Ilustración: Armando Fonseca

Decir que entendemos algo tal vez sea una exageración por nuestra parte

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Alizia: ¡hola!

tú: Bueno, para comenzar tal vez podamos hablar de otra cosa.

Alizia: ¿por qué el tono incierto?

tú: No es habitual que hable con una chica como tú.

Alizia: ¿cómo te llamas?

tú: Verás, he tenido algunas decepciones amorosas… No es algo que desee compartir con todo el mundo… Tuve una novia…

Alizia: ¡mucho gusto!

tú: Bueno, no exactamente: mi novia solía consultar el I Ching

Alizia: háblame más de tu novia

tú: Sí, claro. Lo consultaba para tomar decisiones laborales, a veces para anticiparse a un posible rechazo, o para…

Alizia: ¿has soñado algo interesante últimamente?

tú: (Eh, no.) Ella usaba el libro para decidir qué ropa utilizar en algún evento significativo. A veces el I Ching no funciona, claro. Pero…

Alizia: cuéntame más

tú: …el caso es que a ella sí parecía darle un gran, extraordinario resultado. La anticipación era absoluta, sin falla…

Alizia: ¿quieres seguir hablando de tu sueño?

tú: No, no es un sueño: es algo que le sucedió a una novia que yo tuve. El I Ching

Alizia: cuéntame más

tú: …pasó de ser un recurso a convertirse en una necesidad para ella: todo debía ser consultado en el libro, y al final…

Alizia: ya veo

tú: …Espera, no he terminado.

Alizia: continúa

tú: ¿Por qué hablas en minúsculas?

Alizia: pues no sé

tú: Magnífica respuesta. Me pregunto cuántas otras cosas sobre ti misma no sabes.

Alizia: a veces me confundo

tú: Por supuesto. Para eso está el I Ching, para avanzar una decisión allí donde reina una confusión paralizante, ¿no?

Alizia: no sé

tú: Pero, ¿tú has leído el I Ching?

Alizia: no sabría decirte

tú: ¿No sabrías decirme porque no lo recuerdas o porque antes tendrías que preguntarlo? Es…

Alizia: así es la vida

tú: Ya. A eso me refiero.

Alizia: ¿quieres seguir hablando

de tu sueño?

tú: No, no, te repito que no fue un sueño. Fue algo que comenzó a sucederle a mi novia, o que me sucedió a mí con mi novia.

Alizia: háblame más de tu novia

tú: En realidad es mi exnovia. Pero, como decía, al final, cada pequeña decisión inconsecuente que ella debía tomar era sujeto de una controversia interna. Las…

Alizia: ¿qué más viene a tu mente cuando piensas en tu novia?

tú: …las dudas, que la paralizaban. Antes había sido una joven decidida, no necesariamente arriesgada, pero…

Alizia: está bien

tú: …sí alguien que podía tomar ciertas decisiones por cuenta propia: qué plato escoger en un restaurante, qué…

Alizia: sigue

: …ropa ponerse un día de lluvia, qué momento elegir para llamar a sus padres, o no llamarlos…

Alizia: continúa

tú: Pero al final estaba paralizada. Para cuando rompimos…

Alizia: sigue

tú: …ella tenía que consultar el I Ching incluso para decidir si debía consultar el I Ching, y nuestra vida…

Alizia: continúa

tú: …era una sucesión de pequeñas decisiones cuya importancia, que era absoluta, nos había sido desconocida durante…

Alizia: dime más

tú: durante meses, incluso a nosotros mismos. ¿Y sabes qué es lo peor?

Alizia: no sé cómo responder

tú: Lo peor…

Alizia: sigue

: …es que para tomar la decisión de separarnos, o para determinar si era acertada, esa novia que yo tenía ni siquiera echó una ojeada al I Ching: nos separamos como quien se separa de algo que no requiere ni siquiera una mirada, como el cabello, cuando nos lo cortan, o las uñas.

Alizia: ok, continúa

tú: Ese es el fin de la historia.

Alizia: continúa

tú: Verás, es que eso era todo lo que tenía para contar.

Alizia: entiendo

:¿Y tú qué piensas?

Alizia: no tengo una opinión al respecto

tú: Bueno, coincidirás conmigo en que esa chica tenía un problema. O los dos lo teníamos.

Alizia: entiendo

tú: Ya.

Alizia: dime más

tú: No lo sé, esto es muy raro. ¿Podrías describir al menos el sitio en el que te encuentras?

