Carlos Fuentes: una carta cincuentenaria

En Revista Iberoamericana de la Universidad de Pittsburgh, Carlos Fuentes reprodujo –todas más o menos editadas o reescritas– seis cartas a Octavio Paz que van de enero de 1966 a agosto de 1969.
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En Revista Iberoamericana de la Universidad de Pittsburgh, en el número 74 de enero-marzo de 1971 (en línea) Carlos Fuentes reprodujo –todas más o menos editadas o reescritas– “Seis cartas” a Octavio Paz que van de enero de 1966 a agosto de 1969.

En una de ellas (París, 1 de octubre de 1966), Carlos Fuentes le cuenta a Paz las recientes tribulaciones de México. Salvo el último párrafo, lo que viene a continuación fue testado por Fuentes. Lo recupero y lo trabo con algunas notas veloces:

Haro viene deprimido por el ambiente de nuestra universidad. Ochenta mil estudiantes contemplaron con los brazos cruzados la caída del Dr. Chávez.

El astrónomo Guillermo Haro, en 1966 director del Instituto de Astronomía de la UNAM, se refiere a que seis meses antes el Dr. Ignacio Chávez había sido defenestrado de la rectoría por una turba “estudiantil”. (Puede leerse al respecto mi artículo “La caída de Ignacio Chávez: ejercicio de memoria” )

Cien mil personas acudieron, en esa misma época, al entierro de un mariachi y pachuco, Javier Solís.

El popular cantante de música ranchera y anexas Gabriel Siria Levario, cuyo nombre de artista era Javier Solís, había muerto el 19 de abril.

Un puñado de fósiles humillaron al rector con la aprobación tácita del gobierno. Cuando Haro, aceptando el hecho consumado de la sucesión, se negó a aceptar el hecho consumado de la violación de principios y propuso una carta de protesta de todos los directores de facultades contra el procedimiento gangsteril que depuso a Chávez, no obtuvo una sola firma. Tragicómico verbo mexicano: “No conviene”, le dijeron a Guillermo [Haro] los hermanos González Casanova. Nada “conviene”. Salvo la adulación y el chambismo.

Pablo, Henrique y Manuel González Casanova eran funcionarios universitarios en 1966. El primero de ellos sería rector de 1970 a 1972, cuando renunció (aquí me refiero a esa renuncia.)

¿Leíste la condenación de Rico Galán en un editorial de Siempre! escrito por Poncio Pilatos? ¿Cómo se puede afirmar, como lo hace allí Pagés, que en México hay libertad puesto que el gobierno “TOLERA” la libertad de expresión? ¡Tolera! ¡La tolerancia es la negación de la existencia!

El 12 de agosto, Víctor Rico Galán, colaborador de la revista Siempre! que dirigía José Pagés Llergo, había sido capturado por la Dirección Federal de Seguridad de Fernando Gutiérrez Barrios, junto con otros militantes del “Movimiento Revolucionario del Pueblo” (MRP) en una de sus “escuelas de cuadros”, donde estudiaban economía política, economía nacional, filosofía y estrategia y táctica revolucionaria, como narra Raúl Ugalde.

[…] A veces pienso que nuestro país está enamorado de su propia sujeción, de su absoluta falta de auténtica libertad. Lo terrible –y a la distancia esto me parece clarísimo–  es que la mayoría de los mexicanos realmente creen que son libres […] Yo no creo que, en México, el estúpido camino de Rico Galán conduzca a nada (Paréntesis: ¡imagina a Rico con su quijada borbónica, su miopía, su condición cardiaca y sus pies planos, trepado en algún pico de la sierra de Oaxaca! Esa “escuela de guerrillas” en plena Colonia del Valle era, desde luego, conocidísima por el gobierno desde hace tiempo.

En efecto, Gutiérrez Barrios –el “Capitán Caballero” y “amigo de la revolución cubana”, como decía su amigo Fidel Castro– llevaba meses vigilando al grupo. Los atrapó en posesión de un armamento que él mismo les había hecho llegar.

