Qatar 2022

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La FIFA habló y Qatar será la sede de la Copa Mundial en el 2022. Con el espaldarazo de Zinedine Zidane y la promesa de realizar una Copa Mundial espectacular, esta pequeña península del Golfo Pérsico -no más grande y menos poblada que Querétaro- ha logrado convencer a los directivos de la Federación Internacional de Futbol Asociado de llevar el evento futbolístico más importante del mundo a “nuevas tierras”.

Desde 1995, Qatar -con el Jeque Hamad Bin Khalifa Al-Thani como jefe de Estado- ha emprendido una serie de reformas y se ha convertido en el ejemplo de lo que uno supondría el mundo occidental espera del Medio Oriente: una economía poderosa basada en la exportación de energéticos y una gran apertura a la inversión extranjera con apoyo del poder militar de Estados Unidos. Con este combo ganador del mundo globalizado Qatar registró en 2007 el ingreso per cápita más alto del mundo: 72,849 dólares.

En lo político los escenarios también son alentadores. El artículo 1º de la constitución catarí del 2003 además de reconocer al Islam como religión y la Sharia como fuente principal de su legislación, establece la democracia como forma de gobierno. En el tema de derechos de la mujer, Qatar es diferente al resto de los países árabes. La esposa del Jeque, Mouza Bint Naser Al- Misnad, simboliza la “transformación” de la mujer en el mundo árabe. Es directora del Consejo Supremo para Asuntos Familiares y tiene una participación pública importante. Las mujeres en Qatar pueden votar y es considerablemente mayor el número de estudiantes universitarias que en el resto de los países de la región. Informes de Amnistía Internacional (AI) dan cuenta que aunque todavía existe discriminación hacia la mujer, se han reformado leyes nacionales y se ha ratificado -con reservas- la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.

¿Puede ser entonces este país un riesgo para los hinchas del mundo? Dejemos de lado las amenazas terroristas que anuncian que para 2022 Qatar no existirá y en su lugar habrá un gran emirato llamado el Estado Islámico. En el escenario geopolítico actual es ingenuo pensar que este tipo de amenazas no fueron consideradas.

Lo verdaderamente peligroso para la afición mundialista es el siguiente dato: Según AI, en 2009, al menos 11 ciudadanos extranjeros fueron declarados culpables de blasfemia, y 3 de ellos fueron condenados a siete años de prisión, por el uso de palabras consideradas insultantes para el Islam (Uno de ellos era un ciudadano sirio que fue declarado culpable de “insultar al Islam en un arrebato de furia” por pronunciar una blasfemia al quedarse sin crédito en el teléfono móvil). Otros 52 ciudadanos extranjeros fueron declarados culpables de delitos considerados “relaciones sexuales ilícitas”. Y al menos 18 personas, en su mayoría extranjeras, fueron condenadas a recibir entre 40 y 100 latigazos por “relaciones sexuales ilícitas” o consumo de alcohol.

¿Qué le espera a la afición mundialista? Los partidos de la Copa Mundial son pretexto para vivir la “fiesta mundialista” en la que miles de personas hacen gala de las expresiones insultantes más diversas y blasfeman multiculturalmente cada vez que un jugador entra en el área chica. La afición que se reanima con cerveza no piensa en términos de “relaciones sexuales ilícitas” sino de “contactos físicos interculturales”. Así, los dos escenarios para 2022 son extremos: un mundial que deje un saldo de miles de extranjeros con las espaldas descarnadas por violar las leyes islámicas o la Copa Mundial más aburrida de la historia. Ninguno de ellos es alentador.

Considerando los datos sobre la cantidad de mexicanos que gustan de asistir a los mundiales y festejar los triunfos de la selección, la Secretaría de Relaciones Exteriores además de pedir una partida presupuestal extra para construir una representación del Estado mexicano en el país árabe, debería entregar a cada aficionado mexicano un manual de comportamiento. Esta guía mínima instaría a no blasfemar durante los partidos, incluiría un breviario sobre palabras insultantes y explicitaría el concepto de “relaciones sexuales ilícitas”. Con esto se evitará crear una comisión binacional para extraditar a los mexicanos detenidos en los festejos tricolores. Aunque quizá, si se trata de trifulcas comandadas por funcionarios mexicanos, como la que vimos en el Mundial de Sudáfrica, un par de azotes en la plaza pública serían justicia divina.

– Iván García Gárate

(Imagen tomada de aquí)

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Profesor de Derecho en la Universidad del Claustro de Sor Juana.


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