Fotografía: Rogelio Cuéllar

Hacia el olvido

En 1999, a un año del fallecimiento de Paz, Gabriel Zaid listó una serie de proyectos necesarios para difundir la obra del poeta: ediciones populares, bibliografías críticas en la red, versiones electrónicas de sus títulos. Quince años después la tarea sigue pendiente.
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En medio de las celebraciones, mesas redondas, homenajes (“estrategias para no leer”), publicación de artículos, ensayos y libros parece un contrasentido hablar del olvido de un autor del que celebramos su centenario. Como parece un contrasentido hablar del calentamiento global mientras vemos grandes e inusuales nevadas. El efecto de lo que hacemos hoy se dejará sentir en unos años: la corrupción de la naturaleza, el olvido de una obra extraordinaria, la entropía.

En abril de 1999, a un año del fallecimiento de Octavio Paz, Gabriel Zaid publicó en estas páginas un texto que en realidad era un llamado a salvar la obra del poeta de la incuria del tiempo. En paralelo, la Fundación Octavio Paz, dirigida por Guillermo Sheridan, publicó en ese entonces un anuario en el que daba cuenta de las nutridas actividades de la Fundación: exposiciones, premios, presentaciones, lecturas, becas, conferencias, cursos. Había (hay) mucho trabajo que hacer. No hay que esperar a la posteridad, decía Gabriel Zaid, “nosotros somos la posteridad de muchos autores, y no somos un modelo de atención a sus méritos”.

Hoy no se hace un trabajo eficiente de publicación y difusión de los libros de Octavio Paz.

En el texto citado de Zaid (“El futuro de Octavio Paz”), este proponía reforzar la edición de las obras completas con proyectos complementarios. Menciono algunos: publicar “las obras completas en medio centenar de libros separados” (como ha hecho Random House con las obras de Jorge Luis Borges e hizo, medio siglo atrás, Alianza Editorial con las de Ortega y Gasset: ediciones admirables y accesibles); una iconografía (este año el FCE publicará la edición de Rafael Vargas); la correspondencia (han aparecido sus intercambios con Alfonso Reyes, Pere Gimferrer, Arnaldo Orfila, Tomás Segovia, Jean-Clarence Lambert, Haroldo de Campos, y están por aparecer los que Paz sostuvo con Jaime García Terrés y José Luis Martínez); un “índice de poemas publicados por Octavio Paz en periódicos, revistas, antologías, libros y discos”; la “utilísima Bibliografía crítica de Octavio Paz de Hugo J. Verani… pudiera actualizarse… [y publicarse] en internet”; un banco electrónico que actualice los cientos de miles de artículos, ensayos y tesis que se han publicado sobre su obra; un cd con las Obras completas y un índice global en un tomo aparte; un Diccionario Octavio Paz; promover que sus Obras estén en todas las bibliotecas nacionales; en fin, un “Centro de información sobre Octavio Paz”.

Quince años después poco, casi nada, se ha avanzado en estas tareas. La Fundación Octavio Paz cesó en sus funciones en 2001. Las desavenencias entre el director de la Fundación y la viuda del poeta derivaron en el desinterés de sus patrocinadores, que decidieron capitalizar entonces la onerosa Fundación de las Letras Mexicanas.

Se han publicado algunos tomos de la correspondencia, se publicará una iconografía… Hace quince años, señalaba Zaid, “las librerías Amazon ofrecen más de 2,000 libros de Octavio Paz”. Hoy día Amazon México (como Gandhi y El Sótano) no distribuye ni uno solo de los libros de Paz en versión electrónica. Una excepción: Conaculta publicó hace un par de años una magnífica edición para tabletas de Blanco. Golondrina sin verano.

El Fondo de Cultura reeditará, para celebrar el centenario, la edición de las Obras completas que en los años noventa publicó Galaxia Gutenberg. Decisión que deja de lado los caros e ilegibles volúmenes de la edición mexicana. Sería pertinente volver a plantear la edición de toda su obra en libros separados y de fácil acceso, en papel y con tapa suave, y por supuesto en edición digital. Los jóvenes lectores no podrán frecuentar sus libros si estos no circulan en diferentes plataformas. Esto es lo básico, sin olvidar la “infraestructura” que menciona Zaid: índices, bibliografía en línea, portal web, etcétera.

Desapareció, o dejó de funcionar, la Fundación Octavio Paz. Se perdió también, en esos años, el impulso de las ediciones y reediciones de sus libros. Las antologías escasean. Hay en español un solo libro en versión electrónica. Esto, para no hablar de trabajos más creativos, como una convocatoria para actualizar Poesía en movimiento, o una nueva Renga en versión digital, la publicación en línea de sus revistas Barandal, Cuadernos del Valle de México, Taller y Plural (no incluyo Vuelta, cuyos contenidos Letras Libres sube de manera paulatina a la red).

La memoria y la tradición son discursos en construcción. “Depende de nosotros”, decía Zaid en su ensayo de 1999. De nosotros, actualizo en 2014. Para que en quince años no tengamos que preguntarnos: ¿Quedó algo de Octavio Paz? ~

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