Una vida mejor

Una vida mejor también permite abordar una pregunta implícita, pero más profunda: ¿Deberíamos considerar la deportación de personas una cuestión de derechos humanos?
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Esta historia no necesita mucho para despertar la atención y las expectativas del espectador. No hacen falta trenes que viajan a toda velocidad cargando toneladas de explosivos; ni volcanes a punto de hacer erupción. Esta historia ni siquiera necesita criaturas de otros planetas para crear tensión. El acontecer diario de los inmigrantes indocumentados y sus familias provee suficiente material para que, a través de ellos, el público viva experiencias desgarradoras. Todos los días, estos inmigrantes enfrentan una posibilidad aterrorizante: la de ser separados permanentemente de la gente que los ama y los protege.

Una vida mejor narra la historia de Carlos Galindo (interpretado por el actor mexicano nominado al Premio de la Academia, Demián Bichir), un inmigrante indocumentado que trabaja de jardinero en Los Ángeles para mantener a su hijo Luis (José Julián). Carlos tiene la oportunidad de comprar el equipo necesario para abrir su propio negocio de jardinería, incluidos un camión y herramientas. Con la clientela regular que ya tiene, parece que por fin podrá realizar el sueño de tener una vida mejor. La idea es que con las ganancias de su negocio va a poder contratar a un abogado para legalizar su estatus migratorio. Más importante, sin embargo, es que él y su hijo podrán mudarse a un vecindario más seguro y con mejores escuelas. Pero cuando a Carlos le roban el camión, aquello para lo que trabajó tan duro desaparece en un instante y la ilusión de una vida mejor parece destruida. El espectador sigue a Carlos y a su hijo mientras intentan recuperar el camión que les traerá de vuelta sus sueños.

El alma de la película yace en la frágil relación entre el padre y el hijo adolescente, que se desarrolla bajo la amenaza constante de la deportación y separación permanente. La relación parece pender del hilo de la necesidad que tienen Carlos y Luis de permanecer juntos. Padre e hijo desarrollan precarios lazos de confianza mientras encaran los peligros de la ciudad.

Esta frágil relación y la vulnerabilidad que los personajes muestran uno frente al otro, es el centro de esta dramática película. Su lucha por recuperar el camión enfrenta a Carlos y Luis a graves peligros de los que deben salvarse el uno al otro. Sin embargo, los riesgos que afrontan no representan el clímax de la historia; este llega través de un conflicto moral. Cuando están por lograr su cometido, padre e hijo deben esperar el momento indicado para entrar en acción y deciden pasar la tarde en un rodeo, donde se las arreglan para divertirse a pesar de la difícil situación en la que se encuentran. Esas horas ofrecen un respiro de las angustias que han pasado y le dan a Luis la oportunidad de mostrar al espectador una honestidad conmovedora. El hijo pregunta al padre, con curiosidad real, por qué los pobres siguen teniendo hijos. ¿Para qué? ¿Con qué propósito? Tomado por sorpresa, el padre no encuentra palabras para contestar; pero podemos ver en la cara cansada del hombre los signos inconfundibles de que su corazón se ha roto.

Una vida mejor también permite abordar una pregunta implícita, pero más profunda: ¿Deberíamos considerar la deportación de personas una cuestión de derechos humanos?

Kate Jastram, quien ha realizado estudios acerca de la familia y las leyes de inmigración, afirma que “el derecho a la unidad familiar no está expresado de tal forma en los tratados internacionales” y que es un compuesto más complejo de “diferentes tipos de derechos que se relacionan”. Dentro de estos se encuentra el derecho de que se consideren las relaciones familiares en los casos de deportación. Un estudio hecho por el Instituto de Investigación de la Mujer de la Universidad de Arizona y por el Programa Bacon de Leyes y Políticas de Migración encontró que “no existen políticas o mecanismos formales que aborden estos casos”.

La separación de la familia no solo pone en riesgo la vida de las personas que son deportadas, sino que también afecta el bienestar y la seguridad de los niños y esposos o esposas que se quedan. Es bastante común que los padres simplemente “desaparezcan” indefinidamente dentro del sistema de detención migratoria sin que sus hijos lo sepan, lo que significa que los niños serán ‘absorbidos’ por los sistemas de seguridad social.

En Una vida mejor, la pregunta del hijo revela la gravedad de las consecuencias psicológicas y emocionales que sufren los niños de padres indocumentados. La pregunta también es para nosotros, el público. Este es el momento en que lo moral y lo político se relacionan con los personajes y la audiencia. El peso que tiene la respuesta del espectador se siente de tal forma, que nos permite saber que, para bien o para mal, nuestro juicio sí importa.

Traducción: Julia del Palacio

 

http://www.youtube.com/watch?v=ubEgpPzubik

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es escritora y artista. Es directora del colectivo South El Monte Arts Posse.


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