Foto: Soumyabrata Roy/NurPhoto via ZUMA Press

Lo que India perdió cuando su gobierno prohibió TikTok

La prohibición, aduciendo preocupaciones de seguridad nacional, de la popular aplicación, privó a los internautas de una forma de entretenimiento, un incipiente medio de comunicación alternativo y, en muchos casos, de una fuente de ingresos.
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Gracias al presidente Donald Trump, los usuarios estadunidenses de TikTok se enfrentan a la posibilidad de que su aplicación favorita desaparezca de sus celulares a mediados de septiembre, en caso de que la red social china decida no vender sus operaciones en Estados Unidos a Microsoft u otra empresa estadunidense. Los usuarios de TikTok en India han vivido esta realidad desde hace semanas. El pasado 29 de junio, el gobierno indio prohibió oficialmente la aplicación. Era la segunda vez que sucedía, pero a diferencia del primer intento, que una corte estatal frenó a los seis días, este sí procedió.

No es una exageración decir que esto ha sido una tragedia para los usuarios en India. A pesar de sus múltiples fallas, el dominio de TikTok en las redes sociales indias era un gozo puro para muchas de las personas con menos privilegios que lo disfrutaban. En una sociedad altamente estratificada, una aplicación de video con un algoritmo adictivo era capaz de traspasar castas, creencias y otras brechas sociales, para que los indios pudieran ver videos de lip-syncs y parodias de otros usuarios. Cuando el gobierno “extinguió” la aplicación –TikTok desapareció de las tiendas de Apple y Google, y los usuarios indios perdieron el acceso a los videos–, privó a los internautas de una forma de entretenimiento, un incipiente medio de comunicación alternativo y, en muchos casos, de una fuente de ingresos.

Mientras que la primera prohibición estuvo impulsada por funcionarios preocupados por la difusión de contenido ilícito (que TikTok intentó moderar, al eliminar millones de videos), la segunda fue posterior a los choques con China que tuvieron lugar a mediados de junio, derivados de disputas relacionadas fronterizas que vienen de décadas atrás. En ese mes, como medida acorde a la iniciativa Make in India del primer ministro Narendra Modi, el gobierno indio eliminó 59 aplicaciones creadas en China, entre ellas TikTok, aduciendo preocupaciones de seguridad nacional. Desde entonces, 60 más fueron prohibidas y otras aplicaciones, muchas veces versiones de las prohibidas originalmente, están siendo eliminadas (incluyendo una imitación llamada TikTok Lite).

En lugar de una guerra real entre dos potencias nucleares, India parece haber intensificado una guerra económica, la cual podría tener sus propias consecuencias. Aunque hay posibles preocupaciones en materia de ciberseguridad ByteDance, empresa dueña de TikTok, la excusa de la seguridad nacional no cuadra del todo. Aunque TikTok no está permitida, Resso, otra popular app de ByteDance, está disponible. Sin embargo, un argumento proteccionista tampoco tiene mucho sentido: India no está dejando fuera a Reels, la nueva función de Instagram que se considera un “clon de TikTok” y que tuvo uno de sus primeros lanzamientos globales en India. Reels está ganando seguidores rápidamente, lo cual no sorprende, ya que Instagram y Facebook son extensamente utilizados en ese país. Lo que parece más factible es que el gobierno estaba preocupado por la influencia cultural del gobierno chino (como se aprecia con las recientes acciones indias dirigidas a los institutos Confucio) que por la competencia o el robo de datos.

TikTok tuvo un impacto enorme en India y su eliminación ha dejado a cientos de millones de usuarios sin un tipo de plataforma comparable. Hasta el pasado abril, TikTok había tenido 610 millones de descargas y 600 millones de usuarios activos dentro del país, aproximadamente el 44 por ciento de la población y más de una cuarta parte del total de descargas de TikTok en todo el mundo. A los indios no solo les encantaba TikTok, sino que la aplicación se había convertido en una herramienta eficaz para movilizar protestas, así como una forma alternativa de educación social y organización. Como en otros países, el contenido alegre y creativo que la gente compartía sirvió también como alivio durante este periodo de caóticos cierres económicos y riesgo sanitario.

