Bolaño en el museo

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1. A la tecla F8 se le asignan varias funciones, la principal de las cuales es iniciar el sistema operativo en modo seguro; es la única tecla que falta en el ordenador de Roberto Bolaño que se exhibe en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) en el marco de la muestra Arxiu Bolaño: 1977-2003, y su ausencia es significativa: de hecho, no parece haber nada seguro en la obra del escritor chileno, que hizo de la incertidumbre, las omisiones y desapariciones la materia principal de una obra polimorfa y aún parcialmente inédita, cuya exhibición en Barcelona como resultado de la clasificación del inmenso legado del autor (más de catorce mil páginas, ochenta y cuatro libretas, ciento sesenta y siete entrevistas, alrededor de mil cartas recibidas y copias de las enviadas, veintiséis cuentos y cuatro novelas inéditas y papeles dispersos, todos los cuales, según Carolina López, viuda del autor, están “pendientes de valoración”, aunque se desconoce quién realizará esa valoración y cuándo se tendrán los resultados de la misma) parece tanto la ratificación de su vitalidad como un intento singular de ponerle freno.

2. La exposición Arxiu Bolaño: 1977-2003 pone el énfasis precisamente en los inéditos: “Diario de bar”, “Lento palacio de invierno”, “Las alamedas luminosas”, “La Universidad Desconocida”, “Las rodillas de un autor de sf atrás” (todos de 1979), “El náufrago” y “Ellos supieron perder” (del periodo 1979-1982), “La Virgen de Barcelona” (1980), “El espectro de Rudolf Amand Philippi” (1982), “Adiós, Shane” y “d.f., La Paloma, Tobruk” (1983), “Diorama” (1983-1984), “El espíritu de la ciencia ficción” (1984), “El maquinista” (1986), “Última entrevista en Bocacero” (1995-1996), “Sepulcros de vaqueros” (1996), “Todo lo que la gente cuenta de Ulises Lima” (1996-1997), “Noticias de Chile” (1997), “Vuelve el Man a Venezuela” (1999), “Corrida” (1999-2000), “Comedia del horror de Francia” (2001), “Dos señores de Chile” (2001). La enumeración puede parecer tediosa (y lo es), pero también lo es la lectura de los extractos exhibidos de los manuscritos originales: a excepción de algunos carteles introductorios que glosan las obras (en catalán únicamente, lo que provoca consternación en el público no catalanoparlante), no hay nada aquí que permita inferir si el observador se encuentra frente a una novela o a un relato, si el relato o novela es inconcluso o fue completado por su autor y si este lo consideraba un texto de calidad o un descarte. A este primer inconveniente que presenta la exposición se suma uno si acaso menos relevante, el de que las fotografías expuestas son ya bien conocidas por el lector de Bolaño y muy pocas de ellas (el escritor chileno con Mario Santiago en Ciudad de México en 1975; con Bruno Montané, A. G. Porta y Daniel Goldín en Barcelona en marzo de 1979; en Gerona en 1984; en París con sus hijos y su mujer) permiten acceder a la intimidad del autor. A consecuencia de ello, Arxiu Bolaño parece articularse en torno a la indeterminación de sus responsables acerca de si se debía hacer accesible al gran público el Bolaño íntimo o si era más pertinente poner en primer plano su labor como escritor. El resultado de esa indeterminación es que la exhibición ofrece poca información acerca de ambos: listados alfabéticos de autores, pintores, músicos, cineastas y obras extraídos de las libretas del autor, una selección de títulos de autores de ciencia-ficción (Ursula K. Le Guin, Fritz Leiber, James Tiptree, Jr.) procedentes de su biblioteca personal, pasajes digitalizados de entrevistas y artículos accesibles fácilmente en la red, filmaciones de los domicilios donde Bolaño vivió durante su estancia europea (que esta exhibición aborda sin hacer referencia sino de pasada al periodo mexicano y sin aportar ni un solo testimonio de su infancia en Chile), audiovisuales inspirados por la obra de Bolaño y los tiempos que le tocaron vivir, empezando por el que da comienzo a la exposición, en el que se superponen imágenes de la Matanza de Tlatelolco de 1968, la caída de Salvador Allende en 1973 y El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl (1935), y culminando en la oscuridad, de la que emerge una espiral que lo devora todo: a las muertas de Santa Teresa, a 2666, a Roberto Bolaño, al visitante.

