Diseño, por favor

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Estacionarse de reversa es una operación en parte a ciegas, con el riesgo de pegarle al auto de atrás o no dejar espacio suficiente para que pueda salir. O golpear otra cosa. O, más terriblemente: a un niño pequeño que no se alcanza a ver. Así como hay interfonos con video para ver quién llama a la puerta, los automóviles y camiones deberían tener una cámara retrovisora para ver lo que hay atrás.

En los restaurantes, hay percheros portátiles para tener los bolsos cerca de la mesa. En los Starbucks, están integrados como ganchos debajo de la mesa. Además, hay un accesorio que permite apergollar la laptop. En los automóviles, serían útiles percheros semejantes bajo la guantera, cerca del conductor.

Muchas envolturas de celofán (galletas, cubiertos de plástico) no se dejan abrir con los dedos. Hace falta un diseño que no exija tijeras.

La mayor parte de los accidentes caseros suceden en las escaleras, cocinas y baños. Las barras de seguridad para detenerse en el baño ahorran peligrosas caídas. Absurdamente, se hacen con tubo liso, en vez de rugoso. Y, para completar el absurdo, no se instalan horizontalmente, sino inclinadas: en ángulo perfecto para que la mano enjabonada resbale, en vez de agarrar.

La escalera sin barandales del arquitecto Barragán es de una elegancia suprema para el ojo, irresponsable para la mano. Otra cosa son los feos tubos cuadrados de las escaleras peatonales que no se dejan agarrar por el tamaño ni la forma. Y las escaleras de muchos edificios que tienen barandal de un solo lado, para ahorrar espacio.

Hace tiempo, los taxis avisaban que estaban disponibles encendiendo un anuncio sobre el techo. Se veía de lejos y simplificaba la búsqueda tanto para el cliente como para el taxista, ahorrándoles tiempo y aclaraciones.

Los fabricantes de prendas o accesorios con marcas de prestigio inventaron la etiqueta ostentosa, que halaga al cliente, transformándolo en promotor gratuito. Pero no han sido capaces de inventar etiquetas que no raspen.

Los edificios nuevos deberían tener tubería adicional que recoja la lluvia del techo, así como el agua que se desperdicia mientras no sale con la temperatura deseada. Puede descargar en la cisterna, si el agua de la ciudad no es potable y hay que depurarla; o en una cisterna aparte, cuando por fin tengamos agua civilizada, que se pueda tomar de la llave.

Las películas terminan con una lista interminable de créditos, mientras el público abandona la sala. Pero no repiten el título, que aparece únicamente al principio. Cuando pasan por televisión, y se descubre una interesante ya empezada, uno se queda sin saber qué vio, para buscarla en devedé.

Lo mismo sucede cuando se escucha música de radio. Una base de datos en la web permitiría saber qué pasó en tal estación, tal día a tal hora. Pero los medios no son tan serviciales, como es obvio en la mala calidad de los archivos adjuntos a los programas de televisión, o en las carteleras erróneas que publican.

Muchos discos ya traen información grabada sobre su contenido, que puede verse en una computadora con RealPlayer. Los receptores de radio deberían tener una pantallita de una línea donde pueda leerse qué disco y pista del cedé están tocando.

Las mensajerías engrapan el talón de envío en el sobre que se entrega. Hace falta otra solución, que no dañe el contenido ni los dedos del destinatario.

En una palangana era posible meter las manos y bajar la cabeza para refrescarse la cara. En los lavabos que tienen agua corriente, esto se complica porque la llave estorba. Para los fregaderos, se inventó el tubo que puede hacerse a un lado para meter y sacar piezas grandes, pero no se les ha ocurrido aplicar esa buena idea a los lavabos.

Se recomienda tomar aspirina para los dolores musculares. Para los causados por un golpe, deberían venderla también como pomada de aplicación directa donde duele.

Se han inventado sistemas electrostáticos para que no salga el polvo de las chimeneas. También "cortinas" neumáticas costosas para las puertas siempre abiertas: el aire sopla levemente hacia abajo y deja que pasen las personas, pero no el polvo. Hay sistemas de filtrado de aire en locales cerrados, y aspiradoras que recogen el polvo que ya entró. Pero falta una buena solución para el polvo de los libros y otros objetos. Por ejemplo: un aerosol que, aplicado a un objeto, rechace (en vez de atraer) el polvo flotante.

Ya existen aparatos localizadores por satélite (GPS) que ponen en pantalla un mapa de la posición donde se encuentran. Pero la ciencia no ha logrado que las calles tengan rótulos decentes: con letra grande, en lugares visibles y la indicación de la colonia y el código postal, aparte de señales de tránsito.

(Reforma, 26 diciembre 2010)

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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