Las primeras futbolistas

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La Revolución Industrial y el extenso reinado de Victoria I fueron los acontecimientos históricos que dieron forma al futbol como lo conocemos actualmente. La Revolución Industrial trajo consigo a la clase obrera y la era victoriana destacó por su interés para homogeneizar las reglas del futbol de carnaval, un juego medieval en el cual los hombres golpeaban una piedra de molino con una pesada pelota que se arrojaban con las manos y los pies. Por tratarse de un juego ruidoso, violento y desorganizado que distraía a los hombres de otras actividades más útiles, como el tiro con arco, a lo largo de cinco siglos sufrió varias prohibiciones.

La fecha de nacimiento oficial del futbol es el 26 de octubre de 1863, cuando se fundó la Football Association (FA). Ebenezer Cobb Morley fue el responsable de reglamentar el arte del balompié y diferenciar entre el futbol y el rugby, que usa las manos y movimientos como el tacleo. En un inicio, los jugadores de futbol eran amateurs, pero esta “homogeneización” significó un acelerado crecimiento y la fundación de los primeros clubes. La FA se vio forzada a dar el siguiente paso: la profesionalización. De esta manera, el futbol dejó de ser un deporte para unos cuantos y llegó a las masas con la inclusión de la clase obrera en los equipos.

Sin embargo, los hombres que se reunieron en la taberna Freemasons’ y crearon las trece reglas del futbol no contaban con que las mujeres también querían jugar.

Durante mucho tiempo se pensó que lo propio de la mujer se ubicaba en la esfera de lo privado, doméstico y familiar. Por lo tanto, el deporte para las mujeres debía ser una cuestión privada y practicarse sin llamar demasiado la atención. El futbol significó para las mujeres británicas la conquista de lo público, así como el abandono del corsé y la moda victoriana para tener mayor movimiento y libertad corporal sin piernas que se tropezaran con grandes telas.

A pesar de que en 1895 se fundó el British Ladies’ Football Club, el futbol femenil nació unos años antes. El 7 de mayo de 1881 se disputó el primer partido de futbol femenil entre Escocia e Inglaterra en el estadio Easter Road de Edimburgo. Las integrantes de ambos equipos tenían entre dieciocho y veinticuatro años y estaban vestidas para la ocasión: el equipo escocés con jerseys azules, shorts blancos, calcetas y cinturón en color rojo y un gorro azul con blanco; mientras que las jugadoras inglesas vestían jerseys azules y blancos, calcetas azules, cinturón en el mismo color y gorro rojo con blanco. El resultado final fue de tres goles a favor de Escocia frente a cero anotaciones por parte de las inglesas. De acuerdo con la crónica publicada en el Glasgow Herald dos días después, “el partido fue un fracaso, pero algunas de las jugadoras tenían una idea general del juego”.

Este fue el primer encuentro de una serie de juegos amistosos en una gira por Gran Bretaña que gozó de cierta popularidad. El 16 de mayo de 1881, los equipos de Inglaterra y Escocia disputaron su único encuentro de la gira en Glasgow. Según lo narrado en el Nottinghamshire Guardian, al menos cinco mil personas asistieron al partido, el cual transcurrió con normalidad hasta que las jugadoras sufrieron empujones y tuvieron que regresar rápidamente a sus autobuses. La multitud tomó las estacas que separaban a las gradas del campo y las lanzaron a los autobuses, de no haber sido por la policía las jugadoras habrían recibido lesiones más graves. Los comentarios negativos, las amenazas y las reacciones violentas de algunos espectadores provocaron que el futbol femenil abandonara el espacio público por varios años.

