Foto: mexicoescultura.com

Rentas descongeladas

Rentas congeladas, obra de Sergio Magaña con música de Francisco Gabilondo Soler, es una tentativa por reinventar el teatro popular mexicano que pasa por una breve temporada en cartelera.
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Hace siete años solicité ayuda en este espacio para encontrar tres obras perdidas que me faltaban para completar una edición del teatro completo de Sergio Magaña. Oscar Gabilondo Vizcaíno, director de la fundación que resguarda el archivo de su padre, el genial Cri Cri, me respondió que tenía en su poder no sólo el texto de la comedia musical, sino las partituras de las canciones. Mi sorpresa fue doble, pues si esas partituras obraban en poder de Cri Cri, seguramente debió componerlas. Ignoraba que Magaña y Gabilondo Soler hubieran hecho mancuerna, pero tal parece que así ocurrió. Hasta la fecha no he podido encontrar un editor para el Teatro completo de Magaña (quizá no le insistí lo suficiente a los funcionarios del FCE, la Universidad Veracruzana y la Dirección de Publicaciones del Conaculta, las puertas que toqué en vano), pero gracias al empeño y la tenacidad de mi amigo Julián Robles, a quien puse en contacto con Oscar Gabilondo, la comedia musical de Magaña, estrenada en 1960, salió del congelador y se acaba de montar en el teatro Julio Castillo.

De entrada sorprende la actualidad de la pieza. Su primer número musical, una confrontación entre los fifís de antaño y el populacho aferrado al congelamiento de las rentas, retrata con tintes grotescos una discordia civil muy similar a la que ahora divide al país en bandos antagónicos. La obra exhibe también, sin prédica panfletaria, los estragos del populismo: como los caseros no podían aumentar los precios de casas y departamentos para emparejarlos con la inflación, la construcción de viviendas cayó en picada y los edificios se desmoronaban por falta de mantenimiento. Víctimas de la escasez inmobiliaria, muchas parejitas de novios que no podían independizarse de sus familias copulaban a escondidas en los parajes más solitarios de Chapultepec, donde los guardias del bosque les cobraban derecho de piso. Magaña le sacó partido a esta situación en una de las mejores escenas cómicas de la pieza, donde hay una larga cola de parejas esperando turno en una espesa arboleda.

La dirección de Mario Espinosa Ricalde y los arreglos musicales de Eduardo Piastro enriquecen de manera notable la magia del espectáculo. Espinosa tuvo el acierto de acentuar la filiación estética de la pieza con La ópera de los tres centavos de Bertold Bretch y su montaje subraya irónicamente la simulación crónica de los dos bandos en pugna. La gesticulación exagerada de los actores y el maquillaje que los enmascara como si las muecas fueran la esencia de su carácter crean una atmósfera de carnaval donde nadie es lo que parece. La ruptura con la convención del teatro aristotélico invita al espectador a ejercer su espíritu crítico en vez de involucrarse emocionalmente en la trama, como quería Bretch. El musicalizador de la pieza, Eduardo Piastro, no sólo subsanó las grandes lagunas de las partituras: elevó su calidad con un elegante y festivo ritmo de jazz. No es fácil encontrar actores que sepan cantar, pero el elenco de Rentas congeladas cumple de maravilla con ambas tareas. Hay, por cierto, un excelente bolero intercalado en la pieza, que los mejores cantantes del género deberían grabar ipso facto. Me sorprendió, en particular, la estupenda voz de Ana Corti, a quien hasta ahora sólo conocía en su faceta de actriz.

Por las absurdas políticas del INBA, que limita de antemano la duración de las temporadas teatrales, incluso cuando las obras tienen éxito y pueden dejarle ganancias al instituto, Rentas congeladas sólo estará en cartelera un par de meses. Ojalá que el público inteligente acuda en tropel a llenar ese reducido número de funciones. Las comedias musicales made in Broadway siempre atraen multitudes, aunque se trate de las peores bazofias. Nuestra clase media colonizada y esnob necesita algo más que una terapia para recobrar su autoestima, pero esta comedia podría librarla de algunos complejos. La tentativa de Magaña por reinventar el teatro popular mexicano merece romper el estrecho círculo de las minorías.

 

Rentas congeladas se presenta hasta el 9 de junio de 2019 en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque. 

 

 

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(ciudad de México, 1959) es narrador y ensayista. Alfaguara acaba de publicar su novela más reciente, El vendedor de silencio. 


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