Ni “ni ni” ni modo

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De acuerdo con José de Jesús Bazán Levy –director del Instituto de Educación Media Superior del gobierno del DF– la deserción o “autoexclusión académica” es una verdadera “epidemia” en las preparatorias del GDF: entre un 20 y un 30% de sus estudiantes abandonan los estudios (los maestros dicen que son el 40%).

El discurso “ni ni” (jóvenes que ni estudian ni trabajan) respondería que esto debe imputarse al modelo econónico injusto que impide estudiar a los jóvenes, por falta de presupuestos para aumentar el cupo, o por falta de recursos de las familias. Pero el Dr. Bazán Levy dijo otra cosa: la epidemia obedece a que los desertores sienten “que los conocimientos exigidos rebasan totalmente sus capacidades”, a que simplemente se percatan “de que lo que deberían aprender está fuera de su alcance”.

Y lo está porque carecen de las competencias básicas de un preparatoriano. Pero como el ingreso a las prepas del GDF depende de un sorteo (lo mismo que a su Universidad de la Ciudad de México, UACM), y no de las competencias, hay que concluir que el azar que eligió a los futuros desertores se equivocó, como se equivocó dejando sin lugar a jóvenes que quizás sí las poseían. Que el ingreso a esas escuelas dependiese del azar, y no de un examen, fue la manera que diseñó el Lic. López Obrador hace 10 años, cuando era jefe de gobierno, para proclamar que ningún estudiante sería rechazado por su gobierno (aunque lo fuese por el azar).

El resultado ha sido un desastre costoso. Si la tercera parte de los no excluidos por el azar se autoexcluyen por su incompetencia, ¿no habría que excluir mejor al azar y privilegiar las competencias? No, pues ello iría contra la “igualdad” y en favor de quienes piensan que las oportunidades se merecen, un anatema que supone exámenes de ingreso y evaluaciones.

Otra cifra aún más desalentadora es que sólo el 28% de los estudiantes del sistema terminan sus estudios (aunque son mucho más que en la UACM que, en diez años, ha logrado titular a 28 estudiantes). Si hasta el 30% se “autoexcluye” por incompetencia, no dudo que entre el 40% restante que deserta haya quienes lo hacen por razones económicas (a pesar del programa “Prepa Sí” que aporta 178 millones en becas a sus estudiantes). Pero resulta que más de mil estudiantes han sido dados de baja por faltas al reglamento escolar (lo que equivale a haber cerrado una de las 18 prepas del sistema), es decir, que tienen menos del 10% de asistencias, o cumplen con menos del 50% de sus asignaturas, o no se inscribieron dos semestres consecutivos, o bien llevan nueve semestres inscritos sin pagar todas sus materias. Es obvio que ese reglamento escolar es, digamos, tolerante (lo que se explica, quizás, porque quien fundó el sistema tardó 14 años en lograr su licenciatura). Lo más interesante es que ningún estudiante “reprueba”, pues basta cubrir las asignaturas para presentar el Tema Eje y merecer por lo menos un 8…

Y por si fuera poco, hubo denuncias del personal docente en el sentido de que se alteran los resultados del “Tema eje” –el único numeral que tendrá el estudiante— para maquillar la cifra de egresados. (El Lic. Ebrard dijo que se va a investigar.)

Lo bueno es que, por fin, hay quien enfrenta la situación. Los maestros del sistema ya critican el sorteo de ingreso, proponen cursos propedéuticos previos y denuncian que los becarios no asisten a clases. Varios especialistas de la UNAM proponen cambiar los criterios de admisión y evaluación. El Dr. Bazán Levy opina lo mismo, si bien declaró que las elecciones del 2012 crean un “ambiente inadecuado” para ensayar reformas, por lo cual descartó intentarlo. Ni modo…

Este año, el azar elegirá a los 5 mil 600 jóvenes que ingresarán a las prepas del DF. Sólo mil 600 saldrán… ¿hacia dónde?

(Publicado previamente en El Universal)


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