Otra vez el del bulevar

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Internet, con su universal capacidad y su enorme libertad de publicación, le facilita a un escritor el hallazgo de todas las especies de lectores. Es una de las fortunas y uno de los riesgos de esta especie de gran sistema de correo universal a la vez civilizado y salvaje. Y voy a un caso cercano y que me toca.

Acerca de mi anterior artículo en Correo Fantasma un señor Juan José Reyes (de quien no sé si será el escritor que conozco y tengo por buen amigo, o sólo es un caso de homonimia) ha enviado a este blog el siguiente comentario:

“Felicidades a este fusil fantasta:

“Esta nota y esta fotografía apareció hace unas dos semanas en un blog español.

Queda demostrado que Pepe es poco creativo.”

Y he aquí el texto que yo habría fusilado del “blog español”:

“El Boulevar del Crimen es el nombre con el que se designaba a la parte de los Grandes Bulevares donde se encuentra ahora la plaza de la République. En unos quinientos metros se alineaban casi todos los teatros de París. Los espectáculos más populares eran melodramas de sangre; de ahí el nombre de Bulevar del Crimen. — Jean Renoir, Mi vida y mi cine, p. 43.–

La célebre imagen del Boulevard du Temple, captada por Louis Daguerre en 1838 con una exposición de unos 10 minutos, siempre me provoca sensaciones extrañas. Ese falso vacío digno de Paris qui dort (René Clair, 1925), no hace olvidar la algarabía de –Alexandre Trauner medianteLes enfants du paradis (Marcel Carné, 1945). En ese daguerrotipo, están todos los tiempos y todos los lugares; están Borges y Escher.

Por el Bulevar del Crimen pasean, además del solitario cliente del limpiabotas, los Lumière y Feuillade, la sinfonía urbana de los 20 (Rien que les heures, Alberto Cavalcanti, 1926), el realismo poético de los 30, los jovenzuelos de la Nouvelle Vague y el melodrama más bullicioso de los 40. En sus aceras está todo el cine fantástico y de terror, el mismo que tantas veces ha explotado la imagen de las calles desiertas. Y, en ese gran espacio/escenario, también está toda la tradición teatral francesa, empezando por el niño Molière (Ariane Mnouchkine, 1978) abismado frente a las representaciones callejeras de París.

Publicado en Justo una imagen

Como puede comprobar quien lea mi anterior artículo en el blog: “El solitario del bulevar”, son enteramente distintos mi texto y el del “blog español”. Ocurre que la foto y su único personaje han sido comentados ya en otras ocasiones y desde hace mucho tiempo por diversos autores, cada uno con sus propios modos textuales. Una cosa es tratar al modo propio un asunto ya tratado por otros y otra, muy diferente y ciertamente condenable, es plagiar un texto. Entre los autores que se han ocupado de la foto y del solitario personaje visible en la misma está Nigel Gosling en su libro Paris 1800-1900, ed. Morrow and Company, Inc, New York, 1970. Allí encontré la foto con un breve pie que entre otros datos dice (traduzco): “La imagen captó el detalle de dos personajes que en una esquina del bulevar alcanzaron a estar suficiente tiempo en el lugar para quedar fijados por la cámara de Daguerre”. Y puesto que hay otros libros y hay muchos blogs que dan algunos de los mismos datos de diversas maneras y en diversas extensiones, citarlos a todos ocuparía una extensión mucho mayor que mi nota. El asunto, pues, ya es generalmente conocido, aunque por lo visto Juan José Reyes (sea quien sea) lo desconocía. Por lo tanto, su comentario sólo implica ignorancia del asunto y/o una sublime mala leche.

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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