Todas las Fridas que escuché

A raíz de la controversia que suscitó el hallazgo de una grabación con la supuesta voz de Frida Kahlo, el autor reflexiona sobre la extraña necesidad de conocer la voz de los personajes históricos.
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nadie

tiene rostro en los sueños

nadie

habla con su voz

yolanda segura

 

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Hace unas semanas la Fonoteca Nacional dio a conocer un audio de la supuesta voz de Frida Kahlo, cuya autenticidad generó polémica. En el documento sonoro se escucha a una “Frida” leyendo un texto enigmático con una dicción cuidadosa. Su voz tiende hacia los agudos, sin errores y con tintes infantiles.

Hasta hace poco, este personaje tan manoseado en la cultura mexicana reciente, carecía de voz. Y el documento puso en evidencia que era una pieza faltante en la definición de a la pintora. ¡Qué extraña la necesidad de conocer la voz de nuestros personajes! ¿Qué buscamos con eso? ¿Qué perdemos al no conocer el color de una voz?

La grabación sale a la luz tras el trabajo de digitalización del acervo de “El Bachiller”, el programa radiofónico de Álvaro Gálvez y Fuentes, con grabaciones de José Revueltas, Diego Rivera, Carlos Pellicer y un gran número de personalidades. Los responsables del proyecto decidieron dar por hecho que una de las voces que sonaba era la de Frida. Sin embargo, según algunas críticas, esa voz melosa no podía encajar con el personaje que identificamos como tótem de fuerza, la comunista, la que, de acuerdo con cierta historia oral, molió las piezas de la colección prehispánica de Diego Rivera en mole negro para vengarse de las infidelidades de su esposo. ¿Cómo los tonos de una voz, su fraseo, su intención, pueden relacionarse con su carácter? ¿Por qué asumimos que la voz está íntimamente ligada al temperamento, si hemos escuchado tantas voces que enseguida nos extrañan por no congeniar con quien las emite? ¿La presunción de que Frida tenía una voz ronca, firme, altiva, diligente, no será acaso una impostura de la cultura?

La necesidad de la autenticidad del documento está siendo analizada. ¿Cómo se podría asegurar que esa grabación es auténtica, únicamente por el registro sonoro? Es común que al escuchar nuestra propia voz grabada experimentemos un desconcierto. La voz aislada nos parece ajena al escucharla fuera de nuestra caja de resonancia y todas sus complejidades: un artilugio falso en el que solo se representa cierta parte nuestra. ¿Cuántas veces nos hemos sentido dudosos de la grabación de una voz conocida? A eso habría que sumar las muchas variantes técnicas: el tipo de micrófono utilizado en la grabación y la técnica con la que se emplea, el cuarto donde se realizó, los aparatos que capturan el sonido, un sinfín de elementos que le otorgan un sello que va más allá de la voz misma.

Personas que conocieron a Frida la recuerdan con una voz más dura y aguerrida. Un familiar dijo: “Sentí que no era Frida. En el audio lo que se escucha estaba muy bien leído, era como de una gente que se dedica a la televisión o radio, pero no era la voz emotiva de Frida. Ella lo hubiera leído con más pausas y más emotividad”. No el tono de la voz, sino la emotividad.

La actriz de doblaje Amparo Garrido, quien, entre otros personajes, le dio voz a Blanca Nieves en 1964, declaró que el audio es de ella: “Sí, me reconozco. Para mí fue una gran sorpresa porque habían pasado tantos años que la verdad ni siquiera me acordaba”. La voz de Blanca Nieves, tan dulcemente entonada y grácil, no podría ser la de la pintora comunista. Qué maltrato tan grande que la voz de Frida se confunda con la de una Blanca Nieves hollywoodense. Una mala fortuna ya manchada por encontrarse en billetes de 500 pesos, un golpe duro a su militancia grandiosa. Su comunismo termina apaciguado y descolocado de su temperamento tormentoso.

