Se fue José Watanabe, el guardián del hielo. Ya no volveremos a verlo en ninguna parte.
Lo conocí en Miami, junto a su dulce amiga. Qué breves esas tardes con tan grata compañía.
Al despedirnos, una sonrisa y su libro de poemas cuyo nombre, Lo que queda, ahora sabe a cumplida profecía. |
Lo tomo del estante, lo abro: no es urna ni relicario sino verde banderita sobre el silencio y el llanto,
plantita firme en la agreste colina de su ausencia donde me quedo mirando la misma ardilla traviesa
que pasa y repasa la hierba de izquierda a derecha, de norte a sur, como se escribe un poema o se dibuja una cruz. ~ |