Comprender Venezuela

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Elías Pino Iturrieta (coordinador)

Historia mínima de Venezuela

Ciudad de México, El Colegio de México/Turner, 2018, 244 pp.

Dada la magnitud de la desgracia, a últimas fechas la preocupación internacional se ha centrado en Venezuela. La necesidad de comprender cómo el país ha llegado a este dramático momento vuelve oportuna la publicación de esta Historia mínima, en la que diversos especialistas analizan los diferentes periodos de la historia venezolana –prehispánico, colonial, independencia, consolidación de la república y contemporaneidad.

En la “Explicación”, el coordinador del volumen, Elías Pino Iturrieta, alude a una primera edición venezolana, publicada en 1992 y cuya inspiración había sido la Historia mínima de México, que concibió Daniel Cosío Villegas. Veintiséis años después, esta revisión ofrece una mirada novedosa, surgida tanto de las nuevas investigaciones como de los acontecimientos recientes del país. De hecho, en el “Epílogo” se hace un llamado a resolver de manera sensata y con sentido de nación el drama de un país que, por sus recursos naturales y logros civiles, debió de convertirse en una referencia para todo el continente.

Manuel Donís Ríos se ocupa de la historia prehispánica y colonial. Describe el poblamiento del territorio y su conformación cultural desde el “paleoindio” hasta el “neoindio”, con énfasis en las familias lingüísticas y los hábitos alimenticios. A su llegada, los conquistadores encontrarán a dos grandes grupos, los arahuacos y los caribes. Dada la rivalidad existente entre ambos, los arahuacos, asentados en la zona oriental del actual territorio venezolano, darán apoyo a los españoles para someter a los caribes.

En la conquista y la colonización se señala la importancia de la economía extractiva, en particular la cosecha de perlas de las islas de Margarita, Coche y Cubagua. Pasado este momento, es vital el papel de la Iglesia católica en la organización y el poblamiento del territorio y en los intentos de humanización de la brutal explotación de los indígenas y de los esclavos de origen africano. Desde la fundación de las ciudades principales del país en el siglo XVI, pasando por la diversificación económica –especialmente agrícola– en el XVII, hasta llegar a la erección de instituciones educativas, compañías comerciales y el desarrollo de una cultura musical y visual original en el XVIII, la futura República de Venezuela va construyendo un modesto perfil propio dentro del concierto colonial.

Elías Pino Iturrieta escoge como hilo conductor de su exposición la pugna del proyecto de república civil y liberal con la realidad de un país empobrecido por la guerra contra España y el posterior auge de los caudillos en sus pugnas por el poder. En los primeros años del periodo de Independencia, los blancos criollos (mantuanos) esgrimieron sus lecturas del pensamiento ilustrado como fundamento racional de una ruptura con España que no tenía apoyo popular, pues los estratos populares temían la hegemonía criolla. El libertador Simón Bolívar tuvo que aliarse con un humilde descendiente de canarios, José Antonio Páez, para atraer a tales estratos. Pasado el proceso emancipador, era muy visible la amplia franja de desposeídos cuya vinculación con este proceso y con la incipiente república liberal era débil, lo cual desembocará en 1859 en la Guerra Federal. A esta falta de paz se opuso el afán modernizador e ilustrado de gente de letras y ciencia que pudo incidir en iniciativas como la educación pública y gratuita, la fundación de universidades y de la Biblioteca Nacional, y el auge de periódicos y revistas. Aún así, la disposición guerrera marcó esta etapa de la vida nacional; no en balde el dictador Antonio Guzmán Blanco inició el culto laico a los héroes, en especial a Simón Bolívar. Lamentablemente, desde el siglo XIX los militares han sido muy activos en la política de Venezuela.

La separación entre Iglesia y Estado le dio cierto brillo a la vida civil y a la modernización educativa y cultural, pero el predominio militar continuó hasta llegar al siglo XXI. Inés Quintero propone que el siglo XX venezolano fue escenario de una lucha constante por la democracia política y la inclusión social de los discriminados por razones de género y clase. La renta petrolera marcó las transformaciones de Venezuela y financió la modernización del Estado tanto como la masificación de la educación y el sistema de salud pública, además de la infraestructura industrial, cultural y educativa que creció exponencialmente en la segunda mitad del siglo XX. No obstante, el rentismo, el progresivo alejamiento de los partidos de las bases de la sociedad, la lentitud de las reformas necesarias al estilo de la descentralización, la corrupción administrativa y los bajísimos precios del petróleo en la década de los noventa fueron interpretados, en especial por intelectuales y medios de comunicación, no como problemas a superar sino como síntomas de la inoperancia misma del sistema democrático. La democracia civil (1958-1998) duró apenas cuarenta años. El siglo XXI sería el de la Revolución bolivariana, que desmontó todos los logros democráticos de la centuria pasada valiéndose paradójicamente del voto popular.

Historia mínima de Venezuela demuestra que escribir historias nacionales y elaborar rutas para su comprensión es imprescindible en tiempos de la “posverdad”. Como indica el fallecido historiador Tony Judt, los hombres y mujeres de distintas clases sociales, ideologías, culturas, etnias, orientación sexual y religión tenemos un pasado común que ha influido en nuestras vidas, y ese pasado no solo puede verse en clave de impugnación sino también en su sentido de construcción y logro. En el caso particular de Venezuela, la Revolución bolivariana ha intentado confiscar el discurso histórico para oscurecer cualquier interpretación alternativa; el pasado es manipulado por una política cultural que pretende imponer la hegemonía de un pensamiento único. Bajo esa óptica, la historia de Venezuela constituye un drama de explotación y horror que comienza con la llegada de Cristóbal Colón y sus navegantes en 1498 y se extiende durante la conquista y la colonización hasta desembocar en las guerras independentistas. Luego de este proceso, el legado de Bolívar, el Zeus del Olimpo nacional, es traicionado una y otra vez por una élite racista, clasista, explotadora y ladrona hasta el advenimiento de la Revolución bolivariana. El bombardeo de semejante leyenda negra, con vaga inspiración en el pensamiento decolonial, ha sido constante pero, por fortuna, esfuerzos como los de Manuel Donís Ríos, Elías Pino Iturrieta e Inés Quintero Montiel, miembros de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, y otros brillantes historiadores e intelectuales comprometidos con una visión ética del conocimiento, salvan la cara de Venezuela y su gesta civil a lo largo de los siglos. ~

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Escritora y profesora universitaria venezolana. Su último libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de México.


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