquí hasta el Times Square. Allí noté la desaparición de lo que era para mí el mejor lugar de Nueva York: Grant’s. Ahora hay un rascacielos. Luego regresamos al hotel y estuvimos viendo la punta del Empire State Building desde nuestra ventana, hasta que anocheció. Fue entonces cuando se me reveló la relación que anima ese recuerdo obsesivo de un sueño que tuve hace como tres o cuatro años. Un enorme avión antiguo, biplano de hélice, choca contra unos edificios y estalla y cae envuelto en llamas. Lo curioso es que los edificios en el sueño eran casi idénticos a los que se ven desde la ventana de nuestro cuarto (tengo que tomar una foto para agregarla junto con estas notas en mi diario). El caso es que la visión del Empire State me hizo recordar cuando durante la guerra un B-25 se estrelló contra la parte alta del edificio. Fue en realidad algo que soñé. Seguramente por eso lo soñé. En el sueño tenía una idea muy clara de que estaba soñando un recuerdo, un recuerdo que tal vez no me pertenecía. Ayer por la noche hubo un conato de incendio en el piso de abajo del hotel y vinieron los bomberos. Paulina estaba muy emocionada y tomó muchas fotos desde la ventana de todas las maniobras. Hoy en la mañana nos fuimos caminando por la 5ª Avenida. Al llegar a la Catedral de San Patricio vimos que salía mucho humo de un edificio. Era un rascacielos que se estaba quemando. Un acontecimiento típico de Nueva York. Paulina está contenta de tener tanto material que fotografiar y en realidad aquí basta salir a la calle para que pasen cosas. Por la tarde fuimos al Museo de Arte Moderno. Volví a ver las Ninfeas de Monet. Sentí una emoción fantástica. Hicimos fotografías en el interior del museo. Hoy tenemos pensado ir a Greenwich Village, pero lo dudo porque estamos rendidos. Creo que esta es la mejor oportunidad que ha tenido Paulina para hacer fotos.

 

Lunes 13 de mayo. Acaba de hablar un periodista para decir que Jaime Torres Bodet se suicidó. Son las 8 p.m. Su muerte ocurrió hace unas tres horas. Me parece muy extraño que un poeta de 72 años se mate. Ya solamente queda Pellicer de los “Contemporáneos”. Este es un hecho que me deja perplejo. Ningún poeta en México ha tenido una carrera tan brillante. A los 16 años publicó su primer libro, Fervor, y a los 38 ya era subsecretario de Relaciones.

Era un poeta de refinadísima sensibilidad. Su libro La casa es uno de los que más me gustan. También escribió una maravillosa novela que leí hace mucho, que pasaba en Coyoacán, Margarita de niebla. Como el principio de una de esas novelas de Yáñez. Por lo demás se trata, también, de una circunstancia política en el orden de la cultura. Muchos puestos honoríficos quedan vacantes.

 

Martes 4 de junio de 1974. Anoche fue la grabación del programa de televisión con Sábato, Mailer y Le Clézio. Estuvo bastante bien. Sábato es muy simpático. Anoche tuve otra jaqueca que me impidió dormir. Estoy totalmente adormilado. Imposibilitado de pensar otra cosa que no sean estas impresiones tan sintéticas. La mujer de Mailer es probablemente el ser más desagradable que existe en el mundo.Miércoles 7 de agosto. 7:30 p.m. Habló un periodista para decir que había muerto Rosario Castellanos.

Más tarde. Casi todo el tiempo he estado pensando en Rosario. He estado leyendo algunos de sus poemas. Hay uno que se llama “Encargo”, que ahora viene a cuento.

 

1975

Viernes 28 de febrero de 1975. Hoy a las dos de la tarde murió mi mamá. No puedo pensar ni escribir nada pero sé que este es el día más triste de toda mi vida. Al fin descansa. Madre mía querida, ahora estás más cerca de mí. Cuídame siempre.

Ataúd, féretro, sepelio, cadáver, inhumar, cremar, cirio, incinerar, losa, lápida, son todas palabras que pertenecen a la familia del polvo y la ceniza.

 

1º sept. 1975. Como una crátera colmada de lirios y de rosas surgió de pronto en el horizonte la costa prodigiosa.

