Desde la ola

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Se remonta en el mar, cóncavo muro
      con las costillas del brillo en descenso,
     se impulsa hacia adelante y construye cimero
      su empinado risco.

Surgen de su escondite
      negras figuras sobre tablas
     y se lanzan contra la orla blanca,
      hacia donde se va jaspeando.

Sus pálidos pies se enroscan, se balancean
      con sabia destreza.
     La ola que remedan
      es lo que los mantiene tan quietos.

Ahora los cuerpos marmóreos son
      mitad ola, mitad humanos,
     como si les injertaran pies de espuma
      unos instantes, y luego,

lo más tarde posible, rebanan la superficie
      en procesión acompasada:
     en este lugar el equilibrio es un triunfo
      y el triunfo es una conquista.

La insensata cresta en la que cabalgaron
      sobre una fluida plataforma
     se rompe cuando la sueltan, cae y demorada
      se pierde.

Libres, los cuerpos enfundados, lisas focas,
      se aflojan y estremecen;
     y junto a la tabla el pie descalzo siente
      la succión de los guijarros.

Siguen a flote en el bajío;
      dos se salpican con agua;
     luego nadan todos mar adentro hasta
      que se vuelvan a juntar las olas buscadas. –

— Traducción de Tedi López Mills

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