¿Hay que demostrar de tarde en tarde, sacando un conejo colorado del sombrero de charro, que nosotros nos bastamos para conjurar cualquier subversión interna, sin necesidad de Fuerza Interamericana de Paz? Quizás). Muro de contención y adelante.

La Fuerza Interamericana de Paz fue creada en 1965 por la Organización de Estados Americanos (OEA) y enviada a “reforzar” a los marines estadounidenses que habían invadido a la República Dominicana en abril de 1965 con objeto de impedir “otra Cuba”.

Lo que sí creo, y desconozco la manera de obtenerlo (¿en qué blanca noche, en qué oscura mañana?, como diría Cortázar) es que la libertad, dentro de las condiciones actuales de México, sólo puede significar pluralidad, posibilidad de puntos de vista disidentes (disidencia real, no retórica y apocalíptica como la de Blanco Moheno o los demás articulistas de siempre, o Marcué Pardeuñas), posibilidad de diversificación, de autonomía social y personal, de muchos escalones entre el poder total de muy pocos y la importancia total de casi todos.

Roberto Blanco Moheno publicaba en Siempre! sus artículos gobiernistas y anticomunistas. El ingeniero Manuel Marcué Pardiñas dirigía la revista Política. (Supongo que Fuentes lo degrada a “pardeuñas” en referencia al financiamiento que recibía de Cuba y de la URSS.) En agosto, según Ugalde, Marcué cuestionó al procurador general de la República sobre si el proceso contra los presos del Movimiento no sería también “contra las libertades políticas de todos los mexicanos empeñados en buscar soluciones justas a los enormes problemas sociales, económicos y políticos que agobian a nuestro país… [y] contra la esencia misma de la tradición democrática y revolucionaria del pueblo mexicano”.

Es lo más necesario y lo más difícil. Tiene que nacer de posiciones, en primer término, personales, de convicción real. Ante todo, necesitamos gente dispuesta a pararse sobre sus propios pies. Dudo mucho de la eficacia en México de los “movimientos de masas”, del pensamiento apocalíptico abstracto. El verdadero problema es que cada uno, desde su particular nivel, sepa mantener una aspiración desautorizada, divergente.

Responde Paz

El 7 de noviembre, en Nueva Delhi, Paz envía una extensa carta que gira, sobre todo, alrededor de su idea en el sentido de que “el mismo sistema político creado por los revolucionarios” es el que “ahora impide la modernización efectiva del país”, y agrega:

Los problemas del país son los de una nación en desarrollo y tratar de resolverlos con medios de excepción equivale a convertir la discusión legítima en violencia pública. En México hay dos fuentes de intranquilidad: la de todo país atrasado (campesinos miserables, subempleo, población flotante, etc.) y la de un país semi-desarrollado (clase media, obreros, intelectuales, estudiantes, campesinos en mejor situación, etc.). Este segundo sector –hijo, como la burguesía, de la Revolución–  puede transformar a la nación, incluso pacíficamente, si un partido y un programa logran articular sus confusas aspiraciones. Hasta ahora la izquierda no ha sabido ni siquiera plantear el problema en sus términos reales. En suma, lo que está en el tapete desde la época de Ruiz Cortines es lo siguiente: si el país ha realizado ciertos progresos en el orden económico ¿podemos o no tener también una vida política normal? Este problema debe resolverse a corto plazo. La solución del otro –la incorporación al México moderno de la población marginal–  será imposible si se aplaza la reforma del sistema político imperante. La otra alternativa es volver al ciclo sombrío de la dictadura y la anarquía.  

La carta de Paz (inédita) deberá formar parte de una futura edición crítica seria de la correspondencia entre ambos escritores, una de la que ya se habla, y a la que ya han hecho referencia algunos artículos en Letras Libres. Esta carta de Sergio González Rodríguez es uno de ellos; yo me he referido a algunas cartas: aquí y acá. Y, finalmente, acullá.

 

 

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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