 

Sábado 20 de diciembre de 1975. Hoy amanecí con mis 43 años a cuestas. No amanecí muy temprano, sino más bien al atardecer. Yo creo que mi fiesta de cumpleaños, que terminó esta mañana a las 8 a.m., ha sido la mejor que hemos hecho –creo que fue mejor que la de hace tres años. La concurrencia fue heteróclita. Había desde funcionarios hasta vedettes. Vinieron las siguientes personas: Primero las damas: Lourdes Chumacero, Bianca Corzas, Helen Lavista, Pilar Pellicer, Bárbara (la novia de Tito Monterroso), Amanda, Magdalena Classing, Ricky Parra y del lado demi-mondain Fuensanta y Tere Vales –ambas trabajan en un lugar que se llama El Closet que está a unas cuadras de casa. Iban y venían del “show”. De hombres vinieron: Alí, Fernando Gamboa, Pancho Corzas, Eduardo Terrazas, Tito, y creo que nada más. Sólo faltaron –sin excusarse– Joaquín Díez-Canedo y Aurora. El lunes le voy a mandar la pluma blanca. […]

 

Miércoles 31 de diciembre de 1975. Último día del año. En el fondo no tiene uno tiempo para ser sentimental. Yo creo que dedicaré todo el día de mañana en hacer el recuento y en encontrar el significado del año que hoy termina. Hoy en la noche iremos a recibir el 1976 a casa de Michèle. Cuando menos veré a mis hijas. […]

 

1976

Jueves 1º de enero de 1976. Siempre pasa lo mismo ante la página en blanco. Especialmente cuando es la primera de un cuaderno que se inicia el primer día del año, 1976. Cuántas primicias ocurren en esta conjunción de cosas y de fechas. Quiere decir, tal vez, que estamos al comienzo de algo y no a la mitad, que hay que ponerse a trabajar al alba y aprovechar lo primerizo como si nunca hubiéramos hecho nada hasta ahora. Sólo temprano podemos percibir la realidad como un conjunto simbólico y alegórico que emerge de la tiniebla nocturna a la luz, tal es el caso, por ejemplo, de una mosca que se posa en el cuaderno y revolotea en torno a la pluma mientras voy escribiendo. En ello vemos también la ingente necesidad de cambiar radicalmente la forma de vida en todos los aspectos. Es preciso que a partir de hoy todo sea diferente de como era, nos decimos y sin embargo no podemos dejar de reflexionar; mientras la mano escribe que todo debe ser nuevo, recién nacido, la mente repasa los recuerdos y revive lo que pertenecía al reino del pasado.

Respecto a 1975 no puedo decir que me fue mal aunque tuve que trabajar en otras cosas. Casi todo el año me dediqué a escribir crítica, y solamente pude escribir ese texto Log, con lo que tal vez mis relaciones con Robinson Crusoe terminen. Ya basta.

De lecturas tuve cosas formidables. Tres libros de Jünger y dos secciones de los Cahiers de Valéry. Empecé a leer Eureka de Poe. Avanzo lentamente. La opinión generalizada es que la novela de Carlos Fuentes es bastante mala. Creo que todo el año lo ocupó en mis sentimientos la emoción triste de la muerte de mi madre. Noto que mientras escribo o mientras hago el amor ni fumo ni bebo. Me pregunto si no debería yo escribir durante el día y hacer el amor y dormir durante la noche y no hacer absolutamente nada más. Dudo que pudiera hacer otra cosa. […]

 

Domingo 1º de febrero de 1976. Acabo de escuchar mi programa de radio. Creo que quedó bastante bueno. Habló Octavio Paz a las 9:30. Yo estaba dormido. Anoche fuimos al box. Fue una gran noche de combates. Dormí satisfecho. Propósito de reivindicación de dos grandes sentimientos generalmente considerados como del periodo romántico de la sensibilidad: la tristeza y el amor. Valores que encuentro fijados en cosas como mi programa de hoy. Una maniobra genial del partido católico de Acción Nacional: no postula a nadie. López Portillo no tiene ningún contrincante. Hoy no he hecho absolutamente nada ¡ni pienso hacerlo! […]