3. A pesar de esta notable escasez de información acerca de la intimidad de Bolaño, y de la difícil interpretación de los manuscritos (que constituirían la parte más estrechamente vinculada con su obra de la muestra), Arxiu Bolaño es particularmente interesante si se repara en el aspecto material de la producción del escritor chileno: las hojas sueltas en las que se esbozan obras de la importancia de 2666, las libretas que Bolaño utilizó a lo largo de su vida para mezclar ficción y autobiografía, la peculiar caligrafía del autor de Los detectives salvajes (que a ratos adquiere el aspecto de un “micrograma” walseriano inusualmente prolijo), sus resúmenes de partidas de juegos de rol (y un ejemplar del juego de mesa The Third Reich, que aparece en la novela del mismo título), la máquina de escribir eléctrica en la que transcribía sus manuscritos para luego pasarlos a ordenador, sus dibujos (rostros en los que puede leerse la advertencia “ojo”, manos, estrellas de cinco puntas) y unos grafismos destinados a expresar brevemente su estado de ánimo. Más interesantes aún resultan aquellos materiales que permiten conocer algo de la génesis de los libros de Bolaño y son, ellos sí, parte del puzle que el visitante a esta muestra aspira a recomponer: el listado de personajes de Los sinsabores del verdadero policía que incluye a los de 2666 (ratificando la hipótesis de lectura de acuerdo a la cual la primera novela sería el borrador o “centro secreto” de la segunda), la libreta con los poemas visuales populares del tipo de “¿Qué está detrás de la pared?” que Bolaño parece haber extraído de la revista mallorquina Neón de Suro y que aparecerán en las últimas y conmovedoras páginas de Los detectives salvajes, los correos intercambiados con su editor acerca del progreso del libro y el plano de Santa Teresa.

4. Arxiu Bolaño ha sido comisariada por Juan Insua y Valerie Miles y se propone como “una primera exploración” de ese archivo, así como un obsequio “para las nuevas generaciones de lectores”; sin embargo no es la primera exploración del legado de Bolaño (que ha dado ya como resultado la publicación póstuma de libros como Entre paréntesis, La Universidad Desconocida, 2666 y El secreto del mal a cargo del crítico español Ignacio Echevarría y, posteriormente, de Los sinsabores del verdadero policía y El Tercer Reich) ni hace un favor a las “nuevas generaciones”, ya que ni se adentra en la personalidad del escritor chileno (su generosidad, su sentido del humor, su crueldad, su inteligencia) ni da cuenta de lo que la crítica chilena Patricia Espinosa denominó alguna vez “la intransigencia revolucionaria de sus textos”. A pesar de proponerla como un “caso abierto” (en una deriva de la idea de que no hay nada realmente seguro en relación a ella), la exposición clausura la potencia subversiva de la obra de Bolaño mediante su musealización, ratificando el que es el destino inevitable de la obra vanguardista, así como la suerte de la que Bolaño (que escribió en 1977 aquello de “Déjenlo todo, nuevamente”, equiparando esa musealización con la “(certeza de que todo está nombrado, desvelado) (Miedo a descubrir) (Miedo a los desequilibrios no previstos)”) parece haber intentado liberarse durante toda su vida. Al parecer, sin conseguirlo. ~

 

 

Arxiu Bolaño: 1977-2003 puede verse hasta el 30 de junio en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona.

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Patricio Pron (Rosario, 1975) es escritor. En 2019 publicó 'Mañana tendremos otros nombres', que ha obtenido el Premio Alfaguara.


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