Foto: http://science.in2pic.com / CC BY-SA 3.0

Mario Molina, un mexicano universal

Una semblanza del recién fallecido científico mexicano, que en 1995 fuera receptor del premio Nobel de Química.
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Mario José Molina Pasquel y Henríquez nació en la Ciudad de México el 19 de marzo de 1943. Sus padres fueron Roberto Molina-Pasquel y Leonor Henríquez. Tuvo dos matrimonios, el primero con Luisa Tan en 1973 y el segundo con Guadalupe Álvarez en 2006.

Se graduó de ingeniero químico por la UNAM en 1965, y realizó una estancia de investigación en la Universidad de Friburgo en Alemania, antes de trasladarse en 1968 a la Universidad de California, en Berkeley, donde llevó a cabo estudios de posgrado, obteniendo en 1972 el doctorado en fisicoquímica. En 1975, el doctor Mario Molina se integró al cuerpo de profesores de la Universidad de California en Irvine, donde estableció su propio programa de investigación. Siete años más tarde se incorporó al Instituto Tecnológico de California. En 2005, aceptó un nombramiento como profesor investigador de la Universidad de California en San Diego y del Instituto de Oceanografía Scripps.

En 1973 se unió como investigador posdoctoral al equipo del profesor Sherwood Rowland en la Universidad de California en Irvine. El proyecto que desarrolló consistía en investigar la reactividad de ciertos productos químicos industriales  –los clorofluorocarbonos (CFC)– que se habían estado acumulando en la atmósfera.

La búsqueda de procesos que pudieran destruir los CFC llevó a descubrir que los átomos de cloro producidos por su descomposición destruyen a su vez al ozono. Aún más importante, Molina y colaboradores se dieron cuenta de que la liberación continua de CFC en la atmósfera pudiera causar una degradación significativa de la capa de ozono estratosférica de la Tierra. Esta teoría del agotamiento del ozono por los CFC se dio a conocer no solo a otros colegas científicos, sino también a autoridades públicas y a los medios de comunicación. Esta campaña de alertamiento aseguró que la sociedad tomara medidas a fin de eliminar, o al menos reducir, el problema.

El problema con la destrucción de la capa de ozono es que reduce su capacidad para absorber la radiación ultravioleta del Sol, lo que representa un peligro para la vida en la Tierra. La labor de difusión de dicho peligro por parte de Molina y colaboradores hizo eventualmente posible que distintas naciones se pusieran de acuerdo para firmar, en 1996, el protocolo de Montreal, que estipula un alto completo en la producción de los CFC.

Con recursos provenientes del Premio Nobel, Molina creó en México y coordinó desde 2005 un centro de investigación y promoción de políticas públicas que lleva su nombre, el Centro Mario Molina, donde se realizan estudios estratégicos sobre energía y medio ambiente. En particular, el Centro ha rea­lizado importantes aportes al conocimiento y la solución de la contaminación atmosférica de la Zona Metropolitana del Valle de México.

El Centro Mario Molina busca resolver tres problemas fundamentales: el cambio climático o “efecto invernadero”, la mala calidad del aire y la destrucción de la capa de ozono de la estratosfera. En cuanto al primero, se ha determinado que aproximadamente la mitad del bióxido de carbono que se ha emitido desde la Revolución Industrial ha perma­necido en la atmósfera, lo que ha propiciado un aumento de la temperatura del planeta debido a la capacidad de estos gases para absorber la radiación infrarroja del Sol.

Por su labor y contribución a la ciencia, Mario Molina recibió numerosos galardones, incluyendo el Premio Nobel de Química (1995), el Premio Tyler para Logro Ambiental, la Medalla Willard Gibbs de la Sociedad Estadounidense de Quími­ca, el Premio Sasakawa del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Premio Campeones de la Tierra, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas. De 2011 a 2017 fue uno de los veintiún científicos que formaron parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del presidente Barack Obama. Por otra parte, el doctor Molina fue distinguido con más de cuarenta doctorados honoris causa. En México fue miembro de El Colegio Nacional, de la Sociedad Química de México, de la Academia Mexicana de Ciencias, así como de la Academia Mexicana de Ingeniería.

Fuente: H. Jaimes, “La Química en El Colegio Nacional”, El Colegio Nacional: Ciudad de México (2018).

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Químico mexicano. Es miembro de El Colegio Nacional.


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