¡No los oigo!

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Narra el reportero Jaime Avilés, en un periódico cuyo reino sí es de este rumbo, que ayer en el Zócalo, durante la misa de AMLO -durante la cual sembró y cosechó muchos besos-, la gente no entendía por qué detrás del presidium, y de los intelectuales progresistas y de los representantes del pueblo y –claro- detrás de AMLO, estaba escrita en una bandera nacional la palabra VAMOS:

¿Qué significaba? El gentío se lo preguntó durante casi cuatro horas, hasta que poco antes de las dos de la tarde, en el clímax de su discurso, López Obrador dijo: “¿Están de acuerdo en que vayamos como movimiento a las elecciones de 2012?” La muchedumbre, exhausta después de escuchar a 36 oradores, respondió muy quedito: “Sí”.

El tabasqueño repitió la pregunta: “¿Vamos?” De nuevo, miles de voces contestaron por lo bajo: “Sí”. “¡No los oigo!”, exclamó el casi candidato. “¿Vamos?” Y por fin, la multitud echó la casa de los pulmones por la ventana de la garganta: “¡Síiii!”, y estallaron los aplausos y las consignas rimadas…

¿O sea que el pueblo “echó la casa de los pulmones por la ventana de la garganta” y sólo le salió un ¡Síiii! con cuatro pinchurrientas íes?

Me fue imposible no recordar una entrada a este blog de hace unos años sobre la longitud del , parte del cual me permitiré reproducir previa votación democrática. A ver, los que están de acuerdo en que repita mi comentario sobre la longitud del sí, que avienten la bañera de los pulmones con todo y el niño por la boca y digan ¡Sí!

–¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

Hay quórum. Sale pues:

…el senador Dante Delgado declaró de inmediato estar de acuerdo con todo lo que dijo el senador Monreal y se declaró virilmente decidido a continuar luchando por “el petróleo como palanca del desarrollo de México”. Entonces, al final de su elegante discurso, el senador le preguntó al pueblo: “¿Están dispuestos a hacerlo?”

El reportero anota (textualmente) que

recibió un largo “siiiií” como respuesta.

Es imposible no advertir que la longitud del dizque largo “sí” se reduce a cinco babosas íes (siiiií) y que sólo una de ellas, la postrera, lleva el acento afirmativo, lo que deja a las otras cuatro en una vergonzosa situación de conjunción interrogativa o dudosa o condicional muy poco convergente.

Pues francamente yo no estoy muy seguro de que eso sea un sí “largo”. Es más, me parece que es un bastante chiquito. Para mí, un sí largo es, por ejemplo:

¡¡¡Sííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííí!!!

O incluso:

¡¡¡Síííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííííí!!!

Un sí con tocino, popular, crítico, asambleístico de veras. Un sí con (para decirlo en catalán) tompayates. Un sí sin sombra de duda, energético, viril, nacionalista. Un sí con pilates, con tuerca, atascado de batido de brócoli. Un sí pavarotti, atronador, bragado, resonante y entrón, capaz de tirar las murallas de Jericó. Un sí de deveras, como los que responden a las consultas democráticas de Chávez, de Fidel, de Daniel Ortega…

Pero un siiiií como el citado, no. Ese ni es largo ni es nada: es un pinche sí.

Propongo que, por higiene republicana y afán de objetividad, se legisle el asunto en comisiones. Que de ahora en adelante los “sí” que tengan cinco o menos íes sean calificados de pinche sí. Los que tengan entre seis y nueve: sí normal. Que sólo merezca el calificativo de largo un que tenga entre diez y 29 íes. Los que tengan más de treinta, podrán ser calificados de “larguísimos” y los que rebasen las cincuenta serán “inacabables”.

Claro, la ley tendrá una adición: si es Su Alteza Serenísima quien se digne enunciar un , éste será declarado “sí a perpetuidad”.

Los que estén de acuerdo, que digan .

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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