En un país que contiene culturas e idiomas tan diversos y extensos –así como sistemas opresivos contra personas de diferentes etnias, religiones, castas, habilidades y clases sociales– TikTok se volvió omnipresente e incluso trascendió muchas de las divisiones sociales de India. La razón es clara: el formato breve y visual es amable y fácil de aprender. La aplicación funcionaba en 15 lenguas diferentes en el país, rebasando así las barreras del idioma y la alfabetización; además se podía utilizar en teléfonos más económicos y accesibles. A su vez, la enorme escala de la plataforma permitió a TikTok actuar como un medio de comunicación no tradicional. En esto era similar a YouTube, donde la gente podía sentirse libre de expresarse sin preocuparse (tanto) por la censura de un gobierno que ha presionado a otros medios impresos y televisivos. A su manera, TikTok fue un bálsamo popular en un país donde más de la mitad de la población vive en la pobreza y el cinco por ciento en pobreza extrema, más de una cuarta parte de las personas son analfabetas, y donde diversas situaciones fuera del control de los individuos pueden ponerlos en desventaja durante toda la vida.

No sorprende que, en esta disputa chovinista y tecnológica entre China e India, el impacto final de la prohibición de TikTok recaiga con mayor fuerza en las personas marginadas. Como señala Kian Vesteinsson en The Diplomat, la prohibición de TikTok se alinea con las políticas opresivas de internet del gobierno de India, que históricamente han afectado a los residentes de Jammu y Cachemira, a los disidentes y a cualquier otra persona por la que el gobierno no se preocupa realmente.

En India, desde hace tiempo, la discriminación estructural ha dejado a los pobres, las personas en zonas rurales, las mujeres, los dalits, los musulmanes y otras minorías religiosas sin una voz adecuada. TikTok, aunque de forma breve, pudo ayudar a cambiar eso. Las mujeres del ámbito rural que antes no tenían acceso a plataformas encontraron algo de fama, diversión y una nueva confianza frente a sociedades opresivas. Músicos independientes, sofocados durante mucho tiempo por el dominio absoluto del complejo de Bollywood sobre la industria musical nacional, encontraron la manera de conseguir que sus creaciones fueran escuchadas por más oyentes curiosos y, en algunos casos, ofertas de grabación. Algunos influencers indios de TikTok incluso lograron asociarse con los estudios de Bollywood para promocionar nuevas películas, una oportunidad rentable de marketing que de repente estuvo disponible para los industriosos trabajadores del teléfono que habían encontrado seguidores en la plataforma. Al igual que TikTok ha permitido que los profesionales estadounidenses exhiban su talento y que cocineros chinos en comunidades rurales presuman sus platillos, los indios pudieron mostrar sus diversas habilidades y encontrar tantos seguidores como soluciones para salir de situaciones difíciles, ya que ahora podían ser patrocinados por grandes marcas. La aplicación también ayudó a superar estigmas sociales. Tal como dijo el usuario Ankush Bahguna a The New York Times: “TikTok es una de las plataformas más tolerantes cuando se trata de acoger a personas diferentes […], nunca había visto a una plataforma celebrar a tantos bailarines hombres de belly dance, maquilladores masculinos o parejas homosexuales”.

Con la prohibición, se esfuma buena parte de estos beneficios adquiridos. Muchos influencers han perdido por completo los ingresos que obtenían de los acuerdos con las marcas. No es de extrañar que The Observer haya llamado a esta prohibición una “guerra de clases“, descripción especialmente acertada considerando que las políticas económicas del primer ministro Narendra Modi favorecen a los multimillonarios. Sin TikTok, algunos usuarios están regresando a Instagram y YouTube y les piden a sus seguidores que los acompañen. Sin embargo, el número de seguidores es menor al que tenían. Según Mint, una publicación india de noticias de negocios, “los principales influencers como Riyaz Aly, que tenían 42,3 millones de seguidores en TikTok, [ahora tienen 9] millones en Instagram”.

Esto no quiere decir que las razones para prohibir TikTok sean una pantalla de humo. Como cualquier red social, TikTok no es una panacea. Existían preocupaciones legítimas sobre contenido de explotación sexual y desinformación, dirigida específicamente a musulmanes y a personas de castas inferiores. Algunos adolescentes publicaron videos violentos, incluidos suicidios y ataques con ácido (aunque estos estaban lejos de ser la mayoría de los videos indios en la plataforma). En India, como en Estados Unidos y otros lugares, la aplicación ha recibido múltiples solicitudes de censura de parte del gobierno. Y si se tiene en cuenta la enemistad histórica entre China e India, no todos los temores sobre la vigilancia y la recopilación de datos tenían sus raíces en la xenofobia (aunque las teorías de la conspiración basadas en el racismo ciertamente han echado raíces). Finalmente, no importa si TikTok cumplió con las solicitudes y preocupaciones del gobierno indio respecto a tales problemas: sus correcciones no pudieron hacer frente a una guerra cultural y fronteriza.

