Efemérides

...luego, cuando recobré la conciencia, estaba atado a la base de una casuarina, completamente desnudo y con el torso cubierto de miel. Los aullidos de los coyotes eran cada vez más cercanos.
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…luego, cuando recobré la conciencia, estaba atado a la base de una casuarina, completamente desnudo y con el torso cubierto de miel. Los aullidos de los coyotes eran cada vez más cercanos. También había urracas; oía sus graznidos y sentía cómo se iban agrupando en las ramas del árbol. Lo que pasó después prefiero no recordarlo.

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Resulta verdaderamente sorprendente lo escuetas que fueron las celebraciones por lo que hubiera sido el cumpleaños número cien de Mario Moreno, Cantinflas. No es que hayan pasado desapercibidas, pero fueron casi mecánicas, desprovistas de cualquier ímpetu conmemorativo. Casi por obligación se habrán develado placas, habrán resonado minutos de aplausos en los teatros y habrá quien se haya echado dos o tres de sus películas en televisión. Asimismo se publicaron artículos, se montó la exposición en el Paseo de la Reforma y se tuitearon cientos de frases del cómico.  Casi por obligación. Ante el recuerdo de la muchedumbre volcada en las calles por su cortejo fúnebre en 1993, sin embargo, la asistencia de poco más de cien personas a la misa por sus cien años parece incluso ofensiva.  Hasta las voces críticas peleaban con su propia sombra. Este aniversario no tuvo siquiera un dejo de nostalgia colectiva, nada semejante a un ritual en el cual acudiéramos a los ancestros para renovar la comunidad.

Y es que Cantinflas ya no representa a los marchantes de este mercado de lágrimas. Digo, si es que alguna vez los representó. De entrada sería absurdo considerarlo un ícono del nacionalismo antigubernamental, aunque fuera solo para decir que nunca lo fue. Luego, ya tampoco se le puede ver como un agente normalizador. En el México del mejor tiempo de Mario Moreno, sus enredos verbales ofrecían armas de resistencia para los desposeídos, por usar la vieja nomenclatura antropológica. Pero ese México ya no existe. Ya no vivimos en un México donde los pobres son pobres y felices a mucha honra.  Nadie compra la fantasía liberal de que alguien vela por el desarrollo generacional de los desposeídos. Antes de la tradición está el narco o el hampa común y corriente. Antes de salirse con la suya con la facilidad del habla está el ser enterrado con un centenar de guatemaltecos y salvadoreños desconocidos en las afueras de un puto pueblo perdido de Tamaulipas. En este México -aunque mezcle sagrados íconos- Pepe el Toro nunca fue inocente. Nos pasó lo que a Cantinflas en Puerta Joven: fuimos por el mariachi para cantar “Las mañanitas” y acabamos cantando “Las golondrinas”.

Cada quien su propio Cantinflas, supongo, es lo que nos queda, acaso más valioso que lo de otro modo jamás pudo haber sido. Dentro de esta extraña penumbra democrática, dice mi amiga, “Cantinflas es lo único que hace a mi padre reír a carcajadas”.  Ahí está el detalle.

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Agosto 16, 1958, nace la cantante Madonna, también conocida como Reina del Pop

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En el Grupo de Apoyo para Víctimas de Falsas Nociones de Modernidad no estamos para juzgar. Al contrario, extendemos una mano amiga a cualquier persona que se haya visto amenazada por el afán de otra gente o institución por aparentar un nivel de desarrollo que no le corresponde. No importa la aparente nimiedad de la ofensa, estamos contigo, estamos para ayudarte.

–Mi nombre es Pablo Mendoza, y soy una víctima de falsas nociones de modernidad. En mi barrio cada vez hay más perros. No como los que había antes, antes las calles estaban llenos de todo tipo de perros. Perros abandonados, perros cojos, perros sin dueño. Pero los callejeros no me molestaban. Es más, me identificaba con ellos y a veces hasta les aventaba un pedazo de pan. No sé a dónde se los llevaron.

Los perros de ahora son diferentes. Son clasistas y especicistas y pasean a sus dueños como si la calle misma les perteneciera. Tienen nombres en francés o sacados de  alguna oscura ópera italiana. Te menean la cola desdeñosamente, como si no los merecieras. Riegan sus necesidades por toda la plaza. Los dueños los persiguen con bolsas de plástico no degradables. A veces se sienten galanes de balneario, y se tiran de a cuatro patas a la fuente y se secan justo cuando pasas y llegas a tu junta con la camisa manchada y oliendo a perro mojado. Por lo general llevan un pañuelo o paliacate para resaltar el fashionista corte de pelaje pero ante la menor señal de invierno visten suéteres de colores extravagantes. Parecen muy elegantes y condescendientes, pero amagan la mordida cada vez que paso. Juro que me va a dar algo. En el café, los más chiquitos ladran incontrolablemente. Yo solo quería leer un rato, tranquilamente. Y a la dueña le parece muy tierna la voz aguda e insoportable de su bestia faldera. No puede hacer nada, la llama hija, le hace una caricia y sonríe estúpidamente: “Ay, Cosette”. Estos perros no son tus amigos. Mucho menos tus mejores amigos.

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16 de agosto, 1977, muere Elvis Presley, también conocido como el Rey del Rock

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Cada quien su propio Cantinflas. La trama de Ahí está el detalle, que gira en torno a la confusión entre un fox terrier rabioso de nombre Bobby y un mafioso de nombre Bobby que apodan el “Fox Terrier” -o cómo le dice Cantinflas, el “Foxtriote”- es universal. Pero mi Cantinflas es éste:

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Si alguien ve un coquer spaniel blanco, con motas color miel y calcetero, que responde al nombre de Satanás, favor de comunicarse conmigo. Habrá recompensa.

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Antropólogo. Doctorando en Letras Modernas. Autor de dos libros de poesía. Bongocero. Nace en 1976. Pudo ser un gran torero pero...


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