¡Despierta México! Esto es Trumpland

Con la llegada de Trump a la presidencia del país más poderoso del mundo, México debe dejar de hacer pronósticos autocomplacientes. Ya nada será igual.
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“No va a avanzar en la interna republicana, es un bufón que solo quiere publicidad” 

Y avanzó

“No puede ganarle a Jeb Bush, trae todo el apoyo y el dinero”

 Y lo humilló y lo arrasó.

“No va a ser elegido candidato. El establishment republicano lo va a repudiar porque va en contra de toda la plataforma del partido”

Y lo eligieron y lo apoyaron.

“No va a poder hacer nada contra Hillary. Ella tiene toda la experiencia, inteligencia y apoyo de los medios y de los grandes donantes”

Y la trajo bailando a su ritmo toda la campaña.

“Su campaña es un desastre. No tiene expertos en big data, ni en social listening, ni en ni en geospacial referentiation, ni encuestadores, ni dinero para spots. En cambio la campaña demócrata…”

Y de nada sirvió.

“Ahora sí, no se va a levantar del escándalo que provocó lo que dijo sobre [ inserte aquí el escándalo ]. Ahora sí está frito.” 

Y se levantó.

“No, ya con lo de los videos del pussy grabbing, ahora sí, está acabado. De hecho dicen que va a renunciar”

Y no renunció.

“Uy, Hillary lo va a destrozar en los debates. Se va a notar su ignorancia sobre los temas, su falta de carácter presidencial, su misoginia, su racismo, su xenofobia”

Y precisamente por eso lo eligieron.

¿Y ahora? ¿Qué nos estamos diciendo a nosotros mismos?

“No podrá implementar ninguna de sus promesas”

“Es muy difícil que pueda salirse del NAFTA”

“Una cosa es la campaña y otra el gobierno”

“Mira, el dólar no llegó a 30 pesos, vamos muy bien”

“El muro es imposible de levantar”.


“Ya salieron Meade y Carstens a tranquilizar a los mercados”

“Calma, ya Peña Nieto dijo que ya hablaron en buena onda”


México se ha dado el lujo de estar ensimismado en sus luchas internas muchos años gracias a que no tenía enemigos externos. Desde los años cuarenta del siglo pasado, las élites mexicanas intuían que estaba en el mejor interés de Estados Unidos que no nos vaya mal. Esa idea, esa noción básica de que si tu casa se incendia tu vecino va a correr a ayudarte para que el fuego no alcance su casa, se ha derrumbado por completo: el 20 de enero de 2017 un pirómano ocupará la casa de al lado.

Tengámoslo claro: ha llegado a la presidencia del país más poderoso del mundo un fascista para el que México y su gente son la causa del desempleo, el crimen y la decadencia de los barrios y comunidades. La noche del 8 de noviembre, los cantos de los seguidores del nuevo presidente no eran “¡Lock her up!” ni “Death to Democrats!” o “Deport Obama back to Kenya!”  No. Los cantos de este renovado KKK eran: “Build the wall, build the wall!”

¿Quién lo va a parar? ¿Las organizaciones latinas? ¿El Congreso, lleno de los mismos pusilánimes que no pudieron pararlo en la interna aunque les escupía en la cara a diario? ¿La Suprema Corte? ¿El New York Times?¿La OEA? ¿Los tuits de Gael y Diego? ¿La ONU?

A Trump le puede afectar más el ánimo una parodia en Saturday Night Live o un insulto de Rosie O’Donnell que una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Esa es la mente a la que le van a confiar los códigos nucleares.

Entendamos algo. El discurso populista se nutre de la existencia de enemigos reales o imaginarios. Y nosotros somos ese enemigo. Trump será un presidente que, cuando no logre crear los empleos que prometió, culpará a México. Cuando no logre bajar las tasas de criminalidad como ofreció, culpará a los mexicanos. Cuando no logre que la economía crezca como aseguró, dirá que es culpa del TLCAN y de las empresas mexicanas.

El día que se sepa que tiene sexo con su hija, que es amante de Putin, que recibe dinero de ISIS, o lo que sea, ese día tomará alguna medida espectacular contra el enemigo: un sobrevuelo de aviones militares sobre la frontera para amenazarnos si no pagamos el muro, una instrucción al Departamento de Justicia para que abra una investigación contra el gobierno mexicano porque las remesas son lavado de dinero, una orden al IRS para auditar alguna empresa que quiere invertir en México, el arresto de algún cónsul mexicano por andar ayudando a migrantes ilegales a violar la ley.

¿Nada de eso tendrá impacto en la bolsa mexicana, en las inversiones, en el tipo de cambio, en el crecimiento, el empleo, o la estabilidad política?

Ya de la autoestima nacional mejor ni hablamos.

¿Qué vamos a hacer? En eso tenemos que pensar y actuar, no en pronósticos autocomplacientes de que todo seguirá igual.

Welcome to Trumpland. Whites only. No Mexicans. 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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