Recuperación kikapú

Hay unos miles de kikapúes en reservas de Estados Unidos y en El Nacimiento, una localidad de Coahuila. Se ha escrito mucho de ellos, pero se han preservado muy pocas canciones.
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Se dice que los kikapú son originarios de los Grandes Lagos, pero no cómo llegaron ahí. Tuvo que ser por el estrecho de Bering, como cazadores y recolectores que emigraron hacia el sureste, hasta volverse casi sedentarios en esa región de agua dulce. Cuando llegaron los colonizadores (franceses, ingleses) en el siglo XVII, fueron expulsados y llegaron hasta la Nueva España.

En el México independiente, el expansionismo de los Estados Unidos (que se apoderó de la mitad del territorio mexicano) persiguió a los comanches, apaches, kikapúes y otras tribus ocupantes de los inmensos territorios que requiere la vida recolectora y cazadora. Fue la política resumida en la frase: “El mejor indio es un indio muerto.” O confinado en una reservación.

El presidente Juárez (un zapoteca que vivió la experiencia de andar a salto de mata, perseguido por la Intervención francesa), aceptó la propuesta kikapú de tener un refugio en México y defender la frontera. En 1859, les concedió El Nacimiento, un territorio cercano a Múzquiz, Coah. (donde aflora el río Sabinas, en las estribaciones de la sierra Hermosa), con autonomía y derecho de entrar y salir del país sin pedir permiso. A pesar de lo cual hubo todavía una incursión punitiva en 1873 que acusaba a los kikapúes de cruzar la frontera para robar (Ranald S. Mackenzie’s cross-border raid on the Kickapoo indians near Remolino, Coahuila (Mexico), 17-21 May 1873, u. s. Army Command and General Staff College, 2015).

No quedan kikapúes en Canadá ni el norte de los Estados Unidos, aunque sí huellas toponímicas, como el río Kickapoo en Wisconsin. Hay unos 3,000 en Kansas, Oklahoma y Texas, casi todos en reservaciones. Y un centenar en El Nacimiento, cuyo territorio fue reducido a 1,500 hectáreas (la quinta parte de lo que tenían en los tiempos del presidente Cárdenas, que les dio territorio adicional). La reducción se impuso por una serie de despojos para establecer ranchos que hospedan a cazadores y les organizan cacerías de venado.

Se supone que la población inicial en México (1859) fue de un millar y bajó a 354 en el censo de 1940 (Alfonso Fabila, La tribu kikapoo de Coahuila, Secretaría de Educación Pública, Biblioteca Enciclopédica Popular, 1945; Clásicos de la Antropología del Instituto Nacional Indigenista, 2002). La Encuesta Intercensal 2015 da únicamente 157 hablantes de kikapú. Hay algunos en Tamichopa, Son., y en Cruillas, Tamps., cada vez más mestizos que ya no hablan kikapú. La mayor parte está en El Nacimiento, muy relacionados con los de Texas. Todos se consideran miembros de la misma tribu.

Se volvieron prósperos porque autorizaron un casino y la perforación de pozos petroleros en los Estados Unidos. Y porque supieron administrar las regalías que reciben (y comparten con todos los que obtienen la Kickapoo Indian Card, otorgada a los que tienen cuando menos 25% de sangre kikapú). Han comprado tierras, caballos, camionetas, patrullas, carabinas. Lo más notable de todo es que, bajo la prolongada jefatura de Papikuano García (1878-1971), invirtieron en consolidar o recuperar sus rasgos culturales: lengua, fiestas, usos y costumbres, tipo de construcción. En Sonora, la recuperación se ha visto favorecida por el gobierno del estado y Lutisuc, Asociación Cultural, institución de asistencia privada (www.lutisuc.org).

Los kikapúes son altos y atléticos, buenos jinetes y cazadores. Se llaman a sí mismos kiwigapawa ‘los que andan de aquí para allá’. Su lengua es de la familia algonquina. Son trilingües: kikapú, español e inglés. Para comunicarse a distancia, usan un sistema de silbidos. Véase en la Wikipedia “Kickapoo whistled speech”. También las páginas “Kickapoo language”, “Mexican Kickapoo”, “Kickapoo Tribe of Texas”, “Kickapoo Tribe of Kansas”, “Kickapoo Tribe of Oklahoma”.

