“No puedo contestar eso”

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Tommaso Debenedetti, protagonista del más reciente escándalo al interior de la prensa italiana, inventor de varias decenas de entrevistas con personajes famosos que jamás hablaron con él, apareció en línea con unos minutos de retraso. Nuestra entrevista para aclarar rumores y exponer motivos había sido concertada después de una seguidilla de correos que jamás perdieron el tono cortante: a través de internet, temprano por la mañana un domingo de junio. Originalmente grabaríamos la conversación para subirla al sitio de internet como una videoentrevista, pero de último minuto Debenedetti decidió retractarse y sólo consintió que apareciera una transcripción del audio. Aquí, un fragmento de esa charla:

 

 

Entiendo que usted explica sus actos como un juego y una denuncia. Explíqueme qué era lo que denunciaba.

No, yo no quería denunciar nada. Y tampoco me la pasé bien. Más bien la pasé angustiado y bajo una gran presión. Si accedí a firmar las entrevistas fue por presiones externas.

 

Esto contradice por completo lo que explicó en una entrevista reciente. ¿Presiones externas de quién?

Sí, lo sé pero en esos momentos no estaba en libertad de ser cándido y hacer estas declaraciones. Insisto, he estado sometido a presiones externas de las que no puedo dar más detalles, sólo decir que fueron presiones ejercidas por grandes intereses.

 

¿Está diciendo que alguien lo obligó a fabricar esas entrevistas?

No puedo contestar eso. Sólo puedo decir que si las circunstancias hubieran sido distintas quizá no habría hecho lo que hice. Más bien habría escrito un largo poema sobre el asunto.

 

¿A qué se refiere con un largo poema?

Exactamente a eso: habría escrito un poema largo, en verso medido quizá, épico sin duda, que detallara el calvario por el que pasé. Sepa usted que no soy un aficionado; he publicado con pseudónimo más de un poemario y la crítica ha sido generosa en elogios.

 

Ah, eso no lo sabía. ¿Y me podría dar más pistas al respecto? Me gustaría leer sus poemas.

Sí, es difícil. No han sido traducidos y dudo que suceda. Prefiero no decir más sobre ese tema. Gracias.

 

De acuerdo. Acláreme una cosa: ¿las entrevistas las firmó usted sin estar del todo de acuerdo con el engaño?

Mire, se lo explico con una anécdota. Hace no mucho tiempo fui de vacaciones a un pueblo de la isla de Córcega. Ahí me topé con una señora que vendía fruta. Cuando estaba negociando con ella el precio de unas naranjas… o manzanas… de las frutas, pues, me dijo: “si uno se deslumbra –lo dijo en dialecto, con una palabra que quiere decir lampareado por el sol– es porque no está lloviendo”. ¿Me entiende?

 

La verdad, no. Nada.

No veo por qué no. Está claro. No es un asunto de estar de acuerdo con engañar lectores o falsear declaraciones. Es algo más profundo y más peligroso. Estoy cansado, me han intentado amedrentar. Francamente estoy un poco asustado.

 

¿Ha pedido ayuda a las autoridades? ¿Está bajo protección policial?

Por favor, no sea ingenuo. ~

 

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(ciudad de México, 1980) es ensayista y traductor.


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