Calle Platón Sánchez

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¿Quién era el verdadero Platón Sánchez? ¿Cómo diferenciar entre el hombre y el mito? ¿Quién conoce los nombres que camina?

 

¿Quién era el verdadero Platón Sánchez? ¿Cómo diferenciar entre el hombre y el mito?

¿Quién conoce los nombres que camina?

La mañana del 30 de noviembre de 1867 en el Rancho de Lobos en Galeana, Nuevo León, el recién nombrado coronel, Platón Sánchez, despertó con antojo de huevos divorciados. Tenía buen sentido del humor, tanto que se cortó la mejilla izquierda al afeitarse, pensando que su antojo era herencia de las guerras de reforma.

-¿Qué es un poco de sangre en la mejilla para el Buitre de Puebla?, pensó sonriendo.

En realidad nadie, que se sepa, lo llamaba así. No obstante, enjugó la sangre con un paño y se engomó el bigote. Vistió su levita, no sin antes acariciar los flecos de las charreteras y cerciorarse que las presillas estuvieran firmes. Antes de salir del cuarto, alcanzó a ver su reflejo en el lustre de sus botas.

Platón Sánchez no tuvo tiempo de desayunarse sus huevos divorciados. Antes se los dieron revueltos. Se disponía a perforar las yemas con un trozo de pan cuando llegó el subteniente Agapito Martínez a darle la mala noticia:

– Mi Ocelote de Querétaro, se rumora que se andan sublevando unos traidores advenedizos.

En realidad, tampoco nadie nunca lo llamó de esa manera. Pero el coronel se sintió aludido y abandonó su petit déjeuner sin pensarlo dos veces para disciplinar a los audaces transgresores. No alcanzó Platón a pasar revista al Cuerpo de Cazadores. Algunos dirían después que no alcanzó a salir de la cueva, cuando los miembros de un recién incorporado regimiento, aún fiel a la emperatriz, lo empaparon de balazos. El Oso de Temosachic perdió la vida a los treinta y dos años, sin desayunar, la gris y brumosa mañana del 30 de noviembre de 1867 en el Rancho de Lobos en Galeana, Nuevo León. Pero nadie nunca lo llamó así.

Poco antes de su propia retirada, Rafael Platón Sánchez Meraz presidió el Consejo de Guerra en San Luis Potosí que juzgó y sentenció a muerte a Maximiliano, Miramón y Mejía. Este es el único hecho en que coinciden las fuentes. Fuera de eso, el coronel se vuelve objeto de leyenda. Unos afirman que en las noches se puede ver su sombra que cabalga por sus viejos campos de batalla: Saltillo, Monterrey, Matamoros. Otros aseguran que fue autor de la famosa copla:

 

Salieron los colorados,

salieron de tres en tres,

y su chata les decía:

-vamos matando un francés.

 

Incluso hay quien asevera que burló a la flaca escondiéndose en la crinolina de una dama y pasó el resto de su vida en París, íntimo del círculo de Gautier, escribiendo obras de teatro simbolista con el seudónimo El León de Montmartre. Tristemente no sobrevive ninguna de las obras. Tampoco sobreviven los juveniles Cuadernos secretos del subteniente artillero Platón Sánchez, compuestos en el Colegio Militar ante la amenaza de la invasión yanqui. En ellos, cuenta la leyenda, se proponen una nueva interpretación de la piedra Rosetta, dos pasos de mazurka hasta entonces insospechados y un comienzo de partida de ajedrez conocido como la Apertura Republicana. En su natal Hacienda de Capadero (hoy Platón Sánchez), Veracruz, aseguran que él fue el verdadero compositor del danzón “No debió morir”, mejor conocido como “Juárez”. Después las fuentes callan, aunque, en realidad, nunca dijeron nada.

Pero, ¿quién era el verdadero Platón Sánchez? ¿Cómo diferenciar entre el hombre y el mito? ¿Cómo diferenciar entre el mito y el… eh… mito? No es todos los días que la historia nos regala un hombre tan íntegramente desconocido. Ni siquiera Ralph Roeder lo menciona en su monumental Juárez y su México. (Aunque debe decirse que un libro de 1101 páginas por fuerza debería tener un índice onomástico). Sus descendientes, si los tiene, probablemente no saben que lo son. Y si lo saben, probablemente lo ocultan. Bola de ignorantes sumisos. No se dan cuenta que en Platón Sánchez yace nuestra esperanza. ¿Podemos pedir mejor padre de una nueva narrativa nacional que un hombre de quien no se sabe absolutamente nada? Las posibilidades son infinitas. Además se ahorraría en infraestructura: ¡ya tiene su propia calle!

En efecto, la calle Platón Sánchez está en el tradicional Pueblo de Magdalena Mixhuca. Uno creería que ahí encontraría los mejores huevos divorciados de toda la ciudad. Desafortunadamente, lo que debería ser la cuna del nuevo México vive completamente desencantada con nuestro héroe. Tan es así que cuando los habitantes se cruzan por la calle se saludan diciendo: “No te vayan a agarrar como a Platón Sánchez”. Es decir, que te pongan tu calle, y nadie sepa quién eras.

– Nicolás José

 

 

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Antropólogo. Doctorando en Letras Modernas. Autor de dos libros de poesía. Bongocero. Nace en 1976. Pudo ser un gran torero pero...


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