 

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Es sabido que Frida Kahlo se ha convertido en una figura de la mercadotecnia, cuyo valor ha rebasado su pintura: a tal punto se ha fetichizado su imagen, sus vestidos, sus cartas, su propia casa, que obtener su voz tiene una importancia singular. ¿Qué paradigmas puede cambiar? Es como si el documento fuera más allá de su interés histórico, un eslabón que nos permitiría conocer mejor al personaje. ¿En qué afectaría nuestra visión del personaje si la de la actriz de Blanca Nieves fuera su verdadera voz? ¿Por qué nos oponemos a que tenga una voz cálida y dulce? ¿Por qué se suele pensar que las voces de esta índole pertenecen a mujeres débiles y sumisas? ¿Podemos imaginar la voz de Gengis Kan dulce y melosa?

 

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Escucho un podcast de la BBC en el que hablan de la voz de las personas de la tercera edad. Más allá del desgaste de los órganos vocales sonoros, su capacidad de decir frases largas va disminuyendo por la falta de aire; los pulmones y el diafragma pierden fuerza y su manera de comunicarse se empieza a transformar en frases cortas, con pausas, como si hubiera un sódesdén a las frases grandilocuentes. El constante cambio de nuestras voces es un asunto orgánico y continuo, que se suma a elementos externos como la contaminación y los hábitos personales.

 

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Muchos compositores de música electrónica y electroacústica han trabajado con voces grabadas. En el proceso, esas voces pasan a ser no-documentos, eventos sonoros con ritmo, altura y textura. Desde esta perspectiva, la voz ya no vale tanto por lo que dice, sino por la información sonora que encierra. ¿Cuántas características podemos nombrar de una frase? ¿Cómo absolver el significado? En sus piezas, Kurt Schwitters elimina los significados y emplea los fonemas como discurso sonoro. Cuando las palabras son eliminadas y no quedan más que los fonemas y las consonantes, ¿todavía hay voz?

Es distinto analizar la voz de alguien que da un discurso, lee un poema o participa en una conversación. La voz de alguien leyendo en voz alta sigue la forma de un texto, dramatizada o no, la entonación dista mucho de una voz cotidiana: no se escuchan las muletillas propias, las pausas, el sello distintivo del hablante, por ejemplo, al contestar el teléfono.

 

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Existe una grabación que ha generado un gran delirio entre algunas personas. Se trata de Lorca acompañando en el piano a la cantante Encarnación López, “La Argentinita”. Interpretan un poema del propio Lorca, la “Nana de Sevilla”. Se sabe que Lorca grabó en radio, pero esos documentos están perdidos. Según algunos, en la pista se le alcanza a escucharse un tarareo de Lorca. Percibir ese minúsculo fantasma del murmullo de su voz es un anhelo diminuto que ha devenido en auténtica obsesión para algunos internautas. No se sabe cómo sonaba el autor que escribió poniendo en juego la experiencia de la voz:

 

El poeta habla por teléfono con el amor

Tu voz regó la duna de mi pecho         

en la dulce cabina de madera.               

Por el sur de mis pies fue primavera     

y al norte de mi frente flor de helecho. 

 

Pino de luz por el espacio estrecho       

cantó sin alborada y sementera              

y mi llanto prendió por vez primera     

coronas de esperanza por el techo.       

 

Dulce y lejana voz por mí vertida.         

Dulce y lejana voz por mí gustada.       

Lejana y dulce voz amortecida.             

 

Lejana como oscura corza herida.       

Dulce como un sollozo en la nevada.  

¡Lejana y dulce en tuétano metida!

 

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La autenticidad del audio de Frida Kahlo nos debería de tener sin cuidado. De alguna manera esa voz es suya: una voz grabada es una sombra, una lejana abstracción que todos nos podríamos adjudicar. Por un momento, cuando la escuchamos, pudimos imaginar y romper todos los paradigmas de lo que debería ser su voz: el rechazo, la extrañeza de esa pieza fantasma que queremos unir al cuerpo espectral del personaje.

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(Ciudad de México, 1984). Compositor y artista sonoro, estudió en el conservatorio Tchaikovsky. Trabaja con archivos de música religiosa y en colaboración con artistas visuales. Forma parte del proyecto www.vanosonoro.com


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