 

Viernes 13 de febrero de 1976. Viernes y 13 –los supersticiosos estamos encerrados en nuestras casas. Nos despertamos con la divertida noticia del knock-out de García Márquez a manos de Vargas Llosa. Le hablé a Mario para invitarlo al box. Me contestó su mujer y me dijo que hoy se van a Lima. Habló Octavio Paz para comentar todas estas cosas y el affaire Torres Fierro de Plural. Hace un rato habló mi tía Consuelo para decir que estaba muy preocupada por mi papá; que había ido a cenar con ella y que estaba muy enfermo. En su casa no contestan. Ya hablé a su oficina y con el Sr. Caballero y nadie me puede dar razón. […]

Confronto autores como Céline, Drieu La Rochelle –de esos autores literarios absolutos. Pienso en mi viaje a París. En mi viaje imposible a París.

Le dije a Patricia que yo creía que yo era el único que hacía esas cosas y que me daba mucho gusto saber que tenía yo un compañero. Ella no estaba muy contenta. Su propio marido la puso en evidencia. Eso les pasa a los machos.

 

Viernes 19 III 76. […] Recorrer enormes distancias dentro de un perímetro diminuto. Ayer murió Luchino Visconti. Lo registro porque hace trece años escribí un libro acerca de él. Obligadamente tendré que hacer su obituario en Plural.

 

Miércoles 1º de septiembre de 1976.

Todo el día empacando con la pesadumbre de la devaluación.

 

Jueves 2 IX 76. Ahora sí ya se desencadenó el apocalipsis de la mudanza.

 

 

Domingo 5 de septiembre, 1976. Vuelvo a estar escribiendo estos cuadernos en el corredor de esta casa que se puede decir que abandoné hace 30 años y en la que sin embargo es la única casa en la que he vivido realmente.

Enormes meditaciones y memorias se suceden en todas estas horas durante las que desde ayer trato de recobrar las sombras y los ecos. Siento que renace la higuera, concibo las vastas construcciones que pueblan el pequeño jardín. Aquí mana la fuente en cuyas aguas ya nos hemos bañado. Lo más añorable de todo es la higuera. […]

¡Cuántas cosas he pensado acerca del significado de mi vida de ayer a hoy! Lo cierto es que no entiendo nada. Quisiera siempre más. Mi situación es privilegiada porque a pesar de ser académico, todavía pertenezco a esa vanguardia indecisa de los grandes intelectuales en desgracia.

 

18 IX 76. Sábado. Menos cuando fuimos a comer a casa de mi abuela con Pía, casi todo el día lo hemos pasado en el hospital. Mi papá está muy grave. Ahora ya lo sabe. Lucha por la vida. Su color es como el del papel en que escribo.

 

Domingo 19. Hoy todo el día en el hospital. Son días extraños y tristes.

 

Lunes 20. Todo se va deteriorando en el país. Los periódicos traen noticias inquietantes. Las gentes ya hablan de revolución y de esas cosas. Mi papá amaneció igual. Al rato iremos al hospital. No tenemos dinero. Ya se acabó todo. Ayer leí el discurso de Valéry en la Academia Francesa. En lugar de hacer el elogio de su predecesor, Anatole France, hace un denuesto crónico genial. Yo no puedo hacer otro tanto. Han hecho unos días más soleados que de costumbre –es el veranillo. No tenemos tiempo de gozar plenamente del sol en nuestra nueva casa. No hemos desempacado las cosas y casi todas están tal y como las dejó la mudanza. En fin, vamos a ver qué tal transcurre el día de hoy.

 

Martes 28 IX 76, 8 a.m. Habla Ana para avisarnos que acaba de morir mi papá.

 

Miércoles 29. Entierro de mi papá. Bastante deprimente. Una inhumación estilo americano. Todo era como demasiado automático.

