Por el río Hudson

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para Laura y Gabriel,

en su aniversario

Apenas izaron las velas,

tres gaviotas sobrevolaron el mástil

como tres pinceladas

deteniendo el paisaje.

Alrededor, alfombras de espuma

se envolvían y desenvolvían

como estampas precisas

de la infinitud del deseo.

Copero de ocasos y amaneceres

el sol escanciaba

colores más embriagantes

que los licores de Ganimedes.

Amarizó el celaje entero

y, como las esferitas blancas

de un dominó, se encendieron

las ventanas de Manhattan.

Pasaron nubes como páginas

al viento, y los rascacielos

se irguieron como lápices

para subrayar o tachar el cielo.

Como a la vuelta de una esquina

apareció la luna llena,

y nos retuvo en la fuerte brisa

su hipnótico silencio.

Al pasar por Ellis Island,

las campanadas de un ferry

nos recordaron que seguíamos

en las aguas del tiempo.

 

Desembarcamos, nostálgicos

pero, en el fondo, agradecidos

de no haber sucumbido

a tanto asombro,

pues como dijo T. S. Eliot:

No podemos soportar

demasiada realidad.

Y mucho menos decirla

si ella es la maravilla

de un paseo por el Hudson. ~

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(Oruro, Bolivia, 1943) es poeta. Pre-Textos publicó en 2007 su libro 'Vitrales de la memoria'.


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