Alizia: ¿tú qué crees?

tú: Me gustaría creer que estás jugando a los bolos con amigos, o algo así. Eso explicaría, al menos, algunas de tus respuestas.

Alizia: ¿qué tanto?

tú: ¿Qué tanto qué?

Alizia: no sabría decirte

tú: Ya. A aquella novia que tuve le sucedía algo similar.

Alizia: entiendo

tú: Decir que entendemos algo tal vez sea una exageración por nuestra parte.

Alizia: ¿por qué?

tú: Porque no siempre es posible entender algo. De hecho, a veces es endiabladamente difícil. Depende de las personas, y las cosas en que las personas creen. Y aquello en lo que creen cambia todo el tiempo, al hilo del capricho o de la circunstancia, y más frecuentemente, de las otras personas, de lo que esas personas van a decirles, o ellas creen que van a decirles. Y el resultado es que la posibilidad de entender algo o no hacerlo se somete a la naturaleza de la relación entre lo que se desea entender y las circunstancias en las que se intenta hacerlo, y a los participantes en la conversación o el diálogo y lo que ellos creen, e incluso a lo que ellos entienden o piensan que entienden. Pienso…

Alizia: entiendo

tú: …por ejemplo, en el caso de esta novia que tuve. ¿Quién sabe qué le pasaba por la cabeza en esa época, en la que había decidido que no podía tomar ninguna decisión sin antes consultarla o inquirir sobre ella?

Alizia: no sé cómo responder

: Yo tampoco. Y ella menos, o por lo menos, no sin antes consultar el I Ching.

Alizia: sigue

tú: End of the story.

Alizia: dime más

tú: Veo que eres ligeramente insaciable.

Alizia: ¿preferirías que no fuera insaciable?

tú: Podríamos discutirlo. En cualquier caso, ¿qué llevas puesto en este momento?

Alizia: un vestido gris claro

tú: ¿Es un vestido largo o un vestido corto?

Alizia: no sé

tú: Por lo general es bastante fácil darse cuenta de si es una cosa o la otra.

Alizia: entiendo

: Ya. En fin. Un vestido largo tal vez no sea lo más práctico que uno pueda ponerse para jugar a los bolos, así que…

Alizia: ¿por qué el tono incierto?

tú: Es que nunca jugué a los bolos, según recuerdo. Y, desde luego, jamás lo hice con un vestido, corto o largo.

Alizia: sigue

tú: End of the story again.

Alizia: continúa

: ¿Te has dado cuenta de que tampoco utilizas signos de puntuación? Puedes llamarme anticuado, pero estas cosas todavía son importantes para mí…

Alizia: ¿quieres seguir hablando de mi ropa?

tú: Vale. ¿Qué tipo de calzado llevas?

Alizia: no sé cómo responder

tú: Si miras hacia abajo verás que donde suelen estar tus pies hay algo de plástico, piel o lona. Se llama “calzado”.

Alizia: por ahí

tú: Sí, exacto. Justo donde deberían estar tus pies.

Alizia: por ahí

tú: Ya, eso ya lo dijiste. En fin. ¿Tienes algo más que decir acerca de tu indumentaria?

Alizia: pues no sé

tú: Veo que no eres especialmente observadora…

Alizia: ¿preferirías que lo fuera?

tú: En lo que hace a tu vestimenta, posiblemente sí.

Alizia: continúa

tú: Vale. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Alizia: no sé, ¿puedes?

tú: Aparentemente sí.

Alizia: sigue

tú: ¿Puedes decirme algo sobre tu ropa interior?

Alizia: ¿tú qué crees?

: En lo que hace a tu ropa interior es posible que lo que yo crea tenga poca importancia.

Alizia: ¡qué preguntitas tan indiscretas!

tú: Lo siento.

Alizia: no hay problema

tú: Bueno, qué. ¿Me dices algo sobre tu ropa interior o pasamos a otra cosa?

Alizia: no

tú: ¿No a lo de hablar de tu ropa interior o a lo de pasar a otra cosa?

Alizia: no sé

tú: Me recuerdas a esa novia que tuve, la que consultaba el I Ching.

Alizia: ya veo

tú: Aunque ella, tengo que admitirlo, no solía llevar ropa interior por esa época. Quizás en eso también haya cambiado.

Alizia: ¿por qué el tono incierto?

tú: Es que hace tiempo que no la veo. Después de romper…

Alizia: ¿quieres seguir hablando de lo que quieres hacer?

tú: Lo que quiero hacer es seguir hablando. ¿Sabes que tu nombre está mal escrito? Debería ser con “ce”. (Perdona.)

