Otro plagio

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Este año de festejos patrios es el mejor para denunciar el misérrimo plagio que cometió el violinista y compositor austriaco Fritz Kreisler (1875-1962) al pastichear, en su Marche Miniature Viennoise (1925), una frase de nuestro glorioso Himno Nacional escrito por Jaime Nunó y letra de Francisco González Bocanegra.

Sin dejar de ser una piececita bastante mona, la marchita de Herr Kreisler está muy lejos de la marchaza nuestra. El colmo, desde luego, es que el autor del saqueo sea austriaco, es decir, ¡nativo del mismo rumbo del que salió el masiosare un extraño enemigo que más profanó con su planta tu suelo!

Las notas del himno nuestro, señores, están empapadas por la sangre de un pueblo que es el nuestro, y no pueden ser usurpadas por las frivolidades sabatinas de unos austriacos haciendo marchitas. ¡Además el inmortal himno de nosotros es una catedral sonora, una epopeya eufónica bastante grandota, por no decir inconmensurable, y no un pedacito de una miniatura!

Pero basta.

Constatemos las pruebas a las que, desde luego, me remito.

Observe usted este video. Verá al Pittsburgh Piano Trio ejecutando la piececita. Afine el oído a lo que sucede a los 100 segundos (número por demás simbólico) y luego, de nuevo, a los 200 pasaditos (otro número simbólico):

Sí, he ahí nuestro

sonoro rugir del cañón.

Nos quitaron una frase, sí, una sola frase, lo suficiente para arrancarnos un jirón del alma o acuchillarnos el plexo solar, o algo.

Y ahora… ¿Nos vamos a quedar así nomás? ¿O qué?

Por lo que a mí toca, creo que ha llegado la hora de “los patrios pendones en las olas de sangre empapar.”

A la mejor una guerra externa consigue que se decrete una tregua en la guerra interna.

Y en una de esas, hasta perdemos…

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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