El Código Lieber

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Francis Lieber fue dado por muerto en la Batalla de Waterloo. Sobrevivió a sus heridas, estudió geografía, matemáticas y jurisprudencia. Viajó a Estados Unidos, conoció a Alexis de Tocqueville, fue editor fundador de la Encyclopædia Americana, perdió a un hijo en la Guerra Civil estadounidense y se preocupó por el trato justo de prisioneros, soldados y no combatientes. El 24 de abril de 1863, el presidente Lincoln firmó las Órdenes Generales N0 100, también conocidas como el Código Lieber. En ellas se establecían las instrucciones de conducta para todos los soldados del ejército del norte y con ellas se instauraron las bases para los futuros códigos de ética que idealmente gobiernan la conducta durante los conflictos bélicos modernos.

Artículo  I. Un lugar, distrito o país ocupado por un enemigo se encuentra bajo la ley marcial del ejército invasor como consecuencia de la ocupación, ya sea que haya sido o no emitida una proclamación declarando la ley marcial o una advertencia pública a los habitantes. La ley marcial es el efecto y consecuencia inmediatos y directos de una ocupación o conquista.

Artículo II. La ley de guerra no solo rechaza toda crueldad y mala fe concerniente a combates concluidos con el enemigo durante la guerra, sino que también rechaza el rompimiento de las estipulaciones solemnemente convenidas por los beligerantes en tiempos de paz y con la intención declarada de permanecer en vigencia en caso de guerra entre los poderes contrayentes.

Rechaza también todas las extorsiones y demás transacciones conducidas en pos de una ganancia individual; todos los actos de venganza privada y el consentimientos de tales actos.

Las ofensas al oponente serán castigadas con severidad, especialmente si fueron cometidas por oficiales.

Artículo 16. La necesidad militar no admite crueldad, esto es, infligir sufrimiento por el sufrimiento en sí o por venganza, ni por lisiar o herir excepto en la batalla, ni por tortura para extraer confesiones. No permite el uso de veneno en ninguna forma, ni de la devastación sin sentido de un distrito. Admite el engaño pero rechaza los actos de perfidia; y, en general, la necesidad militar no incluye ningún acto de hostilidad que haga que el regreso a la paz sea innecesariamente difícil.

Artículo 22. Al tiempo que la civilización ha avanzado durante los últimos siglos, de igual forma ha avanzado con firmeza la distinción, particularmente en la guerra en tierra, entre el individuo privado perteneciente a un país hostil y el país hostil en sí mismo con sus hombres armados. Cada vez se reconoce más el principio de que el ciudadano desarmado debe ser perdonado en su persona, propiedad y honor, tanto como las exigencias de la guerra lo permitan.

Artículo 33. Ya no se considera legal (por el contrario, se considera una infracción grave de la ley de guerra) forzar a los sujetos del enemigo a ponerse al servicio del gobierno victorioso, excepto que este último proclame, después de una conquista justa y absoluta del país o distrito enemigo, que está resuelto a quedarse con él de manera permanente y volverlo parte de su propio país.

Artículo 35. Las obras de arte clásico, bibliotecas, colecciones científicas o instrumentos preciosos, tales como telescopios astronómicos, al igual que hospitales, deben ser protegidos en contra de todo daño evitable, incluso cuando estén dentro de espacios fortificados mientras sean sitiados o bombardeados.

Artículo 44. Toda violencia sin sentido cometida en contra de personas en el país invadido, toda destrucción de propiedad no dirigida por el oficial autorizado, todo robo, pillaje o saqueo, incluso después de tomar un lugar por la fuerza, toda violación, daño, mutilación o asesinato de sus habitantes quedan prohibidos bajo pena de muerte o bajo cualquier otro castigo severo que sea adecuado de acuerdo con la gravedad de la ofensa.

Un militar, oficial o soldado raso por el acto de cometer tal violencia y desobedecer a un superior que le ordene abstenerse de ella puede ser asesinado legalmente en el momento mismo por tal superior.

Artículo 56. Un prisionero de guerra no debe ser sujeto a ningún castigo por ser un enemigo público, ni debe ejercerse sobre él ninguna venganza inflingiéndole de manera intencional ningún sufrimiento ni desgracia, por medio de un encarcelamiento cruel, falta de comida, mutilación, muerte o cualquier otro acto de barbarie.

Artículo 68. Las guerras modernas no son guerras de aniquilación mutua, en las cuales el objetivo es el asesinato del enemigo. La destrucción del enemigo en la guerra moderna y, de hecho, la guerra moderna en sí, son formas de obtener aquel objetivo del beligerante que yace más allá de la guerra.

La destrucción innecesaria o vengativa de la vida no es legal.

Artículo 115. Se acostumbra designar con ciertas banderas (usualmente amarillas) los hospitales en lugares que son bombardeados, para que el enemigo que asedia pueda evitar bombardear estos. Lo mismo ha sido hecho en batallas, cuando los hospitales están situados dentro del campo del enfrentamiento.

Artículo 117. Con toda justicia se considera un acto de mala fe o de infamia o malignidad engañar al enemigo con banderas de protección. Tal acto de mala fe puede ser un buen motivo para negarse a respetar tales banderas.

Artículo 144. Tan pronto como sea firmada una rendición, quien se rinde no tiene derecho a demoler, destruir o dañar las obras, armas, almacenes o municiones en su posesión, durante el tiempo que pasa entre la firma y la ejecución de la rendición, a menos que sea estipulado de tal forma. ~

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Traducción de Elisa Corona.

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Jurista y filósofo alemán que nación en un año incierto y murió en NY en 1872. Diplomático negociador entre México y Estados Unidos. Combatió en Waterloo.


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