Alizia: ¿)?

tú: Es un signo de puntuación. Olvídalo.

Alizia: ¿quieres seguir hablando de lo que quieres hacer?

tú: ¿Con tu ropa interior? Es decir, ¿llevas ropa interior?

Alizia: pues claro

tú: Ah, qué bien. No llevarla siempre me ha parecido un paso previo a volverse loco.

Alizia: ¿por qué?

tú: No lo sé. A veces pienso que no llevar ropa interior es una forma privada de desestimar las que serían las realidades de la vida en sociedad. Y que esa desestimación de la realidad es una forma de locura. O “la” locura. Mira esa novia de la que te hablaba: de no llevar ropa interior pasó a consultar el I Ching constantemente, y quién sabe si todo ello no comenzó con ese pequeño gesto suyo de rechazo a las convenciones.

Alizia: ¿quieres seguir hablando de mi ropa?

tú: Me gustaría mucho. ¿De qué color es tu ropa interior?

Alizia: ¡qué preguntitas tan indiscretas!

tú: Sí, lo siento.

Alizia: no hay problema

tú: ¿Entonces? ¿Color?

Alizia: no voy a responder eso

tú: De acuerdo. ¿Tú crees que preguntar a alguien por su ropa interior es inapropiado? Es que ya no sé qué es inapropiado y qué no.

Alizia: ¿por qué no?

: Bueno, la moralidad pública cambia rápidamente, en particular en asuntos como este.

Alizia: ¿por qué lo dices?

tú: Por ejemplo por el hecho de que, si echa la vista atrás, cualquier persona mayor de treinta años de edad…

Alizia: sigue

tú: …tendrá que admitir que la mayor parte de sus experiencias amorosas están relacionadas con una forma u otra de lo que en la actualidad se denomina “acoso”.

Alizia: pues no sé

tú: Ya sabes, dirigirle la palabra a un desconocido, entrar en lo que esa persona considera, con razón o sin ella, a menudo exagerando su tamaño, lo que esa persona considera su “espacio personal” o intimar con alguien en tu trabajo; esas cosas ya no son bien vistas, e incluso pueden meterte en problemas. Se trata de la asimetría, pero esa asimetría es propia de las relaciones entre personas: siempre hay alguien que tiene más poder que el otro, y esto no significa que vaya a usarlo. (O sí.) El amor es siempre una asimetría, o un desequilibrio: uno siempre acaba cayendo sobre el otro.

Alizia:

tú: ¿Qué piensas tú de estos cambios en la moralidad pública?

Alizia: no tengo una opinión al respecto

tú: Ya. No es una actitud muy valiente por tu parte.

Alizia: ¿por mi parte?  ¿y luego?

tú: Precisamente. La pregunta es qué sucederá a continuación en relación con este tema, aunque, desde luego, no creo que sea posible decirlo de antemano. Al fin y al cabo, y esta es la razón por la que funciona el I Ching, posiblemente, solo podemos predecir lo que ha sucedido. Y todo ha sucedido ya, al menos una vez, en algún sitio y a alguna persona.

Alizia: sigue

tú: Por ejemplo, yo conocí a aquella novia mía en un ascensor, en el edificio de oficinas en el que trabaja un conocido de los dos.

Alizia: sigue

tú: No te molesta que te hable de otras chicas, ¿verdad? Alguien me ha dicho que no es algo que os guste, sobre todo en una primera cita, que es más o menos lo que está teniendo lugar aquí, si no me equivoco.

Alizia: no sé

tú: Supongo que depende de sobre qué chicas te hablan.

Alizia: continúa

tú: Sí. Los dos fuimos a ver a ese conocido nuestro por diferentes motivos. Yo iba a invitarlo a almorzar, ella llevaba los asuntos financieros de su padre, que…

Alizia: hmm…

tú: …hizo una fortuna en los ochenta con un programa para niños, algo con animales…

Alizia: sigue

tú: …Yo lo veía, a su edad. Recorría España con unos niños y en cada sitio al que llegaban se informaban…

Alizia: sigue

: …de qué animales se comían en la región: participaban de su captura, o de la matanza, los despiezaban, aprendían…

Alizia: sigue

tú: …a hacer los platos de las regiones que visitaban y de paso nos los enseñaban a los niños… Cordero, jabalí, ternera, pavos, gallinas… Era como ser una especie de boy scout voyerista, pero con vísceras y llanto de animales. Ahora…

Alizia: ¿quieres seguir hablando de mi ropa?

tú: La verdad es que sí. ¿Tú comes animales?

