Agresiones contra periodistas en México (2015)

Al menos 192 periodistas fueron víctimas de algún tipo de agresión en México durante 2015 por razones vinculadas con su labor informativa.
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Al menos 192 periodistas fueron víctimas de algún tipo de agresión en México durante 2015 por razones vinculadas con su labor informativa[1]. Entre estos se encuentran cinco comunicadores asesinados en Veracruz y Oaxaca, entidades donde se concentraron 47.3% de todos los ataques a la libertad de expresión. Prácticamente uno de cada dosperpetrados en el país.

75.5% de las víctimas de amenazas y ataques fueron reporteros, fotógrafos y camarógrafos, el primer contacto de las empresas periodísticas con los hechos, con los actores de la información y el rostro visible de los medios ante la sociedad, ante las autoridades y ante los delincuentes. Después de ellos, fueron empresas periodísticas  (13.02%), diarios, emisoras de radio y televisión, las que tuvieron que enfrentarse al desafío de mantener su operación y defender su línea editorial, pese a las presiones externas que al menos en seis casos implicaron ofensivas con explosivos y armas de fuego.

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La configuración de la violencia por región no es muy diferente de 2013 y 2014. Veracruz encabezó las agresiones con 56 casos, seguido de Oaxaca, con 35; la Ciudad de México, con 19, y Guerrero, con 10. Es decir, que solo en estas cuatro entidades sucedieron el 62.5% de las acciones para silenciar a la prensa. 

Particular relevancia tiene que durante 2015el gobernador priista de Veracruz, Javier Duarte, advirtiera a los periodistas locales quese portaran bien, pues venían“tiempos difíciles”, así como que durante el año dos informadores fueran asesinados en diferentes municipios de la entidad, elevando a 12 los homicidios contra periodistas en su administración.

 No obstante la información que ha sido posible recopilar en las distintas regiones, del país, más que nunca preocupa el subregistro en el número de agravios que pueden documentarse en entidades con comunidades “totalmente silenciadas por el efecto paralizante que genera el clima de violencia e impunidad”. Una revisión del estado actual en las ciudades en las que periodistas fueron asesinadoso desaparecieron durante los últimos años, o bien en las que los medios han sido atacados con fuerza violenta, quizá explique por qué Michoacán, Durango, Sinaloa, Coahuila o Tamaulipas arrojan números poco representativos del temor con el que se conducensus redacciones, acaso porque se ha accedido, por autoprotección, a entregar la línea editorial a grupos criminales que en los números aparece como responsable directo del 4.16% del total de las amenazas y ataques. 

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Una periodista cuya área de trabajo se encuentra principalmente entre Reynosa y Matamoros me cuenta que los reporteros de la región han tenido que adaptarse a dinámicas como llamadas telefónicas en las que la orden es “no pasó nada” o bien reciben en sus casillas de correo electrónico información para su difusión.

La relación de la periodista con el medio local y con el que colabora en la Ciudad de México es dual, pues los editores que se encuentran más cerca y que conocen el contexto, suelen entender mejor el riesgo que enfrenta no solo por publicar una nota, sino de lo importante de usar términos y titulares adecuados en la información que se difunde. Su código es noemplear nombres de grupos criminales, ha desterrado de su redacción términos como “delincuentes” o “crimen organizado”; sin embargo, ese esfuerzo se convierte en nada si el titular que sus editores eligen para la nota no es suficientemente cuidadosa.

En algún punto de los peores momentos de la violencia en el estado,ella, junto con otro grupo de periodistas, fue citada por el supuesto jefe de la plaza de Reynosa. La orden de asistir fue comunicada través de un par de periodistas locales que sirven como correa de transmisión de los deseos de los criminales. Fueron claros en que la asistencia no era opcional. La reunión duró apenas unos minutos y tuvo lugar fuera de la ciudad en una brecha cercana a la carretera que conduce a Monterrey. Escuetamente, se les pidió obedecer las órdenes que se les dan.

La mayoría de los incidentes de los que se tiene registro, sin embargo, siguen siendo episodios de violencia física, que explican los numerosos daños a equipo de reporteros y fotógrafos. Estos ocurren en el seguimiento diario de las actividades de funcionarios, en la cobertura de protestas en las que organizaciones sociales y cuerpos policiacos se tornan hostiles con quien amenaza con exhibir sus excesos.

El periodista identifica a su agresor cuando esto es viable, pero hay ciudades en las que resulta imposible identificar el origen de las amenazas, donde el estado de derecho está en gran medida ausente y donde los cuerpos policiacos ponen a civiles en manos de asesinos para escarmentarlos.

Ahí, donde los gobernadores piden a los reporteros portarse bien y los “tiempos difíciles”suman periodistas muertos y desaparecidos. ~

 



[1]Metodología y categorías desarrolladas por el autor, con base en los criterios de International Freedom of Expression Exchange (IFEX) y publicados en: Manual de atención integral en casos de agresiones a personas defensoras de derechos humanos y a personas que ejercen la libertad de expresión. CDHDF. México, 2011.

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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