 

Jueves 30. Todavía no me he dado cuenta cabal de que mi papá murió y de que ya no existe. El sentimiento de orfandad, eso es lo más certeramente definible para mí. I’m on my own. […]

 

Miércoles 27 X 76. Hoy que se supone que es mi día clave –spanish steps– amanecimos con la novedad de otra devaluación. Quién sabe a dónde vamos. Tiene que pasar algo grueso porque las cosas no pueden seguir así. Nosotros ya hemos agotado absolutamente todas nuestras reservas. Aunque los gastos de la casa ahora son menos que antes, las entradas han disminuido o se convierten en nada. Un kilo de café cuesta 80 pesos. Cuando llegué de Alemania, hace 8 años, costaba 25 pesos. Creo que este dato puede ser de interés en el futuro. En fin, la situación es desastrosa y está agravada por todos los problemas familiares, domésticos, etc. Paulina ha decidido dejar la revista de Colunga. Es imposible seguir trabajando en eso. Yo no sé a dónde vamos a parar. Mis sueldos actuales son los siguientes: Cursos 1000 pesos, Radio 2400 pesos, Centro de Escritores 2400 pesos. Eso es todo, sin contar las rentas de las casas que son bastante fluctuantes. Si las cosas siguen como van, habrá que tomar una decisión drástica. […]

 

Sábado 6 XI 76. Reunión de Vuelta en la sede. Todo marcha bien y parece que saldrá el 15. Los de Scherer y compañía nos mandaron a la chingada. Granados Chapa dijo que yo era prescindible. Vi su revista que salió hoy. Está horrible. Todo se lo va a llevar la chingada. Todo me aburre.

 

1977

Viernes 22 IV 77. Por la tarde. Un muchacho indio de 15 años está componiendo una silla de bejuco. Teje ensimismado. No habla bien español y viene a la ciudad desde muy lejos. Todo lo que me rodea me inspira una ternura enfermiza. Quisiera poder redimir todas las cosas y los seres de esa esclavitud que la vida por sí misma impone. Esa es la disposición esencial de mi alma. No me gusta ser rico. Me da vergüenza cuando me doy cuenta de que el dolor y la opresión persisten por encima de todas las cosas de la vida. Me dice que el bejuco que teje viene de Alemania. ¿Cómo concebirá “Alemania”? El contraste entre la imagen de ese muchacho y el derroche que hacemos con nuestra cena de funcionarios me llena de asco y de horror. […]

 

Sábado 23 IV 77. […] Un poco más tarde. Acabamos de ver la pelea de Zárate vs. Zamora. Una pelea verdaderamente sensacional. En el 4º round cayó Zamora KO. Por la noche la volveré a ver. Ha sido la pelea más emocionante que he visto desde los tiempos de Mantequilla Nápoles. Yo creo que el box es el mejor espectáculo que puede ser visto. […]

 

Domingo 1º de mayo, 1977. Día redundantemente vacío, desierto de toda posibilidad de contacto con los demás. Toda la noche he soñado con el mar. Un mar inmenso y azul. Parecía que el vasto panorama marino estuviera a su vez sumergido en otro mar más grande que lo contenía y que nos contenía, a Paulina y a mí. El paisaje terrestre se veía como a través de la vitrina de un acuario. Premonición o deseo del mar. Mar en otro mar inmerso y en todas direcciones infinito – vasto como el cielo y el sol implacable. […] ~

 

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MINIMALIA *
 

■ La escritura es la forma visible de la inteligencia. Su única forma sensible.

 

■ Las obras maestras tienen la particularidad de no exigir ni su conservación perfecta ni su terminación total. Si miras la Cena de Leonardo, de la que no queda casi nada visible que sea obra de la mano del maestro, o si miras su Adoración de los Apóstoles, que apenas está abocetada, podrás deducir exactamente en ti la condición intacta o cumplida de estas obras porque sabes que a ellas subyace un método propio del maestro y puedes conocer en tu mente la condición perfecta de estas obras.
 

■ La realización del proyecto es su crítica.

 

■ La tentativa de crear una crítica que pueda ser todos los géneros a la vez.
 

■ La solución está en obtener una escritura tan veloz como el pensamiento, colocar la mano al mismo nivel tacométrico de la mente. ~

 

* Tomados de diversas páginas de sus diarios entre 1972 y 1977.

 

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(ciudad de México, 1932-2006), ensayista, narrador, poeta y traductor, es un clásico de las letras mexicanas del siglo XX.


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