Paraíso moral culiche

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Un vigoroso Bando de Policía y Buen (y vigoroso) Gobierno que entró en vigor el lunes 16 de marzo de 2009 en Culiacán, Sinaloa —región donde, usted ya sabe, sólo hay problemillas menores como las travesuras quizá algo demasiado vigorosas de los gangs del narcotráfico—, ha establecido una lista de sanciones en dinero y cárcel a los ciudadanos que falten a la buena convivencia civil arrojando basura a la vía pública, molestando con música de alto volumen a los vecinos, practicando arrancones automovilísticos, llamando en broma a los servicios de emergencia y seguridad, dejando a los hijos menores de doce años en automóviles estacionados, etc., etc. Ya este paquete de medidas es merecedor de aplauso (quizá con alguna racional excepcioncilla), pero, esperen ustedes, cínicos incrédulos, todavía hay más. El municipio culiche, que también se preocupa por, digamos, la mentalidad erótica de los susodichos ciudadanos, aplicará sanciones a esos depravados verbales, los piropeadores (¿y a las piropeadoras no?)…, y, perla de la corona, también sancionará con multa o cárcel a los voyeurs que en los cibercafés consulten las páginas pornográficas de Internet. (Surgen, impertinentes, las preguntas: ¿cómo sabrán las autoridades de la delictuosa “acción” de esos cochinos?, ¿habrá policías en los cibercafés?, ¿se premiará a los ciudadanos que denuncien a esos delincuentes mentales?)

Hay que reconocer que en el país tenemos gobernantes (y hasta algunos gobernoides) que, con un refinado espíritu de servicio, no sólo atienden a la salud y la seguridad física de los ciudadanos, sino además a la seguridad y la salud morales de éstos.

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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