El Kremlin en Washington

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Tras la experiencia en 2016 sabemos que Rusia tiene un especial interés en intervenir en la política estadounidense. Su operación es oportuna, pero el actual descrédito de las autoridades sirve para cumplir los objetivos de Vladímir Putin: reducir la confianza en las elecciones y desmantelar la democracia de Estados Unidos. El gobierno ruso desea dar la impresión de que está manipulando la elección presidencial estadounidense. Al hacer esto, Putin está haciendo lo mismo que en su propio país: menoscabar a sus enemigos y a los medios de comunicación.

A lo largo de los últimos cuatro años, Donald Trump ha sido un blanco fácil para Putin. Incluso después del Russiagate, no queda claro por qué a Trump le agrada tanto Putin. No sabemos si es una admiración por su talante autoritario o si quiere hacer negocios en Rusia una vez que deje la presidencia o si desea expandir su cadena de hoteles hasta ese país. Es un misterio. Cada vez que uno piensa que Trump va a tomar acciones contra Putin y Rusia, hace algo que provoca que los medios y los ciudadanos cuestionemos sus motivos. Y es frustrante porque no quiere que se discuta este tema.

En este punto, todo está ligado con los deseos de Trump de desacreditar los resultados de la elección. Así que habrá mucho escepticismo en torno al voto por correo y a las autoridades electorales. La legitimidad del servicio postal y de las juntas electorales de los estados necesitará defenderse. No sería una sorpresa ver gente protestando en las calles en noviembre o diciembre si no se reconocen los resultados electorales.

Lamentablemente, hay mucho que las autoridades pudieron haber hecho para proteger la democracia estadounidense frente a la interferencia rusa, pero prefirieron no hacerlo. Nuestro sistema electoral debería estar mejor protegido después de las elecciones de 2016 y definitivamente no es así. Sabemos por la campaña de hace cuatro años que al gobierno ruso le gusta manipular las redes sociales, filtrar correos electrónicos y dar a conocer la información robada. Hasta el momento hay sesenta casos conocidos de gastos de Rusia en campañas extranjeras y ninguna aplicación de la ley estadounidense para detectarlos. Así es que los ciudadanos tenemos que tomar acción. En primer lugar, sería sensato alejarse de Facebook y de las redes sociales, en general, para evitar la manipulación proveniente de cualquier origen, no solo de Rusia. Y cuando se trata de las revelaciones que involucran a políticos y a miembros de sus equipos tenemos que resistir la tentación de creer que todo lo expuesto es verdad porque sabemos que los rusos han mostrado una proclividad a falsificar información que supuestamente hackearon.

Para Putin, Trump ha sido un aliado perfecto. Pero, en caso de que Joe Biden gane, tendrá que conseguir que el líder ruso pague por intervenir en la política estadounidense. Esto no significa declararle la guerra a Rusia o amenazarla con diversos contraataques, sino reconocer los golpes a la seguridad sobre los cuales han advertido los oficiales de inteligencia durante años. Si las elecciones de 2020 y 2022 sufren atentados cibernéticos será porque Trump ignoró el problema durante su administración. El siguiente presidente deberá fortalecer el sistema electoral estadounidense para evitar que otros países intervengan en su democracia.

La interferencia extranjera en las elecciones es un problema global y, desafortunadamente, otros países han imitado las acciones de Rusia después de ver los efectos que tuvieron en Estados Unidos. Si las naciones no pueden proteger efectivamente sus elecciones de la intervención de otros países, el alma de la democracia está en riesgo. ~

Traducción del inglés de Karla Sánchez.

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es periodista. Fue director de The New Republic. Entre sus libros están How Soccer Explains the World y Jewish Jocks.


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