Un premio desierto

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El Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (el más importante de México en ese género) fue declarado desierto en su edición 2008. El jurado, compuesto por José Luis Rivas, Jorge Esquinca y José Javier Villarreal, lo decidió así “debido a que ninguno de los manuscritos cumplió con el nivel de excelencia indispensable en un concurso con la trayectoria y el prestigio propios del Premio de Poesía Aguascalientes”. Además, decidieron destinar el monto del premio (250 mil pesos: cerca de 23 mil dólares) al poeta Gerardo Deniz, como homenaje al conjunto de su obra.

Esta decisión no ha sido del agrado de todos. Descartemos el evidente desaire que sienten los autores de los manuscritos enviados: hay razones más de fondo. Se argumenta que el premio necesariamente convoca a un pequeño porcentaje de obras de alta calidad; que los miembros del jurado, habiendo recibido esa distinción anteriormente, miden con una vara diferente a la hora de ser ellos los dictaminadores; que la poesía mexicana, para bien y para mal, se nutre de esos reconocimientos; que la diferencia entre un libro excelente y uno que descolló entre los demás, es inconmensurable. Por otro lado, el homenaje a Deniz no ha gustado a algunos porque no es ex profeso, porque huele a “beneficencia” y porque no está claro si los estatutos del premio permiten un atajo así.

Creo que en el párrafo anterior quedan plasmados los “peros” principales. Yo le pongo un pero al pero: en años recientes, el premio ha recaído en libros que no me entusiasman, pero respeto la decisión de los jurados y estoy dispuesto a creer que eran los mejores de entre todos los manuscritos enviados, y más aún: que a los ojos de los jurados, los libros eran y son dignos del premio de poesía más importante de México (pues hay una diferencia, inconmensurable para algunos, entre ser el mejor de un tambache y ser excelente). Congruentemente, estoy dispuesto a creer que, para el jurado, en esta nueva edición no había ningún muy buen libro, un libro merecedor del premio de poesía más importante de México. La cláusula que permite declararlo desierto existe para algo. Ni modo: la facultad que tuvieron los jurados de años recientes para encumbrar libros medianos, es la misma que tuvieron los de la edición 2008 para no hacerlo.

Por otro lado, festejo que se le haya destinado el monto del premio al extraordinario poeta Gerardo Deniz, quien hoy puede oír el aplauso de sus lectores y disfrutar el reconocimiento (mientras se intenta reparar su mediano ninguneo por otras vías).

– Julio Trujillo

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