Construyen chozas altas y abovedadas con troncos de sauce, álamo y palo blanco cubiertos de carrizo y tule. Como vivienda usan dos: una de invierno y otra de verano, para defenderse de los extremos del clima desértico. En las construcciones de uso colectivo, sobre todo religioso, hay siempre fuego encendido. Veneran al venado y a la Virgen de Guadalupe. Celebran una especie de misa sincrética. Son religiosos y celosos de sus ritos, que ocultan a extraños. Según Fabila, uno es el consumo ritual de peyote. Prohíben las bebidas alcohólicas.

Tienen caballos, burros y mulas. De sus cacerías, aprovechan las pieles de comadrejas, zorras, tejones, coyotes, tlacuaches y gatos monteses, que curten para vender. A pesar de este comercio y de que algunos viajan al norte para trabajar como braceros, es notable su voluntad de persistir en ser como han sido y su hermetismo hacia los extraños. Expulsaron a los investigadores Robert Eugene Ritzenthaler y Frederick A. Peterson, según cuentan en The Mexican Kickapoo indians (Milwaukee Public Museum, 1956). Rechazaron las escuelas rurales, los implementos para convertirlos en agricultores, la electricidad, los pozos artesianos, el agua entubada, las camas, los censos. Eso aumenta la curiosidad que despiertan.

En YouTube (bajo Kickapoo tribe) hay numerosos videos (incluso “The tenacious Kickapoo”, una canción moderna en inglés que nada tiene que ver). En uno puede verse el proceso de construcción de una choza. En otros (bajo Peyote songs), cantos rituales que más bien parecen creados por la Native American Church, sincrética, fundada en torno al peyote como sacramento en el siglo XX, y que recluta miembros de diversas tribus, con cierto rechazo de los indios tradicionales.

El Milwaukee Public Museum de Wisconsin (www.mpm.edu) exhibe una Mexican Kickapoo Collection. En el Catálogo de la Biblioteca del Congreso, en Google Books y en Amazon hay más de un centenar de libros que se refieren a ellos. Aparentemente, pocos se refieren a sus cantos y menos aún los transcriben. Por ejemplo, la serie Affairs of the Mexican Kickapoo, publicada por el Congreso, incluye un volumen dedicado a Anecdotes y otro a Tales, pero ninguno a Songs. De igual manera, The Kickapoos, lords of the middle border de A. M. Gibson (Norman: University of Oklahoma, 1963, reimpreso en 2019) incluye una amplísima relación de archivos, documentos oficiales, artículos y libros referentes a los kikapúes; con un mapa histórico, quince fotos, y un índice de temas y de nombres, pero ni una sola canción. Si se busca “canciones kikapús”, “canciones kikapúes”, “cantos kikapús”, “cantos kikapúes”, “kickapoo chants” o “kickapoo songs” en Google, salen referencias a eso, pero no eso.

Recojo lo poco que encontré. Excluyo los textos poco convincentes (porque parecen “occidentales” puestos en kikapú) como la “Oración de Papikuano”.

canto para la danza circular

La danza es en bola que da vueltas,

como el mundo da vueltas,

según dicen los viejos.

Así agarré poquita palabra.

canto para el juego de tehuas

(que simula un combate entre dos grupos guerreros)

Mucho cuidado, cascabel,

porque te anda buscando el enemigo.

¡Ya sabe dónde estás!

¡Escóndete más!

Fuente: José Luis Sagredo Castillo, V Festival de Música y Danza Indígena, Ciudad de México, 16 al 25 de abril de 1993. Paquete de dos discos y folleto con transcripciones, explicaciones, fotos y ejemplos en papel pautado, editado en 1994 por el Instituto Nacional Indigenista, pp. 26 y 28.

mandamientos

La tierra es nuestra madre, procura por ella.

Honra a tu tribu.

Abre tu corazón y alma al Gran Espíritu.

Toda vida es sagrada: respeta a todos los seres vivos.

Toma de la tierra lo que necesites y nada más.

Haz lo que debas hacer para el bien de todos.

Agradece siempre al Gran Espíritu por cada

[nuevo día.

Habla con la verdad, pero solo para el bien

[de los otros.

Sigue el ritmo de la naturaleza; levántate

[y acuéstate con el sol.

Fuente: Elisabeth A. Mager Hois, Lucha y resistencia de la tribu kikapú, 2ª ed., México: Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la unam, 2008, p. v. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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