Otras aplicaciones están llegando a ocupar su lugar. Los ejecutivos de tecnología indios, que en su mayoría celebraron la prohibición, están promoviendo o creando rápidamente sus propias aplicaciones. Algunos esperan capitalizar el sentimiento antichino y un impulso nacionalista para ayudar a que las aplicaciones indias sean más atractivas que TikTok. (Sin embargo, a muchos usuarios indios les agradan las aplicaciones producidas en China y las adoptan como una manera de contrarrestar el dominio estadounidense y occidental de las redes sociales.)

Ahí está Chingari, dirigida por la empresa InMobi, que es similar en diseño a TikTok pero “hecha en casa” y, con suerte, “más responsable”, como asegura el CEO Naveen Tewari. Esta aplicación también procura atraer influencers con dinero y ofrece premios en efectivo para aquellos que participan en “cazas de talentos”. Igualmente está Reels de Instagram, que no solo tiene una ventaja de marca, sino también acuerdos lucrativos a través de Facebook con los principales sellos musicales de India, –aunque un ejecutivo local de marketing afirma: “las marcas no verán Reels de la forma en que vieron TikTok, ya que la marca no saldrá en 15 segundos”. (Los videos de Reels duran 15 segundos, mientras que los videos de TikTok pueden durar un minuto.) Por otra parte está Roposo, que llegó al mercado en 2014 pero obtuvo 75 millones de descargas justo después de que se prohibiera TikTok; se promociona a sí misma como una plataforma “ética” y “limpia“. Y está Mitron, que ha obtenido decenas de millones de descargas, pero ha generado controversias por sus errores y sus supuestos vínculos con Pakistán a través de su código fuente. Incluso apareció una aplicación nativa “Tik Tik“, que se descargó masivamente, pero le faltaba la atractiva función de dueto de TikTok. Por último, hay aplicaciones falsas que han surgido como estafas.

La mayoría de los influencers indios más populares de TikTok se están cambiando a estas aplicaciones, mientras pierden seguidores, influencia e ingresos. (Se estima que los 100 principales influencers de India han perdido colectivamente más del equivalente a 15 millones de dólares desde la prohibición.) Aun así, ¿qué opción tienen? Muchos no están contentos con eso, pero se están adaptando, ya que el regreso de TikTok se vuelve cada vez menos plausible. Algunos usuarios con menos conocimientos técnicos tienen más problemas, ya que servicios como YouTube u otros competidores no son tan fáciles de usar. El terreno se está moviendo, pero hasta ahora ningún servicio ha captado el atractivo universal de TikTok.

Por otro lado está Mukesh Ambani, el hombre más rico de India y propietario mayoritario de Reliance Industries, una empresa de tecnología de gran alcance –que incluye a Jio, el proveedor dominante de internet y red móvil–, que está considerando comprar las operaciones de TikTok en India para utilizarlas en su empresa. O, como algunos han especulado, también podría hacer su propia versión: “si mañana Jio lanza una aplicación similar a TikTok, nadie podrá competir con su poder monopólico”, dijo a Technode Sandeep Mertia, un candidato a doctor en estudios de medios por la NYU. Pero tal como están las cosas, Ambani se enfrenta a la competencia de Microsoft, que ahora parece querer comprar también las operaciones de TikTok de India y Europa, además de las de Estados Unidos. Influyentes grupos de expertos indios ya han exigido que el acuerdo de Microsoft no incluya datos de usuarios indios en caso de que se apruebe. (Por cierto, la protección de datos es una de las causas de Ambani y algo por lo que se ha enfrentado con su antiguo aliado Modi.)

Pero todo lo anterior hace olvidar el punto central de por qué TikTok llegó a los corazones de tantos indios. A pesar de sus múltiples fallas, la aplicación parecía ofrecerles una forma de liberación. A su llegada, en un nuevo momento de represión por parte del régimen opresivo y nacionalista de Modi –sin mencionar la respuesta gubernamental descuidada e inhumana frente al coronavirus– TikTok prometió un mundo más allá de la miseria a la que cientos de millones se habían acostumbrado. Si algo hizo esta aplicación alegre y fácil de usar fue otorgar validación a las personas a las que siempre se les había negado. Puede haber un reemplazo, puede haber muchos. Pero una India posterior a TikTok nunca volverá a ser la misma. Como el famoso usuario de TikTok Deepak Ghubade le dijo a Technode cuando se le preguntó si habría un sustituto fabricado en India adecuado para la aplicación: “¡hasta ahora, no lo he encontrado!”

 

Este artículo es publicado gracias a la colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.

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