Historias encontradas

Como el artista que deja un instructivo para la construcción de una pieza, sujeta siempre a posibles variaciones, Daniela Franco reparte estímulos para la ficción entre escritores y se sienta a cosechar historias.
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Hace un tiempo recibí, de parte de la editorial RM, un sobre amarillo que contenía el libro Los Sandy en Waikiki, del cual yo no sabía nada pero que llegó a mis manos porque alguien en la editorial supuso, con acierto, que podía interesarme. El libro es un proyecto de Daniela Franco, y al decir “es un proyecto de” apunto a una relación más estrecha con la obra que la del mero compilador, el editor y quizás incluso el autor de un libro dado. Daniela actúa como curadora, pero involucrada a un nivel que me interesa: el del editor protagónico, que no solo sugiere modificaciones o convoca a los escritores pertinentes, sino que pone el pretexto y en cierto sentido construye la casa cuyos cuartos habrán de poblar con sus ficciones los escritores invitados. Como el artista que deja un instructivo para la construcción de una pieza, sujeta siempre a posibles variaciones, Daniela Franco reparte estímulos para la ficción entre escritores y se sienta a cosechar historias.

En el libro participan Enrique Vila-Matas, Juan Villoro, Emmanuel Adely, Sean Condon, Alain-Paul Mallard, Alberto Olmos, Fabio Morábito, Màrius Serra, André Alexis y  tres miembros del Oulipo: Marcel Bénabou, Jacques Jouet y Frédéric Forte. El punto de partida del proyecto me fascina por la inequívoca relación que guarda con el coleccionismo como práctica estética: Daniela Franco se encontró con un montón de diapositivas del viaje de una familia, los Sandy, a Hawaii; la familia, enmarcada por el aire decididamente retro de las fotos, la intrigó hasta tal grado que decidió convocar a varios escritores a imaginar el viaje y la vida de esas personas a partir de las diapositivas. El resultado es un collage textual en donde las diferentes plumas aportan su inventiva y su estilo a un proyecto común y azaroso, un ejercicio sebaldiano que utiliza la imagen no como ilustración accidental, sino como columna vertebral del libro.

Es interesante, además, que el volumen incluya los correos electrónicos cruzados entre Daniela y los participantes, haciendo explícito el proceso de creación y, por lo tanto, tendiendo un puente significativo hacia los procederes del arte contemporáneo. Al mostrarnos las bambalinas de la creación del libro, Daniela añade una capa más de sentido al proyecto: no solo está la vida real de la familia Sandy, su vida representada por las fotos y la ficcionalización colectiva a partir de estas, sino que el proceso mismo de construcción del libro es incluido en el texto, en un guiño metaliterario que emparenta claramente el proyecto con ciertas piezas de Sophie Calle.

Recuerdo de pronto y releo con entusiasmo Los Sandy en Waikiki porque resulta que Daniela me invitó a su más reciente proyecto, cercano a aquel otro en espíritu: J’aime mon quartier, je ramasse o Lossers/Keepers, que lleva como subtítulo pertinente “Objetos perdidos, historias encontradas”.Se trata también de un ejercicio de escritura colectiva a partir de fotos, papeles y objetos encontrados, esta vez en las calles de París por donde Daniela transitó entre 1998 y 2005. El proyecto puede verse aquí y contiene ya las participaciones de varios escritores, entre ellos Mauricio Montiel Figueiras, Rafa Saavedra, David Lewis y Javier Avilés.El proyecto puede verse aquí y contiene ya las participaciones de varios escritores, entre ellos Yuri Herrera, Mauricio Montiel Figueiras, Rafa Saavedra, David Lewis y Javier Avilés.

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(México DF, 1984) es poeta y ensayista. Su libro más reciente es La máquina autobiográfica (Bonobos, 2012).


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