Cuatro palabras

Mariachi, huapango, tango y fandango comparten más de un elemento en común. Son palabras nacidas en América, que nombran cierto tipo de música y que se relacionan con las maderas y los tablados donde se bailaba.
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La palabra mariachi suena a mariage, y hace pensar en la Intervención francesa (1861-1867). Pero no es galicismo, como muchos suponen, sino indigenismo.

En una sesión de la Academia Mexicana de la Lengua, Alí Chumacero sostuvo que mariachi es el nombre de un árbol y, por extensión, de su madera y los tablados construidos con esta; y, por extensión, de los músicos que ahí tocan y cantan. Dijo que se basaba en José Ignacio Dávila Garibi, historiador y filólogo de las cosas de Jalisco.

Dávila Garibi (1888-1981) estudió la lengua coca, y afirma que “el vocablo mariachi es coca, muy coca” y que “designa una música típica, bulliciosa y alegre” que últimamente se ha vuelto famosa, pero “data de tiempo inmemorial y tuvo su cuna en Cocula, Zacoalco y otras poblaciones jaliscienses que en lo antiguo formaron parte de la nación coca” (fragmentos de lo que cita el diccionario de Santamaría).

Algunas palabras terminadas en –ango son mexicanismos: caballerango, chango, chilango, huachinango, huapango, guango, ñango. Otras lo son parcialmente: fandango (como ‘fiesta’ y en el sentido figurado de ‘relajo’); mango (como ‘persona atractiva’); tango (en la locución hacer un tango ‘hacer una escena’). Pero muchas no lo son, por ejemplo: fango, rango.

Según Pharies, -ango es un sufijo despectivo que apareció en el siglo XVIII como derivación de -anco, por analogía con la derivación de -engo a partir de -enco. Aclara que hay americanismos donde la terminación -ango no es sufijo, sino reflejo de un nombre indígena.

Según Corominas, fandango se documenta desde 1705. Sugiere un posible origen portugués: fandango < fadango < fado. Pero, según la Wikipedia en portugués, no hay menciones del fado anteriores al siglo XIX.

En 1732, el Diccionario de autoridades de la Real Academia define fandango como “baile introducido por los que han estado en los Reinos de las Indias, que se hace al son de un tañido muy alegre y festivo”.

Se llama fandango a un baile tradicional de la costa norte de Colombia y a una fiesta veracruzana, como lo dice una copla tradicional:

Cuando vayas al fandango,
ponte tus naguas azules;
pa que salgas a bailar
sábado, domingo y lunes.

Nada de esto apoya que huapango sea fandango. Sin embargo, cuando la Real Academia registra huapango por primera vez (1927), lo define erróneamente con una sola palabra: fandango.

Cabrera (1876-1954), revolucionario maderista y carrancista, hombre de letras y de Estado, dejó inédito un diccionario que fue puesto en orden por Dávila Garibi. Define huapango, primero, como “piso de madera”, luego como baile taconeado sobre un huapango y por último como “fiesta en que la diversión principal es el huapango”.

Leander dice que “huapango deriva de cuauhpanco, compuesta de cuauhtl ‘árbol, madera o viga’, pantli ‘hilera’ y co ‘lugar, en’.” “Es decir: en el tablado.” Y que en náhuatl se llamó cuauhpanco a un baile español sobre tablado que los mexicanos fueron adaptando “haciéndolo a su modo”. No precisa cuál baile español.

Santamaría dice que, si huapango fuera nahuatlismo, debería ser huepanco, de huepantli, más el locativo co. Es decir: ‘sobre tablado’.

La décima jarocha, distintiva del huapango, tiene que ser posterior al invento de la décima (por Vicente Espinel) a fines del siglo XVI.

En YouTube hay videos de “tango flamenco” zapateado, con guitarra y coplas de versos octosílabos. La Wikipédia habla de un posible origen del tango flamenco en el barrio negro de La Habana.

Corominas documenta tango desde 1836. Dice que aparece fuera de Argentina, y que empezó como ‘reunión de negros para bailar al son de un tambor’ y como nombre del tambor. Es probable que se trate de una voz onomatopéyica.

Fandango, tango y huapango tienen elementos comunes, además de la terminación -ango. No son palabras venidas de España, sino oriundas de las costas caribeñas, veracruzanas, colombianas, rioplatenses. Nombran maderas y tablados resonantes para espectáculos de música y canto, de conjuntos pequeños, donde los músicos cantan mientras tocan instrumentos de cuerdas. Nombran también los bailes con esa música, zapateados o de pasos llamativos. También las fiestas o locales donde se exhiben. Todo lo cual es tradicional y popular, pero de los tiempos modernos; digamos, desde el siglo XVIII.

Los mariachis no son costeños, pero comparten otros elementos. Además, se transformaron con el uso de la trompeta.

El tango también tuvo una evolución divergente. Hipotéticamente: empezó alegre y con tambor en el Caribe. Viajó al sur de España, donde se volvió flamenco, intenso y con guitarra. Viajó también al río de La Plata, donde incorporó el acordeón y se transformó en lamento.

Fuentes:

Francisco J. Santamaría, Diccionario de mejicanismos, Porrúa, 1974.

David Pharies, Diccionario etimológico de los sufijos españoles y de otros elementos finales, Madrid: Gredos, 2002.

Joan Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid: Gredos, 1967.

Luis Cabrera, Diccionario de aztequismos, Ediciones Oasis, 1978.

Birgitta Leander, Herencia cultural del mundo náhuatl a través de la lengua, Secretaría de Educación Pública, col. SepSetentas 35, 1972.

Wikipedia, “Fado”, “Tango flamenco”. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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