En 1894, Nettie J. Honeyball publicó varios anuncios en algunos periódicos para invitar a las mujeres a formar parte del primer equipo de futbol. Alrededor de unas treinta mujeres atendieron a la convocatoria y así nació el British Ladies’ Football Club. El equipo no había surgido únicamente por el “mero gusto de jugar futbol”, también tenía una intención laboral y política: consolidar la figura de la jugadora profesional, hacer dinero y reivindicar los derechos de las mujeres a finales del siglo XIX y principios del XX. En una entrevista publicada en febrero de 1895 en el Daily Sketch, Honeyball declaró: “Fundé la asociación el año pasado, con la voluntad de probar al mundo que las mujeres no son las criaturas ornamentales e inútiles que los hombres han imaginado.” El equipo contó con el apoyo de algunas de las feministas de la primera ola, como lady Florence Dixie, miembro de la aristocracia británica, y Helen Matthews, mejor conocida como Mrs. Graham y una de las jugadoras de los partidos disputados en 1881. Honeyball y Matthews tuvieron una serie de confrontaciones debido a que cada una quería ser considerada como la fundadora única del futbol femenino. En la temporada de 1895-1896 existieron dos equipos con el mismo nombre que deseaban ganarse el apoyo de lady Florence Dixie: las Lady Footballers. Uno era propiedad de Honeyball y el otro reconocía a Mrs. Graham como capitana y rechazaba toda relación con Honeyball, como dieron a conocer los encabezados de los periódicos de la época. Lady Florence Dixie se hartó de que ambos equipos estuvieran usando su nombre y retiró su apoyo. Tiempo después el British Ladies’ Football Club se disolvió.

Durante las prácticas del BLFC hubo un interés constante por parte de los medios para ilustrar cómo es que las mujeres practicaban el deporte. Muchas veces en tono de burla, se cuestionó su forma de jugar e incluso se ponía en duda el sexo de las jugadoras que eran talentosas porque no se creía posible que las mujeres pudieran jugar bien al futbol. La disolución del BLFC generó que el futbol femenil desapareciera de Gran Bretaña por un largo periodo. Y, aunque ocasionalmente las mujeres jugaban futbol, la FA prohibió los encuentros mixtos para que no hubiera posibilidad alguna de profesionalización del futbol femenil.

La Primera Guerra Mundial sacudió a Europa, pero abrió una nueva oportunidad al deporte femenino. El equipo más notable de la época fue el Dick, Kerr Ladies Football Club, el cual surgió a finales de 1917 en la fábrica de armamentos Dick, Kerr & Co. de Preston y disputó 828 partidos en sus 48 años de existencia, algunos de sus juegos atraían al menos a diez mil personas. Fue tal su popularidad, que la FA emitió el 5 de diciembre de 1921 una resolución en donde prohibió a las mujeres jugar en los estadios de sus clubes afiliados relegando nuevamente la práctica del “deporte inapropiado para mujeres” a la esfera privada. Hasta 1970 se creó la Federación Internacional y Europea de Futbol Femenino, la cual organizó dos mundiales no oficiales: en 1970 en Italia y en 1971 en México. El mundial de México superó cualquier expectativa y la asistencia de la final entre México y Dinamarca reunió a más de cien mil personas, un récord. El éxito de los partidos provocó que, en 1971, la Union of European Football Associations (UEFA) obligara a sus afiliados a fomentar el futbol entre las mujeres y, por ello, la FA levantó la prohibición de 1921.

El futbol es un pequeño ejemplo de la lucha de la mujer por reivindicar sus derechos. La llama que encendió Olympe de Gouges con la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana en 1791 y la evolución del movimiento feminista a lo largo de los siglos XVIII y XIX muestran que el espacio público era también lugar para que las mujeres desarrollaran sus propias convicciones. Jugar futbol es un acto de resistencia y una recuperación de los espacios de los que las mujeres hemos sido segregadas por no ser “lo suficientemente buenas”. Sin lady Florence, Mrs. Graham o Nettie Honeyball el día de hoy no podríamos hablar de Megan Rapinoe, Alex Morgan o Stephany Mayor. Aunque queda mucho por hacer, ahora contamos con ligas profesionales de futbol y mundiales. El balón ahora está del lado de los espectadores, a quienes nos toca apoyar a nuestros equipos y disfrutar de cada minuto de juego para que este deporte siga creciendo. ~

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es historiadora y docente. Dirige el proyecto de divulgación Historia Chiquita


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