La sombra de una duda

El señor del suspense/ 4

Shadow of a doubt es un tenso drama criminal entreverado con una crónica familiar poblada de personajes comunes… aunque algunos de ellos tengan sus manías.
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En La sombra de una duda, filmada por Hitchcock en 1943, Charlie Oakley (Joseph Cotten), galán serial y asesino serial de viudas ricas, se esconde de la justicia vacacionando en Santa Rosa (California), una pequeña ciudad provinciana en la que vive la familia de su hermana entre amabilísimos vecinos. A todos, y particularmente a todas, los y las seduce Charlie, pero a nadie fascina tanto como a su sobrina Charlotte (la maravillosa actriz Theresa Wright), a quien, para dificultar la sinopsis al comentarista del filme, también llaman Charlie. Si durante la primera mitad de la película la sobrina ve al tío como al hombre soñado, no tardará en sospecharle la terrible afición asesina mientras a su vez el tío Charlie sospechará que la muchacha ha comenzado a penetrar su secreto terrible. En el final (un hitchcocquísimo gran final ferroviario), el tío Charlie intenta matar a la sobrina Charlie, pero comete un movimiento erróneo, cae del tren y resulta expeditamente ejecutado por la Justicia Inmanente en forma de una locomotora que llega por una vía paralela y en senttido contrario.

Shadow of a doubt(“La sombra de una duda” en pantallas mexicanas, por rara vez fieles al título original) es un tenso drama criminal entreverado con una crónica familiar poblada de personajes comunes… aunque algunos de ellos tengan sus manías, como papá Newton (Henry Travers) y el vecino Herbie Hawkins (Hume Cronyn), devoradores de novelas policiacas que juegan a los detectives, es decir a los sospechadores, sin que los roce ni la sombra de la sospecha de que se codean con un “mataviejitas”. A su vez el fan de Hitchcock puede sospechar que el maestro del suspense lo caricaturiza en esos personajes laterales, esos dos sospechadores amateurs, pero, aparte de que todo fan de Hitchcock gusta de ser burlado por su cineasta predilecto, tanto la sospecha como el astuto desvío de la sospecha son esenciales elementos del suspense, el cual en el cine hitchcockiano más que un modo de tratar el argumento… es el argumento mismo.

Hitchcock pensaba que La sombra de una duda, filmada en blanco-y-negro, sin escenarios espectaculares, sin actores de gran renombre, con el suspense entretejido en una cotidianidad provinciana, era su mejor película del periodo hollywoodense. Yo disiento: creo que en su futura filmografía ya lo acechaban otras aun mayores obras maestras.

Es verdad que durante los años cuarenta Hitch falló algunos tiros. Filmó Lifeboat (“Náufragos”, en pantallas mexicanas), drama antinazi y agorafóbico aunque a mar abierto, en el que el imprescindible “medallón” de Hitch, al parecer insituable en tal situación, aparecía en un recorte de periódico hallado en el bote salvavidas; filmó Spellbound (“Cuéntame tu vida”), dramón psicologicoide con una asustadísima Ingrid Bergman, con el siempre hueco Gregory Peck y con una secuencia onírica diseñada por Salvador Dalí; filmó The paradine Case, drama de corte de justicia con un egolátrico y fatigante Charles Laughton, con una solamente bella Alida Valli y, otra vez (¿por qué?), con Gregory Peck; filmó La soga, historia criminal de salón, en sólo ocho rollos muy hablados y una dizque toma única; filmó Under Capricorn, festival de sustos de Ingrid Bergman entre candelabros; y filmó Stage Fright (“Pánico escénico”), posiblemente la peor película hitchcockiana, con Marlene Dietrich y (¿por qué?) con Jane Wyman. Pero entre esas películas dirigió en 1946 su segundo filme maestro del periodo hollywoodiano: Notorious.

Notorious

Notorious(en pantallas mexicanas “Tuyo es mi corazón”, ¡aunque usted no lo crea!), enfrenta a los excelentes Bergman, Grant y Rains en una historia de amor y conspiración nazi que transcurre en un Río de Janeiro made in Hollywood. Es una película de sospechas entre todos los personajes, de arsénico en tazas de té, de espionaje, de celos… y  de uranio oculto en botelllas de champagne (un “macguffin” que, como en La dama desaparece y otros filmes de Hitch, es un mero pretexto para anudar la intriga). En una apretada sinopsis del enredado argumento, Devlin (Cary Grant), agente de la Inteligencia del gobierno norteamericano, encarga a Alicia Huberman (Ingrid Bergman) que despose al encubierto nazi Alexandre Sebastian, a fin de espiarlo de cerca (tan cerca como desde la cama matrimonial), pero el asunto se complica porque el enamorado Devlin siente celos de la muchacha a la que prostituye obligándola a acostarse con el personaje maldito. Entre los grandes momentos de la película están una larga toma móvil y circular que desde un balcón hasta una sala interior sigue a la parejadurante un besuqueo de larga duración; y otra toma, “en picada”, que desciende de una alta escalinata hacia un salón en fiesta para captar en big close up la llave escondida en la mano de Alice. Un elemento más enriquece la trama con un toque de ambigüedad: la casi simpatía, o al menos la compasión, que suscita ese cornudo, desdichado y finalmente desvalido Alexandre Sebastian, personaje de caballeroso malvado entrampado por amor que interpreta con intensidad y finura Claude Rains casi robando la película a la pareja estelar Grant-Bergman. Hay que verlo cuando en un momento de humor negro (involuntario de parte del personaje, no de parte de Hitchcock) confiesa a su severa progenitora: “Madre, me he casado con una agente del servicio secreto de los Estados Unidos“.

De ahí en adelante Hitchcock será el cineasta no sólo del suspense sino también de la sospecha y la ambigüedad.

(Continuará)

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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