Imaginar otra modernidad

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Humberto Beck

Otra modernidad es posible. El pensamiento de Iván Illich

Barcelona, Malpaso, 2017, 158 pp.

La racionalidad moderna prometió desde sus orígenes la creación de un progreso ilimitado, rendido a los caprichos de la voluntad humana. A través del dominio industrial de la energía, los avances técnicos del progreso crearían paulatinamente un paraíso artificial de comodidades, libre de cualquier forma de necesidad o carencia. Las nuevas herramientas encargadas de satisfacer las demandas de salud, educación y trabajo han requerido el consumo de grandes cantidades de energía, que paradójicamente han contribuido más a la polarización y la desigualdad de la sociedad que a la formación de comunidades más democráticas y equitativas. Bajo el nombre de contraproductividad, Iván Illich (Viena, 1926-Bremen, 2002) denunció de manera sistemática esa contradicción política entre el consumo excesivo de la energía y la igualdad de los hombres. Para Illich, la desproporción energética de los sistemas escolar, hospitalario y automotriz inhabilita la acción autónoma y transforma al hombre en un usuario ignorante, enfermo e inmóvil.

La “extraña radicalidad” de Illich –que acompaña a obras como La sociedad desescolarizada, Energía y equidad y Némesis médica– atrajo la atención de varios círculos académicos y de investigadores durante las décadas de los años sesenta y setenta. Sin embargo, tras su retiro voluntario en 1976, su pensamiento fue cayendo en el olvido. La ausencia prolongada de un espíritu a la vez crítico como capaz de desmantelar nuestras certezas más fundamentales sobre la modernidad y sus instituciones, hace que publicaciones como Otra modernidad es posible. El pensamiento de Iván Illich de Humberto Beck, sean afortunadas. Se trata –y así lo asume el autor desde su introducción– de “un ensayo de lectura”, un mapa para guiarse entre los laberintos que componen el primero de los tres períodos de producción intelectual de Illich: el de 1960 a 1976 dedicado a las consecuencias sociales de la noción moderna de desarrollo. Tuvo otras dos etapas que Beck no atiende de modo directo en este trabajo: la de 1976 a principios de los años noventa, durante la cual se dedicó a “escribir una historia de las certezas modernas”, y la de mediados de los noventa hasta su fallecimiento, en la que Illich reflexionó sobre la noción cibernética de sistema.

En su primer periodo, Illich muestra la necesidad de un cambio en las instituciones y la sociedad que pueda invertir el dominio instrumental que tiene el mercado, el pensamiento enlatado y la ideología del progreso sobre la imaginación creadora del hombre. En su libro, Beck esboza la cimentación de una modernidad alternativa, reuniendo las suficientes tesis e intuiciones para describir y caracterizar la teoría illichiana de la convivencialidad.

La convivencialidad es un proyecto de “autolimitación voluntaria” que busca recuperar una escala humana en la forma de nuestras ciudades. El modelo tridimensional de elección pública, propuesto por Illich, permite a las comunidades decidir democráticamente los “‘techos máximos’ para la productividad y el consumo” manteniendo la armonía entre “el eje x relativo a la propiedad de los medios de producción y la distribución de los recursos […], el eje y relativo a la opción entre técnicas ‘duras’ y ‘suaves’, y un eje z que concierne al trade-off entre la expansión industrial y la libertad”.

Otra modernidad es posible atiende los argumentos y las propuestas que existen en cada uno de los tres ejes y qué límites son necesarios para contener el desarrollo. El carácter descriptivo del libro presenta una exposición fiel del pensamiento de Illich, con la salvedad de aquellos pasajes donde –de manera discreta– Beck toma licencia para sugerir el modo illichiano de abordar los recientes acontecimientos tecnológicos, económicos y sociales. Esos apuntes al margen pueden servir como puntos de partida para explorar configuraciones desconocidas de la convivencialidad y probar así la indudable vigencia que tiene el pensamiento de Illich en un mundo que, desde mediados del siglo XX, ha sufrido “el estallido de una crisis de legitimidad” y una pérdida de libertad.

El estudio monográfico que presenta Beck compendia con tino las principales tesis illichianas en contra de la industrialización del mundo. Desafortunadamente glosar los teoremas sociales que subyacen a los procesos modernizadores no es suficiente para recuperar el ánimo provocador que siempre acompañó a la persona y obra de Iván Illich. La falta de una lectura crítica que confronte directamente sus diagnósticos sobre la economización del mundo, el imperativo tecnológico y el lenguaje de los valores con la realidad contemporánea impide también imaginar otras formas de economía, energía y política.

Debe reconocerse que Otra modernidad es posible promoverá la formación de una nueva generación de illichianos, pero resulta indispensable precisar sus límites como libro introductorio. Si no discutimos y analizamos a fondo las propuestas convivenciales de Illich corremos el riesgo de transformar su pensamiento subversivo en un objeto más de la academia. ~

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Es filósofo, arabista y profesor de reórica y argumentación.


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