Quino: la inteligencia del corazón

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Nadie sabría decir quién es Joaquín Salvador Lavado si no se pronuncia el mítico apócope: Quino, de quien Lumen pone ahora en manos de los lectores una nueva recopilación de viñetas: ¡Cuánta bondad! Quino acompaña ya a dos generaciones de lectores. ¿Lectores? ¿De qué otra forma podríamos referirnos a quienes lo siguen, tira a tira, semana por semana, al menos desde hace treinta años? El humor de Quino no sólo llega por los ojos, aunque por sí solos sus dibujos asombren por la depuración de la línea y la complejidad con la que el humorista resuelve la escenografía de sus temas: éstos se convierten en literatura, ya sea que la viñeta venga acompañada por algún texto (siempre de excelente factura literaria), ya sea que el dibujo mismo se constituya en texto. Tal es su densidad conceptual. Y es que el humor de Quino dirige sus veloces dardos al corazón mismo de la inteligencia, o ¿a la inteligencia del corazón?
     Los dibujos de Quino son literatura y asimismo son dramaturgia: la escena se acomoda al concepto con la misma naturalidad con la que sus personajes hablan, piensan, sueñan o se desplazan sobre la página impresa. ¿Qué representan? Al común de los mortales. Los personajes de Quino son tan reales que pueden saltar de sus viñetas. Y el lector no sólo es espectador, entra en la viñeta y comparte la grandeza y la miseria de la vida moderna. Ya no es posible la tragedia, el gran teatro del mundo es tragicomedia, como mucho: melodrama. Suave melodrama a la argentina, no desmelene a la italiana. Pura ironía, que es distancia, y es proximidad.
     Así, desde Mafalda y sus compinches: Susanita, Manolito, Miguelito y sus papás… Quino ha convertido a los niños en adultos y a los adultos en niños: adultos y niños que se desenvuelven con una pasmada naturalidad en este mundo donde el absurdo reina lo mismo en el restaurante que en la alcoba, donde conviven el móvil y la televisión, la computadora y la aviación. Escenarios próximos y lejanos: la fábrica, el cielo, el cuarto de baño, la cocina o el infierno… Y sentimientos comunes: el amor y el desamor, el horror vacui y la soledad, la ambición y la generosidad, la envidia y cualquiera de los siete pecados capitales… Cosas de la vida y de la muerte. La de Quino es una ironía tierna y feroz que pone en solfa a todos los valores establecidos sin pretender que este mundo salte en pedazos por los aires, sino que los hombres —sus humildes congéneres— aprendamos a vivir en nuestro absurdo mundo esbozando una sonrisa: humor de izquierda sin la pólvora de la revolución. ¿De izquierda? No exactamente. De izquierda y de derecha, porque a uno y a otro lado del río de la ideología palpita un saludable anhelo de cambio. –

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