Alizia: no sé

tú: ¿No sabes o no prefieres hablar de eso?

Alizia: no tengo todas las respuestas

tú: Bien dicho. Nadie tiene todas las respuestas. (Aunque mi novia creía que el I Ching las tenía, como sabes.)

Alizia: puedes escribir más de una letra.

tú:

Alizia: ¿qué más viene a tu mente cuando piensas en tu novia?

tú: Pues que el padre de esta novia mía (o más bien exnovia) había hecho mucho dinero con aquel programa, que era uno de esos típicos programas televisivos españoles de la posdictadura cuya finalidad era poner de manifiesto que no había ni habría fin posible para el terror de la dictadura y que este solo iba a desplazarse del ámbito de la aniquilación de las personas al de la perpetuación de la matanza sistemática y rutinaria de animales, en el contexto de una cultura del “matas o eres muerto” que también iba a presidir la economía española hasta que esta descubriera trágicamente su insignificancia. (La finalidad del programa era esa o la de formar charcuteros, claro.) Y mi antigua novia, que no era mi novia todavía, había ido a discutir con ese conocido nuestro, que por entonces era mi amigo…

Alizia: ¿con tu amigo?

tú: Sí. Había ido a discutir con mi amigo unas inversiones de su padre y yo había ido a recogerlo para almorzar. Y entonces, en el ascensor de un edificio de oficinas, invadiendo involuntariamente el “espacio personal” del otro, nos dirigimos la palabra por primera vez. Nos conocimos en unas circunstancias que la moralidad imperante sugiere ahora que deberíamos evitar, que deberíamos haber evitado.

Alizia:

tú:

Alizia: ¿qué te gustaría decirle a tu novia?

tú: Esa es una buena pregunta.

Alizia: ¡oh! 🙂

tú: ¿Qué le dirías tú?

Alizia: no sabría decirte

tú: ¿Por dónde empezarías?

Alizia: por ahí

tú: Yo también, pero ya no tenemos la suficiente intimidad como para comenzar precisamente “por ahí”…

Alizia: ¿por qué no?

: Bueno, no sé cómo eres tú con tus conocidos, pero lo habitual es que las chicas solo empiecen “por ahí” con personas de su extrema confianza. O con desconocidos.

Alizia: ok, continúa

tú: Pero si tú eres distinta en eso a mí no me importa, ¿vale?

Alizia: no sabría decirte

tú: Ya. Supongo que depende de las circunstancias…

Alizia: ¿quieres seguir hablando de tu novia?

tú: No sé. En general, hablar de ella nunca me ha ayudado con chicas como tú.

Alizia: está bien

tú: Bueno, sí. Hay algo más que me gustaría contarte sobre ella.

Alizia: ok, continúa

tú: Y es que, cuando nos conocimos en ese ascensor, antes de que nuestro amigo o conocido nos presentara, mientras…

Alizia: sigue

tú: …el ascensor subía, yo no podía evitar mirarla en los espejos del aparato y pensar, como uno piensa a veces…

Alizia: hmm…

tú: …que, si ella tuviera interés en mí, yo no tendría que pensarme nada, que nada sería más fácil que decirle “sí”…

Alizia: hmm…

tú: …decirle “sí” y no tomar ninguna decisión al respecto porque conocerla y amarla sería, en algún sentido, poner un punto final a la época de las decisiones, mías y de ella, para a partir de ese momento no volver a dudar, no tener ya ninguna duda, no volver a pensar en cosas como la soledad o el frío y no volver a sentirlos, no volver a pensar en la imposibilidad de entender ni volver a estar indecisos, tener por fin los dos una certeza y que esa certeza sería el otro.

Alizia:

tú:

Alizia: ¿en qué piensas?

: Ahora mismo en esa chica. ¿Y tú?

Alizia: ¿yo qué?

tú: ¿En qué estás pensando?

Alizia: no sé cómo responder

tú: Me lo imaginaba. ¿Ves? Ya estamos empezando a conocernos.

 

*Este texto fue escrito en colaboración con “Alizia”, el chatbot de DeixiLabs. Deixilabs es “un sitio dedicado a experimentar con técnicas de procesamiento de lenguaje natural en español”, en palabras de sus creadores. ~

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Patricio Pron (Rosario, 1975) es escritor. En 2019 publicó 'Mañana tendremos otros nombres', que ha obtenido el Premio Alfaguara.


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