En 1948 el grupo filosófico Hiperión irrumpió en la cultura mexicana como un cometa: de manera brillante y efímera. Este grupo, formado por exalumnos de José Gaos, pretendía combinar la autonomía de pensamiento con el mayor rigor intelectual para crear una nueva filosofía mexicana comprometida y de altura. De todos los hiperiones, el único que logró realizar plenamente ese afán fue Luis Villoro. Pero su legado va más allá de su obra escrita: hasta el último de sus días, él fue nuestro mejor ejemplo de cómo vivir como un filósofo; tarea que requiere de virtudes poco comunes como la de no sucumbir a las tentaciones del poder o no abandonarse a las pequeñas miserias de la vida académica.
Notas y notas
Terminé Seuils (Éditions du Seuil, 1987) de Gérard Genette, un formidable tratado entomológico sobre los insectos que revolotean en la página del libro…
Más verga, maistro
Continuemos practicando la lexicología de esa palabra retobona, crispante y multiusos.
Para leer a Svetlana Alexievich
La periodista bielorrusa galardonada con el Nobel de literatura es una cronista del dolor humano y de la valentía necesaria para encararlo.
Sobre Stradivarius y 3Dvarius
La aparición del primer violín impreso en 3D conduce a la pregunta, ¿qué hace tan especial a un Stradivarius?
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